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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

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ISBN 970-95193

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1977Discurso en el segundo informe del gobernador Rubén Figueroa. Jesús Reyes Heroles.

Chilpancingo, Gro., abril 1º de 1977

 

 

II. DISCURSO PRONUNCIADO POR EL C. LIC. JESÚS REYES HEROLES, SECRETARIO DE GOBERNACIÓN, EN LA SESIÓN SOLEMNE EN QUE EL C. ING. RUBÉN FIGUEROA, GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE GUERRERO, RINDIÓ SU SEGUNDO INFORME DE GOBIERNO ANTE LA H. XLVIII LEGISLATURA DE ESA ENTIDAD. CHILPANCINGO, GRO., 1º DE ABRIL DE 1977.

Me instruyó el Presidente López Portillo para expresar su solidaridad activa con el pueblo de Guerrero. Muchos son los problemas que aquejan a esta entidad federativa, desde los males de un desarrollo desordenado, por irracional, hasta el atraso de comunidades de autoconsumo, colocadas fuera de la economía nacional y al margen prácticamente de la colectividad mexicana.

Nuestro Primer Mandatario tiene el firme propósito de contribuir sin reservas al desarrollo integral del Estado de Guerrero: el aprovechamiento cabal de sus recursos naturales, que van de sus paisajes a sus bosques, el aprovechamiento en beneficio de los guerrerenses y de los mexicanos; no un desarrollo fundado en la dilapidación de recursos naturales, sino en un aprovechamiento racional y encaminado a fines de justicia, seguridad y libertad; un desarrollo para el bienestar de los guerrerenses, que suponga empleos remunerativos, derecho a la salud, acceso a la cultura y unidad en el trabajo y en el disfrute equitativo de sus beneficios.

Rubén Figueroa ha cumplido una jornada más como gobernador del Estado de Guerrero. Es un año en que no se han disfrazado problemas ni se han eludido responsabilidades, en que, por igual, se trata de modificar el retraso económico y el retraso político; en que, comprendiendo el panorama del desarrollo desigual existente en esta entidad, se busca combinar factores y estructurar voluntades para alcanzar metas no utópicas, sino asequibles, al alcance de la mano. Ciertamente que existen fuerzas rezagantes en el Estado, que medran del atraso, que se nutren de la falta de comunicación, del Subdesarrollo y de la miseria. Un pluricaciquismo de variadas formas, con raíces en algunos casos seculares y que, por lo mismo, se combate con distintos métodos.

El Presidente López Portillo ha trazado, a partir del 1° de diciembre, una política realista de desarrollo global, que intenta romper círculos viciosos y superar cuellos de botella. Dentro de esta estrategia, dentro de esta concepción, capítulo especial ocupa esta entidad federativa, en que la coordinación de esfuerzos, el agrupa miento de productores y la eliminación de intermediarios tendrán que generar a corto plazo mayores y mejor repartidos ingresos.

El desarrollo de Guerrero plantea la necesidad de un plan integral. No destinar escasos recursos que operan como meros paliativos de una situación que, por su persistencia, crea efectos que no deben ser confundidos con las causas mismas de tal situación. Dejando a un lado tratamientos homeopáticos, se dispone de un plan global que implica enfrentarse a las causas, para lograr así resultados sanos, firmes, que, a su vez, den origen a nuevos resultados y transformen el círculo vicioso de la pobreza en un camino de autogeneración de recursos y beneficios.

Ajenos a cualquier paternalismo populista, sólo en apariencia generoso y en verdad contraproducente a corto plazo, para Guerrero se presenta un camino, que en el esfuerzo, el trabajo y la imaginación, puedo, simultáneamente, convertir en riqueza real la que sólo es potencial y nivelar las posibilidades de los más en el disfrute de un decoroso bienestar. No se ofrece un bienestar ficticio que se anticipa en el goce de una riqueza inexistente, con la quimera de que es posible consumir sin producir e invertir; no se trata de un populismo dadivoso, fundado en ilusiones y engendrador do amargas decepciones; populismo generador y generalizador de pérdidas nacionales, que esteriliza producciones y destruye toda auténtica capacidad de justicia social; populismo que es, en esencia, contrarrevolucionario. Se propone un plan para librar batallas simultáneas en muchos frentes y así lograr un mínimo vital para las grandes mayorías de esta entidad.

A los esfuerzos sistemáticos y bien orientados de los guerrerenses corresponde el gobierno federal con esfuerzos también sistemáticos y bien orientados; no con ayudas fragmentarias, por inconexas improductivas, sino apoyadas en un plan integral, rectamente trazado, dirigido a superar los muchos Guerreros, que van desde el del autoconsumo y la absoluta incertidumbre sobre el mañana, basta el del desperdicio irracional. Es la sociedad económica, cultural y socialmente, más que dual, plural, múltiple, la mezcla caótica, la abigarrada variedad.

