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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1987 Discurso de Manuel J. Clouthier al asumir la candidatura presidencial del PAN

Noviembre 22 de 1987

Tarea de articulación de una lucha popular: Eso debe ser la campaña

Antes que nada deseo agradecer la confianza que han depositado en mí para encabezar, como candidato a la Presidencia de la República, una nueva etapa en la lucha política para conseguir el cambio que transforma a México en una patria ordenada y generosa.

Ser el candidato presidencial de Acción Nacional es un altísimo honor que impone severas responsabilidades. Luís Cabrera en 1946, al declinar su postulación, la consideró “La más alta distinción que puede conferirse a un ciudadano”. En los mismos términos se expresaron posteriormente al aceptar esta candidatura, don Efraín González Luna, Luís H. Álvarez, José González Torres, Efraín González Morfín y Pablo Emilio Madero.

Para mí, además de un honor, representa un compromiso. Así lo siento, porque esta campaña será la continuación de la heroica lucha que miles de panistas de toda la República han sostenido a los largo de ya casi medio siglo por la salvación de México. Por eso quiero rendir en este momento un homenaje a los fundadores y a todos aquellos panistas que en las distintas épocas han sostenido con reciedumbre y entereza el pendón de la dignidad ciudadana y la proclamación en las plazas públicas de los más altos valores del espíritu en la vida política nacional.

Vamos a dar esta campaña dentro de la más acendrada mística panista, mística de entrega a las mejores causas de la nación con profundo sentido de servicio al pueblo. Es por ello que por encima de las simpatías personales a partir este momento imperará entre nosotros la “camaradería castrense” de la que hablará Efraín González Luna. Será ese estilo de hermandad en los ideales, el que nos dará la fuerza para conquistar la victoria.

Hace un año, cuando la voluntad del pueblo de Sinaloa fue burlada y atracada por el gobierno, expresé: “aún no he empezado a luchar”. Esta frase no fue sólo una expresión de indignación por el fraude electoral. Fue la ratificación de mi convicción profunda de que la conquista de la democracia, la justicia y la libertad exige esfuerzo permanente y sacrificios constantes de todos los mexicanos que aman su patria. Seguir en la lucha con renovados ánimos sobreponiéndose al maquiavelismo del sistema, constituye nuestra primera victoria, porque significa que nuestras almas siguen vibrando por los mejores ideales y nuestra voluntad no ha sido quebrada por los atropellos del régimen.

Al iniciar esta campaña, los invito a que repitamos todos los días, frente a los obstáculos y las debilidades que nos asalten, esta misma renovación de propósitos de lucha. Sólo así podremos ser la levadura del pueblo, sólo así contaremos con autoridad moral para convocar a los mexicanos a unirse en torno al programa y a los candidatos de Acción Nacional.

Esta campaña va a exigir de todos nosotros algo más que buenas ideas y espíritu de lucha. La situación en la que se encuentra el país nos demanda también audacia. El sistema político del priato ha quebrado al Estado y empobrecido al pueblo. La oligarquía que se ha apropiado del gobierno y ha monopolizado el poder, pretende legitimar su hegemonía con promesas de "modernización" y con expresiones retóricas que traicionan y contradicen aun en el mismo momento de pronunciarlas. Nuestra audacia nos debe llevar a desenmascarar el nuevo engaño.

El grupo que usufructúa el poder ha sometido el orden jurídico, la educación y la economía a sus propósitos facciosos de permanencia eterna en el ejercicio del gobierno. No ha dudado en recurrir a la represión, a la intimidación institucional, a la difamación, al control de los medios de comunicación y a la demagogia.

- La Constitución, luego del manoseo sexenal al que ha estado sujeta, no expresa ya las auténticas aspiraciones del pueblo, sino un supuesto "proyecto de nación" al gusto de la minoría que domina los espacios legislativos que pueden transformarla.

- La economía nacional ha sido destruida inmisericordemente.

- Somos el segundo país más endeudado del mundo.

- El costo de los intereses de la deuda externa representa casi el 60 por ciento de los ingresos del gobierno.

- Estamos ya en un proceso de inflación galopante que en este año pasará del 140 por ciento.

- El crecimiento económico se ha detenido. En este sexenio será negativo.

- Cunde el desempleo. Durante esta administración se habrán creado un millón de plazas de trabajo, cuando debieron haberse creado por lo menos seis millones, en virtud de que cada año un millón de mexicanos ingresa al mercado de trabajo.

- El peso cada día vale menos. En tan solo este sexenio ha caído de cerca de 100 pesos por dólar en 1982 a más de 2,500 pesos por la misma divisa.

- El sistema educativo nacional está en ruinas. Según el rector Carpizo, el 92 por ciento de los muchachos que pretenden ingresar a la UNAM no son capaces de alcanzar el 6 de calificación.

