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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1967 La muerte del "Che" Guevara y sus enseñanzas. Vicente Lombardo Toledano.

Jueves 21 de diciembre de 1967
 

 

 

 

AMÉRICA LATINA EN ESTADO PRERREVOLUCIONARIO

La Segunda Guerra Mundial produjo cambios de trascendencia en el escenario internacional. No sólo facilitó la instauración del socialismo en los países de Europa central y sudoriental y en algunos de Asia, principalmente en China, sino que impulsó la rebelión de los pueblos coloniales contra los países imperialistas y estimuló a las fuerzas democráticas de América Latina para ponerlas en movimiento, persiguiendo reformas sustanciales a su estructura económica, social y política

América Latina está viviendo una situación prerrevolucionaria que se ha acentuado en las últimas dos décadas. Sus principales causas son las siguientes, que se señalan como fenómeno general en sus rasgos más amplios, con variantes de importancia en cada país, que deben ser examinadas concretamente para no llegar a conclusiones falsas, pues hasta entre naciones vecinas hay diferencias profundas debido a su desigual desarrollo histórico.

1. La estructura económica de casi la totalidad de los países latinoamericanos no se ha tocado desde hace mucho tiempo. Ha habido algunos cambios, pero no sustanciales.

2. El latifundismo sigue en pie.

3. El desarrollo industrial tropieza con serios obstáculos, siendo el principal la falta de un mercado interior en crecimiento.

4. Las exportaciones, en su mayor parte, siguen siendo ventas de materias primas.

5. El comercio exterior es deficiente y produce una balanza comercial y una balanza de pagos negativas, debido, entre otros hechos, a la invariable política de los monopolios de los Estados Unidos, de comprar barato las exportaciones de América Latina y de venderle caro las mercancías que necesita, a lo que hay que agregar que no existen cuotas seguras para los productos que recibe regularmente el mercado norteamericano.

6. Las devaluaciones de la moneda nacional son frecuentes.

7. La población crece a un ritmo acelerado, alcanzando un promedio tres veces superior al promedio mundial.

8. El costo de la vida aumenta constantemente, disminuyendo la capacidad de compra de los salarios.

9. La desocupación se ha convertido en un fenómeno permanente.

10. Los golpes de Estado se suceden y se forman gobiernos militares, cuyos jefes están ligados a los sectores sociales adversos a las reformas de la estructura económica. Las fuerzas armadas constituyen verdaderos partidos políticos de derecha.

11. No sólo hay una crisis en el desarrollo económico, sino también en la vida democrática, que sufre limitaciones o que la suprimen del todo los gobiernos reaccionarios.

12. Los partidos revolucionarios, y especialmente los que luchan por el socialismo, han sido casi todos ilegalizados.

13. La libertad sindical tropieza con muchas restricciones, que provocan la división entre las agrupaciones de frente único y facilitan la intervención del Estado en el régimen interior de los sindicatos.

14. Por convenios especiales, muchos gobiernos han aceptado la presencia de comisiones de los Estados Unidos, que intervienen en muchos aspectos de la vida doméstica de sus países.

15. En algunos de ellos existe la censura de la prensa y se prohíbe la edición o la circulación de ciertas obras, llegándose hasta la quema de libros.

16. La intervención de numerosas instituciones norteamericanas en el desarrollo de la educación y de la cultura completa el cuadro de la situación por la que atraviesa actualmente América Latina.

 

LOS CAMINOS PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS QUE PLANTEA LA CRISIS

Sin tomar en cuenta a los partidos políticos de la burguesía ligada al extranjero, el problema de la línea estratégica y táctica a seguir por los partidos revolucionarios y los grupos que se dicen de izquierda, ante los problemas insolutos, los divide en dos tendencias: una es la que sustenta la filosofía del marxismo-leninismo, y la otra la que considera que esa filosofía no es ya aplicable a América Latina.

