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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


1985 Es secuestrado Enrique Camarena Salazar, agente encubierto de la Drug Enforcemente Administration DEA de los Estados Unidos.

Febrero 7 de 1985

 

 

El hecho ocurre aproximadamente a las catorce horas en las calles de Guadalajara, Jalisco, en donde el agente especial operaba desde 1981, cuando éste se dirigía a comer con su esposa Mika. Es secuestrado por cinco sujetos al salir de las oficinas del Consulado de los Estados Unidos, uno de los cuales se identificó a sí mismo como agente judicial federal. Le cubren la cabeza con una chamarra y lo obligan a subir a un auto Volkswagen que sale inmediatamente con rumbo desconocido.

El “Kiki” Camarena será torturado y morirá dos días después según el dictamen médico; pero su cadáver será encontrado cerca de un rancho en La Angostura, municipio michoacano de Vista Hermosa, hasta el 5 de marzo siguiente, junto con el de su piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar. La policía destruirá las evidencias que pudieran encontrarse en su cuerpo, lo que pondría al descubierto las complicidades existentes entre traficantes y autoridades, entre éstas, la del comandante de la Policía Judicial Federal Armando Pavón Reyes.

En apariencia, la acción criminal fue acordada por Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero, después se incorporó Miguel Félix Gallardo. “El bolsillo de Fonseca Carrillo era lo suficientemente grande: ahí cabían el comandante de Homicidios Gabriel González González, el comandante de Retenes Benjamín Locheo, y la decena de agentes de la Policía Judicial estatal que le habían asignado al narcotraficante como parte de su escolta personal. El propio gobernador Enrique Álvarez del Castillo era un aliado más de la organización criminal, en tanto que la administración de Miguel de la Madrid se mostraba tolerante con el negocio del narco. Todo iba bien hasta que El Kiki Camarena comenzó a reventar sus sembradíos y ranchos. La decisión de los dos integrantes de la organización del Pacífico de secuestrar al agente de la DEA marcó para siempre la historia del narcotráfico en México.'” (Hernández Anabel. Los señores del Narco).

El secuestro, tortura y muerte de Camarena fue el castigo a su “traición” a los narcotraficantes: se infiltró en sus filas y obtuvo la información para que en noviembre del año pasado, el ejército tomara el rancho El Búfalo, propiedad de Rafael Caro Quintero, cerca de Jiménez y Camargo, en la zona sur del estado de Chihuahua, donde trabajaban diez mil campesinos en la siembra y la cosecha de mariguana, e incautara la cosecha de casi mil hectáreas, con un valor potencial de varios miles de millones de dólares.

En respuesta al asesinato de Camarena, la DEA pondrá en marcha la Operación Leyenda al mando del agente especial Héctor Berrellez, la más grande realizada en su historia para investigar el homicidio de uno de sus miembros. Por su lado, el embajador norteamericano en México John Gavin instará al gobierno mexicano a unir esfuerzos para castigar a los culpables.

Los principales capos del narcotráfico en Jalisco, Rafael Caro Quintero, Rubén Zuno Arce, Miguel Félix Gallardo, Manuel Salcido El Cochiloco, Mario Verdugo y Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto, de los cuales Camarena logró ganarse su confianza y obtener información, serán arrestados, culpados de su asesinato y condenados a largas condenas por tribunales mexicanos, excepto Zuno Arce, pero no extraditados a los Estados Unidos.

Para investigar la muerte de su agente encubierto, en abril siguiente la DEA detendrá a dos sospechosos: Humberto Álvarez Machain, médico acusado de prolongar la vida de Camarena para ser interrogado cuando fue sometido a la tortura, y Javier Vázquez Velasco. Álvarez Machain será conducido a los Ángeles, California, en los Estados Unidos, sin que medie un proceso legal de detención y extradición, lo que provocará una protesta diplomática de las autoridades mexicanas por violación del Tratado de Extradición de 4 de mayo de 1978.

Asimismo, serán sometidos a los tribunales norteamericanos, los mexicanos Juan Ramón Matta Ballesteros, Juan José Bernabé Ramírez y Rubén Zuno Arce, pariente político del expresidente de México Luís Echeverría Álvarez.

Todos serán declarados culpables del secuestro y asesinato de Camarena por la Corte del Distrito de Los Ángeles, excepto Álvarez Machain, cuya detención y rapto dará origen a un prolongado y debatido juicio en Estados Unidos y México por haber sido aprehendido y trasladado de modo ilegal.

El caso Camarena pondrá en la agenda nacional el problema del tráfico de drogas, el poder económico que ha alcanzado y sus vínculos con importantes funcionarios y personajes encumbrados. Así trascenderá que el rancho El Búfalo trabajaba con la protección de todas las corporaciones policiacas y hasta del ejército, incluyendo la del general Juan Arévalo Gardoqui, entonces secretario de la Defensa Nacional del gobierno de Miguel de la Madrid. Para desviar la atención pública, la televisión oficial producirá una serie de programas dedicados a “desagraviar” al gobierno mexicano resaltando que, si bien México producía droga, los Estados Unidos la consumían.

Al extinguirse el cártel de Guadalajara de Caro Quintero, Juan José Esparragoza Moreno, alias El Azul, convocará a una junta de capos para acordar la repartición del mercado mexicano de las drogas. Se dice que de ahí surgirán cuatro grandes cárteles: Tijuana, a cargo de los hermanos Arellano Félix y Jesús Chuy Labra; Sinaloa, dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán Loera y Héctor Luis El Güero Palma Salazar; del Golfo, controlado por Juan García Ábrego, y el de Juárez, liderado por Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos.