El Presidente de la República ha convocado a todos los mexicanos a una alianza democrática, popular y revolucionaria para la producción. No el producir por el simple producir, no la producción indiscriminada en búsqueda de mayores utilidades, no las producciones superfinas para hacerles frente o fomentar hábitos consumistas. Estimulados por las necesidades, producir para satisfacerlas; que las reales, las auténticas necesidades de las grandes mayorías marquen las pautas de la producción. Una Alianza para la Producción que, sin negar naturales diferencias, diversidad de enfoques en clases, grupos y estratos, sitúa por encima de ellas un denominador común e incita a esfuerzos solidarios en bien de lodos y primordialmente de las mayorías populares. La inflación afecta fundamentalmente a las clases de menores ingresos y de ingresos fijos, y la mejor manera, la más efectiva, de combatir la inflación es con producción. De aquí, entre otras razones, el significado popular y revolucionario de la Alianza para la Producción.

Guerrero, por conducto de su gobernador, expresa su militancia decidida en esta Alianza para la Producción, y deben estar convencidos los guerrerenses que su colaboración será en beneficio de México y en beneficio de Guerrero.

Unidos, pueblo y gobierno, podremos lograr un solo Guerrero, con un modesto y extendido bienestar social, con el aprovechamiento riguroso de recursos disponibles, abandonando ilusiones deslumbradoras, pero falsas, conscientes de que son las duras realidades que hay que encarar el mejor acicate para un pueblo que, si ayer concurrió decisivamente a la historia de México, hoy puede contribuir a forjar un mejor futuro para los guerrerenses y los mexicanos.

El progreso de Guerrero no puede ser espontáneo; tiene que ser resultado de una coordinada participación de todos los guerrerenses: lanzar por la borda lastres y combatir fuerzas rezagantes, unir y ensamblar lo que parece yuxtapuesto. No aferrarse a un único método para la obtención de este progreso; saber que ante condiciones peculiares, habrá que emplear métodos peculiares. En algunas regiones se tendrá que corregir un desarrollo desordenado, armonizando los factores que lo componen, llenando huecos y desterrando deficiencias; otros lugares deberán desarrollarse suprimiendo vicios de origen, en que acciones coordinadas eviten crecimientos desproporcionados y contradictorios entre sí; hay zonas capaces de autosostener su desarrollo. Existen áreas en que el desarrollo puede efectuarse aceleradamente; otras, en cambio, requieren de cierto tiempo.

Llegar a una meta implica aproximarse a otra, y así sucesivamente. Tendrán que coexistir distintas formas de desarrollo y distintas vías, pero todas ellas articuladas dentro de un plan que prevea el objetivo supremo de valorizar los recursos naturales de Guerrero y valorizar el trabajo de los guerrerenses.

En verdad, señor gobernador, que no se trabaja "sobre un diseño definitivamente elaborado y absoluto"; en verdad que se va remodelando todos los días "con gran flexibilidad, según evolucionan los problemas y cambian las circunstancias". Sin embargo, están muy claros los fines que se persiguen, las hipótesis de que se parte y las premisas que pueden asegurar un desarrollo armónico, equilibrado, integral y, por tanto, saludable para esta entidad federativa.

Ni la inmovilidad ni la inercia tienen cabida en Guerrero. Son la decisión y la voluntad encaminadas a fines concretos las que pueden cancelar limitaciones, abolir marginaciones, hacer a un lado residuos semifeudales e iniciar relaciones económicas, sociales y políticas progresistas.

Se ha vencido, en buena medida, él estancamiento; se ha vencido, también en buena medida, la existencia puramente vegetativa; se ha desechado el espejismo de que el camino del desarrollo es fácil, directo y sin tropiezos. Hay, por el contrario, la conciencia de que es un camino áspero, sinuoso, lleno de dificultades y que si algo exige son esfuerzos sostenidos, acción unitaria, solidaridad de todos para con todos.

El país se enfrenta a una situación económica difícil. El gobierno no ha tratado de encubrir este hecho ni las medidas a que él obliga; con esfuerzos constantes, con racionalización de acciones públicas, sociales y privadas y con decisiones oportunas, saldremos de esta crisis, dado que contamos con recursos naturales y, sobre todo, con recursos institucionales que lo garantizan.

Partiendo de esta situación difícil, hay quienes pretenden un endurecimiento del gobierno, que lo conduciría a la rigidez. Tal rigidez Impediría la adaptación de nuestro sistema político a nuevas tendencias y a nuevas realidades: supondría ignorarlas y desdeñarlas. El sistema, encerrado en sí mismo, prescindiría de lo que está afuera en el cuadro social y reduciría su ámbito de acción al empleo de medidas coactivas, sin ton ni son, canalizando al fortalecimiento de la autoridad material del Estado recursos que demandan necesidades económicas y sociales. Es la prédica de un autoritarismo sin freno, ni barreras.