La corriente partidaria del socialismo científico considera que es necesario: 1. Fortalecer al partido de la clase obrera que actúa para el presente y para el futuro, luchando por reformas sustanciales a la estructura económica que contribuyan al advenimiento del socialismo. 2. Acercar al partido de la clase obrera a las masas rurales, a los obreros agrícolas asalariados, a los campesinos y a los indígenas; a los intelectuales progresistas; a los maestros de escuela; a los profesionales y técnicos que luchan por el desarrollo económico independiente; a los trabajadores del Estado; a la juventud. 3. Establecer alianzas del partido de la clase obrera con otras agrupaciones revolucionarias o progresistas, para la acción común entre ellas ante los problemas concretos y fundamentales de su país. 4. Aplicar a la realidad nacional los principios del socialismo científico de acuerdo con las experiencias históricas de su pueblo, su idiosincrasia, su cultura propia, sin imitaciones extralógicas de la experiencia de otros pueblos, robusteciendo, al mismo tiempo, el internacionalismo proletario, que es intercambio de informaciones, de análisis críticos de las cuestiones de importancia y ayuda recíproca, respetando la autonomía de cada partido y la soberanía de cada nación.

La otra tendencia es la que está constituida por grupos que afirman que los principios y las normas del marxismo clásico y del leninismo han perdido su valor, y que en nuestra época son otras las ideas y la estrategia y la táctica que las fuerzas revolucionarias deben utilizar para la lucha, agregando que la solución de los problemas consiste en la lucha armada, a través de las guerrillas, y en otras medidas siempre que conduzcan a la lucha armada.

El que ha formulado de una manera más completa esa tesis es el estudiante y periodista francés Regis Debray en su obra ¿Revolución en la revolución?

No es un estudio sobre la táctica de guerrillas. No es una teoría militar revolucionaria. No es la historia del triunfo de la Revolución Cubana. Es, en parte, lo anterior, pero sobre todo es una nueva tesis político-militar para que la revolución en América Latina triunfe. Está elaborada sobre la base de "liberar al presente del pasado".

¿En qué consiste la tesis? Su parte sustancial contiene los siguientes postulados:

1. La lección más preciosa que nos dan todas las revoluciones es la tenacidad.

2. En aquellos países latinoamericanos donde hay brotes o luchas armadas, éstas deben desarrollarse en la sierra y sobre la base de la guerrilla (foco) del movimiento revolucionario; pequeño motor para encender al gran motor: la insurrección armada.

3. Donde aún no se da esa lucha armada, deberá darse. Las condiciones objetivas están maduras en casi todos los países y en donde no lo están lo estarán pronto. Deben prepararse militarmente.

4. El foco guerrillero debe ser, al mismo tiempo, el foco de la dirección política del movimiento revolucionario.

5. No deben oponerse los conceptos "cuadros políticos" y "cuadros militares". Los militares "puros" dirigiendo la guerrilla se convierten en políticos. En Cuba son los "militares" los que defienden la línea más radical, la más comunista.

6. Hay partidos que pretenden crear su brazo armado sin que la dirección se ponga directamente a la cabeza de la guerrilla. Están apegados a la ciudad y a las formas rígidas de organización del partido. El principio clásico de que sin partido marxista-leninista no es posible la revolución deja de ser válido en las condiciones actuales de América Latina.

7. El campo proletariza a los burgueses, en tanto que la ciudad aburguesa a los proletarios. La lucha armada en el campo da una conciencia colectiva.

8. Los partidos existentes no han cumplido con la misión que se asignaron, se han aburguesado. En aras de fortalecerse, se han hecho aceptables a los gobiernos, actuando en el terreno donde quieren: legalismo, electoralismo, etcétera.

9. Cuba ha demostrado que puede triunfar la revolución sin la previa existencia del partido de vanguardia.

10. El foco guerrillero fue el núcleo del Ejército Rebelde; el Ejército Rebelde, núcleo del partido. La guerrilla era ya el germen del partido (en Cuba). El partido tiene la misma edad que la revolución (26 de julio de 1953, asalto al cuartel Moncada).

11. En América Latina se ha demostrado lo erróneo de esperara que se cree el foco por los partidos comunistas. Están incapacitados, y cuando lo hacen es para servir a fines reformistas (Venezuela); o llevarlo a la derrota (la autodefensa en Colombia y Bolivia).

12. El "foco" constituye el rompimiento con todo el oportunismo y permite aglutinar y depurar al movimiento revolucionario, y sólo de su crecimiento puede nacer el verdadero partido. Por ello hay que impulsar la guerrilla para desarrollarla vanguardia política.