Tenemos en cifras oficiales, un promedio nacional de 5o. año de primaria, la deserción escolar a nivel primaria es altísima y hay más de 15 millones de analfabetas.

- El campo mexicano no cubre las necesidades nacionales el pueblo come cada día menos huevo y carne. Importamos anualmente más de 6 millones de toneladas de granos.

- El centralismo ha debilitado a la Nación. Los estados de la Federación se han convertido en colonias del Centro y los ciudadanos de la provincia son tributarios de la gran capital.

Los usufructuarios del poder declaran abiertamente que se sienten satisfechos, porque el país no se les ha deshecho entre las manos, y reclaman nuestros aplausos para quien promete que habrá continuidad con esta perversa obra.

Sólo los ingenuos y los cómplices pueden encubrir semejante desastre. Sólo los beneficiarios del actual estado de cosas se pueden sentir molestos de que se presente la realidad nacional tal como es sin maquillajes ni eufemismos.

A nosotros nos corresponde denunciar esta destrucción del país. Nosotros no podemos callar frente a esta depredación a que ha sido sometido el país en aras de mantener a una minoría en el poder, minoría, sí, porque, hay que decirlo desde ahora, aquellos que se dicen representantes de "las mayorías" no lo son. Hace tiempo que sus propias cifras electorales amañadas e infladas lo niegan. Tienen la fuerza para imponerse, pero no tienen ni legitimidad de origen ni legitimidad de ejercicio, lo cual los priva de la autoridad moral.

Bien sabe esta minoría estridente que usa los recursos públicos para autopromocionarse y comprar silencios, que no representa a la mayoría de los mexicanos y por eso intenta trastocar el sentido de la democracia. Menosprecia la democracia electoral llamándola despectivamente "anglosajona" o "eurocentrista", y habla de una democracia "a la mexicana" que no necesita de los votos de los ciudadanos para legitimarse. Por eso mediante el fraude ahuyenta a los votantes de las urnas y sonríen socarronamente ante el abstencionismo porque, dicen, el que calla otorga.

Esto no puede continuar. La situación exige de todos nosotros poner manos a la obra de la restauración nacional. Tenemos programa, tenemos partido, que no falten los hombres. Por mi parte aquí estoy, dispuesto a llegar hasta donde la ciudadanía lo demande.

Pero debo decirlo con toda claridad: ésta no es obra de un hombre solo. Ni siquiera de un puñado de estupendos líderes. Esta es una portentosa obra que corresponde al pueblo entero. Nosotros podremos acaso organizarlo y dirigirlo, pero será la propia ciudadanía la que deba tomar en sus manos la construcción de su futuro. No haremos ni caudillismo, ni paternalismo.

La campaña debe ser ante todo una tarea de articulación de una lucha popular. Vamos por el cambio, pero no por nuestro cambio, sino por el cambio que el pueblo marque.

La minoría en el poder, a través de sus escritores a sueldo, intenta atemorizar a la población, porque dice que hablar en este tono es violento y poco galante.

Las elegancias no se las merecen quienes han lastimado, saqueado y arruinado al país. Quieren que les hablemos y los critiquemos con palabras amables. Los tratamos como lo que son. Y por lo que ve a la violencia, nada más falso: nosotros estamos convocando al pueblo a poner en práctica una de las pocas cosas que quedan de la original Constitución de 1917: El ejercicio de la soberanía, que según nuestra genuina Carta Magna corresponde al pueblo, para mediante procesos electorales honestos y pacíficos modificar en todo tiempo la forma y el régimen de Gobierno.

AMIGOS PANISTAS:

En los próximos 225 días habremos de desplegar una campaña victoriosa. Entreguemos en estos días todo nuestro entusiasmo, entrega y valor por el cambio democrático de México. Que no haya un solo Estado, ni un sólo distrito fuera de esta gran batalla. Es cierto que no vamos a competir con un partido político. Vamos a enfrentarnos a una maquinaria de poder que se reserva para sí todas las ventajas y todos los recursos de la administración pública. Pero que no nos arredre el reto: si somos capaces de comunicar al pueblo nuestro mensaje, de devolverle la esperanza y de canalizar construcitivamente su enojo e irritación, nos constituiremos en una fuerza capaz de lograr el cambio. Debemos inflamar todos los corazones de México de un espíritu cívico activo y convencer:

- A los jóvenes, de que ellos poseen la fuerza y energía, la frescura y deseos de cambio que el país requiere.

- A las mujeres, de que la única salida es la acción de nosotros, de que vivimos en la era de reivindicaciones; de que ellas han sufrido la opresión y represión y han ido saliendo. Lo mismo tendrá que hacer México, y ellas pueden jugar un papel importante.