Después de muerto, Enrique S. Camarena recibirá varios premios, entre ellos el más alto reconocimiento otorgado por la DEA a sus agentes. Sus allegados establecerán en su memoria la campaña del listón rojo, para mostrarles a los niños en las escuelas estadounidenses el peligro del consumo de drogas, campaña que será oficializada desde 1988 por la esposa del presidente Reagan.

Ese mismo año, en Estados Unidos la revista Time hará un documental sobre el agente asesinado de la DEA y dos años después, se realizará una miniserie sobre estos lamentables hechos para avalar la verdad oficial de que la muerte de Camarena fue una venganza de los narcotraficantes sinaloenses radicados en Guadalajara.

Sin embargo, el 13 de febrero de 1990 se hará público el informe de los agentes especiales de la DEA Wayne Schmidt y Héctor Berrellez. “En el documento de la agencia antinarcóticos se relatan los hechos ocurridos en México a principios de la década de 1980 y corren en paralelo a la época en que el presidente Ronald Reagan y el vicepresidente George H. W Bush pusieron en marcha el plan Irán-contra. Durante casi una década (1981-1989), la CIA apoyó el movimiento armado de la contra nicaragüense para derrocar al gobierno establecido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La agencia de inteligencia ejecutó su designio por medio de financiamientos y supuestas misiones humanitarias. Eran los años de la Guerra Fría: Estados Unidos consideraba que el FSLN era un gran peligro para la región debido a sus tendencias marxistas-leninistas, y que en Centroamérica estaba a punto de gestarse una nueva Cuba. El 11 diciembre de 1982, el Congreso estadounidense aprobó una enmienda constitucional… en la que se prohibía que para 1983 la CIA siguiera gastando más dinero para apoyar el derrocamiento del gobierno de Nicaragua…en 1984 Reagan obtuvo una partida de 24 millones de dólares para apoyar a la contra nicaragüense… la cantidad de recursos resultó menor a la que esperaban. A principios de ese mismo año, el consejero de seguridad nacional Robert McFarlane sugirió animar a otros países para que contribuyeran con el movimiento y de esa forma conseguir más fondos para la contra. El responsable de esa operación fue el teniente Oliver L. North.

Ante… la insistencia de Reagan en seguir financiando a la contra, en 1985 el Congreso estadounidense creó restricciones más enérgicas para impedir que la CIA, la Defensa o cualquier otra agencia de Estados Unidos brindara apoyo directo o indirecto, por medio de operaciones militares o paramilitares, a cualquier grupo o nación. Cuando en 1986 estalló el escándalo Irán-contra, el equipo de Reagan reconoció que "algunos de los recursos obtenidos por la venta de armas de Estados Unidos a Irán fueron destinados a los contras” … Varios funcionarios de la CIA no sólo violaron la prohibición que había hecho el Congreso, sino que se coludieron con narcotraficantes de América Latina para obtener recursos destinados a la contra nicaragüense. Los principales países involucrados en esas operaciones fueron Panamá, México, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Colombia y Guatemala… (Así) existió tolerancia para que diversos capos de América Latina traficaran drogas hacia Estados Unidos, a cambio de que también donaran recursos ("dinero en efectivo, armas, aviones, pilotos, servicios aéreos y otros materiales") a la contra nicaragüense, entre ellos socios de la organización del Pacífico como Félix Gallardo, Caro Quintero y Fonseca Carrillo”. (Hernández Anabel, ya citada). (El informe completo está en Esquivel J. Jesús. La CIA, Camarena y Caro Quintero: La historia secreta).

Además, se puso al descubierto que, en un rancho con pistas de aterrizaje para el trasiego de drogas de Caro Quintero, ubicado en Veracruz, se entrenaban “contras” bajo la dirección de la CIA y al amparo de la Dirección Federal de Seguridad DFS, comandada por José Antonio Zorrilla Pérez, que al parecer administraba el rancho El Búfalo del mismo narcotraficante, que por su escasa escolaridad evidentemente era incapaz de dirigir operaciones a tan gran escala.

Indagar sobre estas actividades de la CIA, los narcos y altos funcionarios civiles y militares mexicanos, le costó la vida al periodista Manuel Buendía el 30 de mayo de 1984.

“En 1999, Héctor Berrellez, el responsable de la Operación Leyenda, quien obtuvo algunos de los casetes del interrogatorio en el que murió Camarena, señaló en una entrevista con el diario USA Today: "En las cintas, los vendedores de droga le preguntan repetidamente a Camarena:' ¿Qué sabes de la CIA? ¿Qué sabes acerca del involucramiento de la CIA con la plantación?”. (Hernández Anabel, ya citada).

En octubre de 2013, la cadena de televisión estadounidense "Fox News" y la revista mexicana "Proceso" difundirán la entrevista de tres exagentes de la CIA, que sostienen que el secuestro, la tortura y el asesinato de Kiki Camarena fueron perpetrados por la propia CIA, dado que él había descubierto que esa Agencia, en complicidad con los narcotraficantes, obtenía recursos de la venta de la droga para destinarlos al financiamiento de los "contras" nicaragüenses que pretendían derrocar al presidente Daniel Ortega. 

En el año de 2020 la serie The Last Narc recoge los testimonios de Mika, la viuda de Camarena, y Héctor Berrellez, así como de tres expolicías corruptos. En el documental se insiste en que Camarena murió por haber descubierto la intervención de la CIA en el tráfico de cocaína por México que realizaban Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero, y que además introducían armas a México que después enviaban a la guerrilla de la Contra en territorio nicaragüense. En la serie aparece un mercenario cubano al servicio de la CIA, veterano de la invasión de Bahía de Cochinos y de la guerra de Vietnam, como el principal interrogador de Kiki Camarena durante su atroz tortura.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.