13. Vanguardia igual a partido marxista-leninista deja de ser real en América Latina.

14. Una guerrilla no puede crecer militarmente sino a condición de que se convierta en vanguardia política. La guerrilla, para triunfar, tiene necesidad de reunir políticamente en tomo de ella a la mayoría de las clases explotadas.

15. Los dirigentes guerrilleros cubanos son ahora los dirigentes del Partido Comunista Cubano.

 

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO

Nuestro país ha pasado por tres grandes revoluciones, ligadas históricamente entre sí: la Revolución de Independencia, la Revolución de Reforma y la revolución agraria, antifeudal y antiesclavista, que conocemos con el nombre de Revolución Mexicana y que, iniciada en 1910, se propuso la liquidación de la vieja estructura económica y social, la ampliación del régimen democrático y la fijación de restricciones al capital extranjero.

Las enseñanzas de estos tres grandes movimientos populares son muy valiosas, porque ayudan a comprender los problemas de la estrategia y de la táctica de nuestra época, pues no es verdad que las formas de la lucha cambien con el tiempo a tal punto que sea necesario formularlas a cada momento, sin que la organización económica, social y política se haya transformado radicalmente.

 

LAS GUERRILLAS

Una de las cuestiones que plantea la formación de guerrillas es la de saber si las guerrillas pueden tener éxito sin la dirección política de un organismo representativo del pueblo o de un partido político, porque la tesis de Debray es puramente dogmática. La historia de México da una respuesta a este problema.

José María Morelos no sólo fue un genio militar, sino también político. Cuando asumió la responsabilidad de conducir la Revolución de Independencia, después del sacrificio de Miguel Hidalgo y Costilla, su principal preocupación consistió en darle a la Revolución un programa y una dirección política. Con ese propósito formuló sus célebres Sentimientos de la nación, que sirvieron de base para la Constitución de Apatzingán, de 1814, e integró un Congreso con diputados de las provincias que se habían levantado en armas, para que a este cuerpo se sometieran las guerrillas y todos los grupos armados.

La historia de la Revolución de Independencia, tan rica en direcciones para el porvenir, debe examinarse atentamente por todos los que hoy luchan en nuestro país por la transformación del régimen social en que vivimos. Sin este estudio se corre el riesgo de creer que la historia de nuestra patria comienza desde que quienes la ignoran comienzan a actuar, olvidando que cada generación recibe el valioso patrimonio de las luchas anteriores del pueblo.

Morelos, el guerrillero por excelencia, que pudo haber luchado solo, haciendo de las guerrillas fuerzas armadas y políticas, sin una dirección unificada al servicio de una teoría política nacional que apoyaran las grandes masas populares, siguió el camino de someterse al Congreso, que tenía un programa, que señalaba objetivos inmediatos y futuros, y que fue el punto de partida para la formación de la gran corriente liberal del siglo XIX.

Consumada la independencia política de la nación, las dos fuerzas en que el país estaba dividido —liberales y conservadores—chocaron en el terreno ideológico y en el campo de las armas. Los liberales habían adquirido la experiencia de los once años de la Revolución de Independencia, y precisaron sus principios y su línea estratégica y táctica. Los caudillos de esa época son numerosos y muchos de ellos alcanzaron la estatura de grandes estadistas revolucionarios. Su pensamiento fue ganando adeptos y convenciendo al pueblo de que, sin transformar la estructura económica y social de nuestro país, no era posible asegurar el progreso.

Gracias a esta labor, cuando en torno del Plan de Ayutla se unifican todas las fracciones y grupos de la corriente liberal, los reformadores triunfan, lo mismo en el campo político que en el de las armas. Los guerrilleros son liberales armados, sujetos a la dirección de su partido, el partido de los "puros", como se llamó entonces a los intransigentes con la herencia colonial, que se propusieron realizar cambios esenciales en la organización económica, social, política, educativa y cultural. No obstante que en el Congreso Constituyente de 1857 la mayoría de los diputados pertenecía a los liberales moderados, los debates son reveladores de que, en cuanto a la estrategia y táctica a seguir, todos tenían la misma opinión.