- A los burócratas, trabajadores y empleados de paraestatales, de que ellos no han vendido su dignidad, por la retribución que reciben por su trabajo.

- A los miembros del ejército, de que su lealtad es con la Nación, no con un partido, y no pueden estar con el opresor sino con el oprimido; de que ellos forman parte del pueblo y a él se deben; de que la fuerza se genera de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera.

- A los trabajadores, de que la dignidad exige no dejarse amedrentar y marcar por un sindicato que los afilia compulsivamente a un partido donde los únicos beneficiados son los líderes. Que la solidaridad es mejor que la lucha de clases y que en ella está la capacidad que tenemos para conjuntar nuestras voluntades, por encima de nuestras diferencias, y a pesar de nuestras divergencias, en aras de la meta superior que es México.

- A los empresarios, de que el pueblo los respeta por su función creadora de riqueza y fuentes de trabajo, pero repudia a aquéllos que se alían con los que los oprimen.

- A los indigentes, que representan un enorme porcentaje de los habitantes del país, de que lo más grave de los "tortibonos" es que se tengan que repartir, porque el gobierno los ha empobrecido con sus acciones hasta la desesperación. Lo deseable sería que no hubiera "tortibonos" porque todos tuvieran trabajo y con qué mantenerse sin tener que recurrir a la limosna oficial.

- Al pueblo en general, de que él es el mandante, el que debe de decidir cómo y por quién desea ser gobernado.

Nuestros compatriotas deberán, conjuntamente con nosotros, enseñarse a resistir y desobedecer a los que en el abuso del poder pretendían seguirlos oprimiendo.

La resistencia activa, pero no violenta, a la que vamos a invitar, no pretenderá destruir a nuestros enemigos, sino hacerlos entender que la sociedad mexicana ya no admitirá más abusos.

Esto exige de nuestra parte un partido mejor, más organizado y abierto, maduro y responsable, a la altura de las exigencias históricas.

A Jesús González Schmal y Salvador Rosas Magallón les manifiesto mi reconocimiento a su nobleza y compañerismo, lo mismo a Jorge Eugenio Ortiz Gallegos. En Acción Nacional no hay vencedor ni vencidos, todos tenemos un lugar en esta hermosa obra iniciada en 1939. Sé que ellos estarán también en la trinchera de esta batalla.

A mis contendientes de los otros partidos, los invito a que de inmediato concertemos las siguientes acciones en favor de la democracia y el bien de México:

1.- A firmar un pacto político en el que nos comprometemos a dar una campaña de altura, educativa y edificante para el pueblo. Esta declaración contendría en una de sus partes el compromiso de no aceptar un triunfo dudoso, fruto de un proceso electoral poco transparente, manchado por la ilegalidad, así como el reconocimiento de la victoria de quien resultare electo en las elecciones limpias y honestas.

2.- A sostener un debate televisivo en vivo y en red nacional el último miércoles de junio de 1988, con interrogatorio cuyas preguntas no conociéramos de antemano, formulados por Octavio Paz, Lorenzo Meyer, Margarita Michelena, Héctor Aguilar Camín y Luis Pazos etc. y otros intelectuales mexicanos.

3- A hacer una declaración pública de nuestro patrimonio personal y el compromiso de quien gane la elección de publicar cada año la declaración de ingresos a Hacienda y de modificación patrimonial todo verificable por auditores públicos designados por una comisión de 3 diputados de cada partido político.

Como candidato presidencial de Acción Nacional, voy a pedirles a todos ustedes, convencionistas, una primera acción de campaña. Un hermano panista de Yucatán, José Domingo Caamal, está preso desde el 19 de febrero de 1985 por un supuesto asesinato de otro amigo panista que lo acompañó a protestar por el fraude de Chemax Se trata de un preso político del que todo Yucatán sabe que es inocente.

Nosotros podemos y debemos sacar de su injusta prisión a José Domingo. Les pido que tan luego regresen a sus lugares de origen envíen telegramas a la Secretaría de Gobernación protestando por esa injusticia y exigiendo su liberación. Luego tomaremos otras medidas. Les pido que apoyen las acciones que con este propósito vayamos dictando. El solidarismo debe comenzar por nuestra propia casa, con nuestros compañeros de lucha.

MEXICANOS:

Reiniciaremos hoy con la campaña presidencial un movimiento político por el cambio democrático del país. Están dadas las condiciones para una nueva victoria del pueblo sobre el autoritarismo, la corrupción, la injusticia y el desarrollo. "¡Es la hora de luchar!".

Por la victoria, todos un paso adelante.

¡Viva Acción Nacional!

 

Fuente: Revista La Nación, Órgano Oficial del Partido Acción Nacional, diciembre 1°-15 de 1987, Año XLVI.