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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1988 Preguntas y ¿respuestas?

Manuel J. Clouthier, Septiembre de 1988

Manuel J. Clouthier. Empresario, candidato presidencial del Partido Acción Nacional en las elecciones de 1988.

¿Es cierto que en el México de hoy los poderes Legislativo y Judicial están completamente supeditados al Ejecutivo? ¿Lo es que la división de los poderes, la soberanía de los Estados, la libertad de los Ayuntamientos y los derechos del ciudadano sólo existen escritos en nuestra Carta Magna? ¿Es cierto que la justicia, en vez de impartir su protección al débil, sólo sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte? ¿Lo es que, en la actualidad, los jueces, en vez de ser los representantes de la Justicia, son agentes del Ejecutivo, a cuyos intereses sirven fielmente? ¿Es cierto que las cámaras de la Unión no tienen más voluntad que la del titular del Ejecutivo? ¿Lo es que los gobernadores de los Estados son designados por aquél y ellos a su vez designan e imponen de igual manera a las autoridades municipales?

¿Es cierto que el aparato administrativo, judicial y legislativo obedecen a una sola voluntad cuyo móvil principal es mantener en el poder total a un grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios personales?

Si todo esto es cierto, y yo no dudo de que lo es y, sobre todo, el pueblo mexicano opina y siente que lo es, entonces resulta que los cuatro primeros párrafos del Plan de San Luis Potosí -en los que Francisco I. Madero describe la forma de ejercer el poder del general Porfirio Díaz -siguen siendo exactos y que aún no se cumplen los ideales por los que se convocó entonces al pueblo de México a acabar con la dictadura.

Si todo eso es cierto, si las preguntas formuladas arriba a partir de las frases de Madero son respondidas afirmativamente, entonces resulta que los presidentes de México tomados uno por uno, o la Presidencia entendida como una institución, son el porfirismo sexenalizado que, para conservarse como dueño absoluto del poder, cuenta con todo el elemento oficial y se apoya en éste sin escrúpulos, como señala Madero que lo hacía el general Díaz. Y, por tanto, sigue siendo válido luchar porque, en México, el poder público tenga como origen la voluntad respetada del pueblo que no puede ser supeditada a fórmulas llevadas a cabo de un modo fraudulento. Contra el porfirismo sexenal estamos luchando. Junto al pueblo, junto a Madero.