Pero no sólo el movimiento guerrillero de los once años que duró la Revolución de Independencia, y de los treinta y cinco años de la lucha entre liberales y conservadores, de 1821 a 1857, tuvo esta fisonomía, sino que aun tratándose de la lucha contra el invasor extranjero las guerrillas fueron un simple auxiliar de la dirección política del gobierno presidido por Benito Juárez. Se dirá que este caso no es semejante al que hoy se plantea; pero opinar así sería superficial. En aquel tiempo la lucha contra el imperialismo no era contra el imperialismo norteamericano, sino contra el imperialismo de Napoleón III, que quería hacer de México una "nueva Argelia".

Invadido nuestro país por el ejército más famoso del mundo, las guerrillas fueron auxiliares muy eficaces de las fuerzas armadas del gobierno de la República. Tan pronto como desembarcaron las tropas francesas las guerrillas entraron en acción y se multiplicaron después hasta que la intervención extranjera terminó con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo. Años después, en 1870, Benito Juárez se dirigía a uno de los 600 mexicanos veteranos de su lucha contra la intervención que, respondiendo al llamado de José Garibaldi, se enrolaron en la legión que el gran caudillo organizó con sus compatriotas italianos, y con españoles, griegos, polacos y norteamericanos para luchar contra los prusianos:

No grandes cuerpos de tropas que se mueven con lentitud, que es difícil alimentar en un país devastado y que se desmoralizan fácilmente después de un descalabro, sino cuerpos de 15, 20 o 30 mil hombres a lo más, ligados por columnas volantes a fin de que puedan prestarse ayuda con rapidez, si fuere necesario; hostigando al enemigo de día y de noche, exterminando a sus hombres, aislando y destruyendo sus convoyes, no dándole ni reposo, ni sueño, ni provisiones ni municiones; desgastándolo poco a poco en todo el país ocupado, y finalmente, obligándolo a capitular, prisionero de sus conquistas, o a salvar los destrozados restos de sus fuerzas mediante una retirada rápida (La patria recobrada. Antonio Arriaga. Fondo de Cultura Económica, 1967).

Otro problema con relación a las guerrillas es el de saber qué éxito pueden tener sin el apoyo real y activo de las masas populares. Porque si las condiciones objetivas y subjetivas para el levantamiento político y armado no existen, el fracaso es seguro. Sería muy larga y prolija la narración del apoyo dado por nuestras masas populares a los guerrilleros en cada uno de los periodos de nuestra historia; pero algunos de los ejemplos de la Revolución de 1910 a 1917 bastan para afirmar que si las guerrillas no las alimenta en todos sentidos el pueblo, o mueren por inanición o son destruidas por el enemigo. Porque no son las guerrillas las que levantan la revolución sino la revolución la que levanta y dirige las guerrillas. Las guerrillas son instrumentos del movimiento popular y no el movimiento popular instrumento de las guerrillas.

El zapatismo, el gran movimiento encabezado por Emiliano Zapata contra el gobierno de facto de Victoriano Huerta, asesino del presidente Francisco I. Madero, es un ejemplo acabado del movimiento guerrillero victorioso. Las tropas federales, dirigidas por el gobierno de la usurpación, el de Victoriano Huerta, que era el mismo ejército profesional de la dictadura de Porfirio Díaz, perseguían a los guerrilleros de día y de noche, pero casi nunca los encontraban. Los jefes militares preguntaban a los campesinos que trabajaban la tierra si habían visto a los guerrilleros y les contestaban invariablemente que no habían aparecido en esa región. Pero cuando las patrullas del ejército eran poco numerosas, los campesinos sacaban el fusil de los surcos y disparaban sobre ellas. Los campesinos servían de enlace a los grupos de guerrilleros; sus mujeres hacían la comida que llevaban a su destino evadiendo los caminos y las veredas; curaban a los enfermos o heridos en la montaña, en lugares inaccesibles. Así, las guerrillas, convertidas más tarde en el Ejército del Sur, pudieron movilizarse con éxito. Estas guerrillas tenían una dirección política: la de los jefes que habían redactado el Plan de Ayala, con las reivindicaciones inmediatas y futuras de las masas rurales, y que después se unificaría con la dirección de las guerrillas que llegaron a transformarse en la imponente División del Norte.

Francisco Villa, después de José María Morelos, es el gran guerrillero de la historia de México. John Reed, el famoso autor de Los diez días que conmovieron al mundo, en su obra titulada México insurgente, escrita tres años antes, describe cómo surgieron las guerrillas en el norte de nuestro país, cuál fue el apoyo que el pueblo les dio y cuál la dirección política que tuvieron.