Endurecernos y caer en la rigidez es exponernos al fácil rompimiento del orden estatal y del orden político nacional. Frente a esta pretensión, el Presidente López Portillo está empeñado en que el Estado ensanche las posibilidades de la representación política, de tal manera que se pueda captar en los órganos de representación el complicado mosaico ideológico nacional de una corriente mayoritaria, y pequeñas corrientes que, difiriendo en mucho de la mayoritaria, forman parte de la nación.

La unidad democrática supone que la mayoría prescinda de medios encaminados a constreñir a las minorías e impedirles que puedan convertirse en mayorías; pero también supone el acatamiento de las minorías a la voluntad mayoritaria y su renuncia a medios violentos, trastrocadores del derecho.

Quiere esto decir que el gobierno de México sabrá introducir reformas políticas que faciliten la unidad democrática del pueblo, abarcando la pluralidad de ideas e intereses que lo configuran. Mayorías y minorías constituyen el todo nacional, y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley es base firme del desarrollo, del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social.

Que queden dos cosas muy claras: la política inmediata no reduce nuestras perspectivas, de ella parte la elaboración y ejecución de una política para lo mediato; y que se trata de realizar una reforma política, no para favorecer o perjudicar a uno u otro grupo, sino para acelerar sólidamente la evolución política nacional.

Quienes estamos convencidos ríe que la subordinación de gobernantes y gobernados a la ley es clave de convivencia pacífica, no admitimos para nadie el derecho de tolerar, y menos aún el de no tolerar modos de pensar distintos al suyo. La libertad de pensamiento obviamente da lugar a distintos modos de pensar; todos con derecho a la existencia y a su manifestación o expresión. Rechazamos actitudes que, a título de un modo de pensar, condenan otros e invocan el derecho a la intolerancia. Cuando no se tolera se incita a no ser tolerado y se abona el campo de la fratricida intolerancia absoluta, de iodos contra todos. La intolerancia sería el camino seguro para volver al México bronco y violento.

En una sociedad decidida a que la unidad democrática no excluya la pluralidad de ideas, es natural el encuentro entre éstas; pero realizado este encuentro en la discusión, en el dialogo, en la búsqueda de simpatías, tratando de convencer de la bondad de las ideas que se profesan y no de la maldad de las ideas en que no se cree.

Algunos, ante enfrentamientos ideológicos, desearían que surgiera la autoridad sin derecho, la que comprime y actúa sin norma que la preceda. Por otro lado, están los que recurriendo a las vías de hecho, violentas o atentatorias de derechos, desearían que en México se diera el triste caso del derecho sin autoridad. En contra de unos y otros, la posición del gobierno federal es bien clara: ni autoridad sin derecho, ni derecho sin autoridad.

La autoridad fundada en la ley, apoyada en ella, aplicándola, es más que suficiente para impedir que los conflictos de ideas puedan degenerar en conflictos de hecho, en violencia, sin sanción para los responsables. El derecho con autoridad y la autoridad precisamente con derecho garantizan que la intolerancia no se erija en sistema, que los conflictos no se conviertan en antagonismos irreductibles, que las contradicciones no nos lleven a una sociedad antagónica en sus bases y esencia.

La autoridad con derecho y el derecho con autoridad excluyen el abuso de poder.

No caeremos en las provocaciones de aquellos que desearían que se ejerciera la autoridad sin derecho, ni en las provocaciones de los que pretenden que dejemos al derecho sin autoridad.

El respeto a las leyes por parte de los Poderes de la federación garantiza la fortaleza del Estado, y no es necesario, para mantener ésta, apartarse de la vigencia de las leyes. No siendo lo mismo Estado y derecho, ambos, en el Estado de derecho, se apoyan mutuamente y se condicionan entre sí. Salvaguardar el Estado de derecho es tarea que concierne a todos los mexicanos, puesto que únicamente así se afianza nuestro destino común en la democracia, la libertad y la justicia.

El Estado mexicano es fuerte por su legitimidad constitucional y sustento popular, por sus facultades en materia económica y social; es un Estado fuerte que dirige, coordina y rige y no un Estado corcho que flota entre corrientes antitéticas contradictorias, que es objeto de presiones y no entidad capaz de decidir y orientar. Sabemos —lo que es muy importante— adonde queremos ir y sabemos por dónde queremos ir; tenemos delineada una meta, que conjuga libertad y justicia social, democracia e independencia nacional, y seguimos un camino que obliga a no emplear medios que vayan contra estos fines, un camino democrático, de libertad, justicia social e independencia.

Estoy seguro que el Estado de Guerrero realizará, con convicción y entusiasmo, las tareas que hoy México le demanda; estoy seguro que México responderá a la solidaridad de Guerrero con absoluta solidaridad.

Son muchos los problemas que afectan a los guerrerenses. El Presidente López Portillo me ha encargado les manifieste que no están solos en su lucha, que con los guerrerenses está todo México.

 

 

Fuente: Aguayo Quezada Sergio. La Transición en México. Una historia documental 1910- 2010. México. Fondo de Cultura Económica – Colegio de México. 725 pp.