La teoría de la espontaneidad de las masas es falsa. Lenin la condenó haciendo ver que sin una vanguardia ideológica y política, las masas están expuestas a constantes derrotas. Las guerrillas no pueden constituirse en centro de dirección política para las masas populares. Son instrumentos armados del movimiento popular políticamente organizado y dirigido. Tampoco son concebibles las guerrillas urbanas sin el apoyo de las guerrillas rurales que pueden actuar con eficacia en las regiones montañosas. Pero ni las guerrillas rurales ni las urbanas tienen perspectiva de vencer sin un partido que las conduzca.

La historia del pueblo mexicano enseña, en consecuencia, que las guerrillas aparecen como fruto de una revolución en marcha, o de la resistencia popular contra el invasor extranjero. Esto es lo que explica el fracaso de la única guerrilla aparecida hasta hoy en nuestro país, la que asaltó el cuartel del ejército en Ciudad Madera, Chihuahua, en septiembre de 1965, en donde un grupo de estudiantes y maestros de escuela se alzaron contra el gobierno de ese estado y el de la República para derribarlos e instaurar el régimen socialista. No los siguieron los campesinos ni los obreros. El documento teórico que los guerrilleros redactaron refleja una tremenda ignorancia de los principios del socialismo científico y una falsificación lamentable de la Revolución China y de la Revolución Cubana. Su sacrificio fue inútil.

 

LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO

¿Se puede golpear eficazmente al imperialismo norteamericano luchando contra los gobiernos latinoamericanos que sirven a sus intereses y remplazados por otros? Esta pregunta surge, porque los guerrilleros que actúan en algunos países de América Latina consideran que su lucha es, fundamentalmente, contra el imperialismo yanqui. A este respecto vale la pena recordar una parábola del socialista utópico Henri de Saint-Simon, en la que supone que muere súbitamente el rey de Francia y se pregunta qué ocurrirá. Responde que sería remplazado en el acto por otro de la misma dinastía. Pregunta después qué acontecería si desaparecieran al mismo tiempo los duques, condes y marqueses más brillantes de la aristocracia, y contesta que serían sustituidos por otros. Formula la misma interrogación tratándose de los banqueros, de los grandes comerciantes e industriales, y dice lo mismo: serían remplazados por otros, representativos de los mismos intereses. Luego interroga qué podría sucederle a Francia si perdiera los mejores matemáticos, físicos, químicos, biólogos y otros hombres de ciencia; los mejores ingenieros, los más altos obreros calificados y los exponentes mayores de la investigación científica, del saber y de la cultura. En este caso, afirma, Francia caería postrada por largo tiempo y pasaría a ser una nación de segunda importancia.

Parafraseando esa parábola y aplicándola a la realidad política de América Latina, se podría decir que si cae un gobierno antipopular y antinacional en cualquiera de nuestros países, sin que cambie la correlación de las fuerzas sociales y políticas, el gobierno será remplazado por otro de la misma calidad, al servicio de los intereses del extranjero. En otros términos, para que un gobierno dictatorial o tiránico sea remplazado por otro de tipo democrático, se necesita una revolución que remplace no sólo a los hombres, sino a la clase social que detenta el poder. Porque una revolución es el cambio del régimen de propiedad establecido para proteger una forma determinada de la producción por otro sistema de propiedad que no levante obstáculos al progreso social. Una revolución es el antagonismo inconciliable entre el incremento del producto nacional y la forma injusta en que se distribuye. Y para que la revolución se produzca, las condiciones objetivas y subjetivas deben ser propicias. Sólo así podrá establecerse un gobierno democrático, progresista, que realice cambios sustanciales a la estructura económica y social de un país, y tenga la fuerza suficiente para anular a los reaccionarios del interior y a la presión del imperialismo.

Algunos de los jefes de las guerrillas que existen en América Latina ven en su movimiento el imán que ha de aglutinar a las fuerzas populares para construir el régimen socialista. ¿Las condiciones en las que América Latina vive actualmente son favorables a la instauración del régimen socialista de inmediato? ¿El desarrollo económico, la correlación de las fuerzas sociales, la influencia de los partidos marxistas-leninistas y la educación política de las masas populares, en su conciencia colectiva, están preparadas para el advenimiento del socialismo ahora mismo? Como meta inmediata y general, considerada América Latina en su conjunto, es evidente que no ha llegado todavía el momento para la edificación del socialismo. El caso de Cuba no se va a repetir otra vez, porque cada pueblo seguirá su propia vía para el desarrollo revolucionario.

Lo que es evidente es que las condiciones están dadas para un gran movimiento popular, pacífico o armado, o las dos cosas a la vez, que sustituya a las oligarquías de terratenientes, grandes comerciantes y banqueros, por gobiernos democráticos sostenidos por el pueblo, para realizar reformas sustanciales que la estructura económica y social de las naciones latinoamericanas necesita desde hace mucho tiempo. Esto no sólo es posible, sino que los movimientos populares para esos propósitos se producirán dentro de poco con características propias en cada país, a lo largo del continente, con excepción de Cuba, que ha entrado a una etapa más avanzada, la de la construcción del socialismo, y también de México.

La revolución iniciada en nuestro país en 1910 lo ha transformado, haciendo posible que pase de país agrario primitivo y exportador de minerales en bruto, a la condición de país agrícola e industrial. Se caracteriza hoy por un proceso de nacionalización, no sólo de las ramas de la industria básica —petróleo, petroquímica, electricidad, carbón, fierro y acero— sino también de centros importantes de la industria manufacturera, y por la creación de una serie de instituciones de crédito y de servicios sociales que han contribuido a elevar el nivel de vida de importantes sectores de la clase obrera y de los trabajadores que forman la nueva clase media mexicana, compuesta por técnicos y obreros calificados que se dedican a impulsar el desarrollo económico y social de la nación. Nosotros hemos afirmado y repetido, que para el Partido Popular Socialista el camino para llegar al socialismo es la Revolución Mexicana, que debe ser llevada a sus últimas consecuencias. Hemos dicho también que la política de nacionalización en un país influido por el imperialismo, como el nuestro, en el terreno económico, equivale a descolonizarlo.

La revolución no termina con la llegada de una nueva clase social al poder. Este hecho es sólo la primera fase de la revolución. La siguiente es la edificación del nuevo sistema de la vida social, basado en un concepto distinto de la propiedad y en una forma más equitativa de distribución de la riqueza, en una vida democrática más amplia y en nuevas formas de la vida social, educativa y cultural. La Revolución que estalló en 1910, y que tres años más tarde se convertiría en movimiento armado, costó a nuestro pueblo por lo menos un millón de muertos y la destrucción de gran parte de su patrimonio material. Triunfó y ha pasado por diferentes periodos de ascenso, gracias al empuje de las fuerzas democráticas y de la obra de los gobiernos fieles al movimiento popular. Pero esta revolución no ha concluido. Lo que falta por hacer, en el periodo de transición en que nos hallamos hasta llegar al socialismo, es muchísimo más de lo que se ha logrado. Esto que falta por realizarse acelerará el advenimiento del nuevo régimen, como consecuencia de la lucha de la clase obrera y de sus aliados.

A los antiguos pueblos coloniales de África y de Asia, y a los pueblos semicoloniales de América Latina, les está vedado el camino del capitalismo clásico, porque cuando pudieron seguirlo el imperialismo lo impidió, por haber hecho imposible su capitalización interior y su desarrollo industrial, y porque no han llegado todavía al régimen socialista. Su vía es la del nacionalismo revolucionario, que contribuye a acelerar su independencia económica y el advenimiento del socialismo de mañana.

Si el imperialismo es, ante todo, un fenómeno económico, la única manera de combatirlo es conquistar la independencia económica nacional. Para este fin, el partido de la clase obrera y sus aliados deben luchar intransigentemente por el logro de objetivos concretos y justos, que pueden arrastrar a otros sectores sociales, incluyendo a la burguesía nacionalista que resiste al imperialismo en defensa de sus propios intereses. Dos casos de nuestra reciente experiencia lo demuestran. Hasta 1937, la industria del petróleo en nuestro país se hallaba en manos de los dos grandes monopolios internacionales: la Standard Oil Company y la Royal Dutch Shell Company. La producción se exportaba sin refinarla sino en parte mínima. México tenía que importar los productos del petróleo, de su propio petróleo. La agricultura, la industria, los transportes y aun la energía eléctrica se habían detenido en su desarrollo, porque carecían de la principal fuerza energética, y de combustibles y lubricantes abundantes y baratos. A partir del 18 de marzo de 1938, en que se llevó a cabo la expropiación y la nacionalización de la industria petrolera, no sólo ésta cambió convirtiéndose en una industria de transformación, sino que impulsó los ferrocarriles, maquinizó el campo, creó las estaciones termoeléctricas y llegó a la etapa de la petroquímica, que ya representa un renglón importante de la producción nacional. Antes de que se llegara al conflicto con las empresas extranjeras, la Confederación de Trabajadores de México explicó ampliamente al pueblo la situación; ganó adeptos para la lucha que sostenía y cuando planteó la expropiación y la nacionalización recibió el apoyo resuelto de todos los sectores sociales que luchaban por el progreso independiente del país.

El otro caso es el de la industria eléctrica. La demanda del Partido Popular Socialista, de nacionalizar la industria eléctrica, formulada desde su origen en 1948, no contaba con muchos partidarios, porque parecería si no imposible, difícil de lograrla. Sin embargo, poco a poco la lucha por la nacionalización de la industria llegó a formar un verdadero frente nacional de opinión, que condujo al gobierno del presidente Adolfo López Mateos a dar ese paso de importancia.

Ahora está en marcha la lucha por establecer condiciones precisas a las inversiones extranjeras directas. Nos encontramos en plena batalla por este propósito, lo mismo que por la nacionalización del crédito para conducirlo obligatoriamente y de preferencia a la agricultura y a la industria.

 

EL CAMINO A SEGUIR ES DURO

¿Qué el camino es largo? ¿Qué la etapa de transición que estamos viviendo es difícil? Es cierto. Pero es el único camino que nuestro pueblo ha construido y que las fuerzas revolucionarias y los partidarios del socialismo tenemos enfrente. Las guerrillas, para arrastrar al pueblo mexicano a una nueva revolución, en las condiciones actuales de México no pueden prosperar por razones objetivas y subjetivas. En el supuesto caso de que se provocara una guerra civil, valorando las fuerzas sociales y políticas que están en juego, con dos mil kilómetros de frontera terrestre con los Estados Unidos, sin guarniciones ni defensas naturales, un movimiento de esta naturaleza conduciría al establecimiento de un gobierno de la derecha y no de la izquierda. Nuestra tarea, la de todas las fuerzas revolucionarias y democráticas, es la de impulsar la Revolución Mexicana, respetando la línea estratégica y táctica que las fuerzas progresistas de otros países hermanos del nuestro han elegido para alcanzar las metas inmediatas y futuras que se han propuesto.

 

LOS PARTIDOS Y LAS FUERZAS DEL SOCIALISMO

La consigna de la revolución simultánea contra los gobiernos de América Latina carece de bases teóricas válidas a la luz del materialismo histórico y es inoperante, lo mismo que las concepciones idealistas y románticas, porque son tesis que no tienen nada que ver con el marxismo-leninismo. También el llamamiento de Bertrand Russell, en su "Mensaje al Tercer Mundo", que publicó el periódico Marcha, de Montevideo, Uruguay, en su número 1330 del 18 de noviembre de 1966: "La respuesta efectiva al imperialismo norteamericano es un Vietnam en cada continente", que equivale a la del "Che" Guevara sobre la necesidad de fomentar dos o más Vietnam en nuestro hemisferio. Todas estas palabras de orden ignoran a las masas, rechazan al proletariado y glorifican la espontaneidad. Nosotros, los que integramos el Partido Popular Socialista, fieles a la filosofía del materialismo dialéctico, del materialismo histórico y del internacionalismo proletario, sostenemos como válida la línea táctica y estratégica de la diversidad de caminos para llegar a las formas superiores de la vida social. Las vías actuales orientadas hacia el progreso conducen al socialismo, no sólo en América, sino en el mundo entero. Pero no marchan los partidos y las fuerzas del socialismo a la misma velocidad ni pueden obedecer a un centro común de dirección, porque el desarrollo histórico desigual no plantea los mismos objetivos en la etapa de transición entre el capitalismo y el socialismo, para el partido de la clase obrera en todas partes.

 

LA MUERTE DEL "CHE" GUEVARA

La muerte del "Che" Guevara fue dramática, porque no contó con el apoyo real de las masas rurales y de la población indígena; no tuvo la cooperación del proletariado; no logró movilizar a ningún sector social importante, que ignoró su presencia en la selva de Bolivia. La guerrilla que dirigía era una pequeña fuerza compuesta por extranjeros y sólo por algunos bolivianos, en un ambiente físico duro y agobiante. Llegó un momento en que careció de alimentos y medicinas. Enfermo y aislado del pueblo al que quiso servir, fracasó. Y como lo empiezan a revelar algunos hechos y circunstancias ligados a su empeño, fue traicionado por algunos de los que lo acompañaban. Es muy lamentable que los hombres dispuestos a dar su vida por una causa justa caigan de esa manera.

En este periodo de transición histórica, nuestros pueblos no necesitan mártires, sino cuadros políticos de alto nivel, de acuerdo con la teoría revolucionaria de la clase obrera, para que fortalezcan al partido del proletariado, eduquen políticamente a las masas populares, luchen avanzando y no retrocediendo, prevean los posibles fracasos y los eviten. Sin cuadros capaces la lucha es muy difícil. Por eso hay que cuidarlos, para que su vida sirva lo máximo y la entreguen cuando sea preciso, pero no en empresas individuales por heroicas que sean.

 

NI DESVIACIONES DE IZQUIERDA NI DE DERECHA

Creer que las masas rurales o de la clase obrera son fuerzas revolucionarias sólo porque están integradas por hombres y mujeres que sufren la explotación es un grave error. Porque mientras no se politicen no pueden ganarse para la causa del socialismo. No comprenden que no pueden alcanzar su liberación sin cambiar el régimen social en que vivimos. En esas condiciones están condenadas a ser, de hecho, reservas de la burguesía y no de la construcción de la nueva sociedad, la sociedad socialista. Pero esa labor sólo puede realizarla un partido marxista-leninista que conquiste la vanguardia de la clase trabajadora y del pueblo, pero que la conquiste y no que diga ocuparla faltando a la verdad.

El Partido Popular Socialista cumplirá en el mes de junio del año próximo de 1968, veinte años de existir. Celebrará ese aniversario, entre otros actos, con un análisis crítico y autocrítico del desarrollo de México y del Partido. Tiene aún muchas fallas e indudablemente ha cometido errores. Pero ha avanzado sin detenerse. Ha crecido cuantitativa y cualitativamente. De un modo natural, debido a su lucha infatigable, ha conquistado ya un lugar importante en el escenario político y social de nuestro país. Ha pasado por todas las pruebas, saliendo de ellas siempre victorioso. Han surgido de su seno nuevos cuadros, remplazando a los que han fallecido y a los que se han cansado del combate, a los que lo abandonaron por oportunismo o por desviaciones de derecha o de izquierda, a los que no lograron situaciones personales que les permitieron vivir tranquila y cómodamente, reclamando puestos por razones de antigüedad, como en los escalafones burocráticos, pero sin ser militantes entusiastas, activos y disciplinados al Partido. Los nuevos cuadros se han formado luchando y estudiando, porque no se puede luchar sin saber ni saber sin luchar. En este periodo del proceso de la humanidad, los cuadros del PPS saben que sin estar al día en las ideas y sin aplicarlas a la realidad, no pueden ser revolucionarios verdaderos. Los que no se cultivan políticamente se quedan atrás repitiendo las consignas de hace veinte o diez años, que han dejado de ser eficaces y, por tanto, se convierten en unidades humanas anacrónicas.

La única esperanza verdadera y no imaginaria que tienen la clase trabajadora y las masas populares de México para seguir avanzando hacia el futuro luminoso que alienta a todos los pueblos del mundo, no obstante sus limitaciones actuales, es el Partido Popular Socialista.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NOTA:
A raíz de la muerte de Ernesto "Che" Guevara, en Bolivia, algunos miembros y organismos de base del Partido Popular Socialista se acercaron a la dirección nacional del Partido pidiéndole su opinión sobre aquel acontecimiento, para tener una idea de su significación política. En respuesta a esa petición, Vicente Lombardo Toledano, secretario general del PPS, redactó este documento en noviembre de 1967. Publicado en la revista Nueva Democracia num. 1. México, D. F., diciembre de 1967 y distribuido entre los estudiantes de las instituciones de educación superior.