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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

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1972 Discurso en Aguascalientes, Jesús Reyes Heroles.

Aguascalientes, diciembre 6 de 1972

 

Discurso pronunciado por el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, en el Teatro “Morelos” de la ciudad de Aguascalientes, el día 6 de diciembre de 1972. Por JESÚS REYES HEROLES

 

EL PRI ESTÁ EN LUCHA ABIERTA CONTRA LOS CACICAZGOS

 

AQUÍ EN AGUASCALIENTES, en 1932, se llevó a cabo la Convención Nacional Extraordinaria de nuestro partido, que fue trascendental para la evolución política de la nación. No sin enfrentarse a resistencias engendradas en el devenir del propio proceso revolucionario, el partido, volviendo a los orígenes de la Revolución, al Plan de San Luís, reafirmó el principio de no reelección, que ha sido factor decisivo en la estabilidad política del país y en la renovación ininterrumpida de hombres e ideas.

En 1932 se presentaba una situación delicada para el equilibrio del Partido Nacional Revolucionario. De un lado, grupos de senadores y diputados federales que se reelegían e intentaban dirigir la política en muchos Estados de la República; de otro, aquellos intereses ligados a la política regional, a la política de los Estados y que influían en las legislaturas locales. Algunas facciones operaban como cacicazgos regionales.

Hubo ocasiones que volvió a elegirse como gobernador constitucional a quien anteriormente lo había sido, violando el principio de no reelección, y había continuismo de senadores y diputados, que, mediante la reelección, adquirían una fuerza política de gran consideración o trataban de adquirirla en distintas entidades federativas de la República.

Eran grupos que chocaban entre sí, y para la nación tan grave hubiese sido que privaran las fuerzas centrífugas como las centrípetas. Mediante la no reelección de diputados y senadores y la ampliación de los períodos respectivos a tres y seis años, se logró una fórmula práctica, realista y de conformidad con las líneas más puras de los orígenes de la Revolución Mexicana. Se estableció un equilibrio dinámico que, impidiendo el triunfo de los intereses centralizadores, impidió, asimismo, el fortalecimiento de cacicazgos regionales.

UNA TAREA PRIMORDIAL DE LOS REVOLUCIONARIOS MEXICANOS

En recuerdo de aquella Convención, abordaremos algunos de los problemas políticos que hoy nuestro partido, con decisión y cautela, tiene que encarar. México, en torno al Presidente Echeverría, se halla empeñado en una serie de reformas globales que buscan la transformación de la sociedad en su conjunto. Formando parte muy importante de este plan se encuentra la reforma política. Esta tiene dos aspectos complementarios entre sí: la reforma política nacional y la reforma interna del partido.

La Revolución nació en lo político bajo el lema de "sufragio efectivo y no reelección". Sufragio efectivo es el respeto a las decisiones de las mayorías, tanto en el aspecto local como en el regional y, por supuesto, en el nacional. Los progresos políticos logrados en materia de sufragio efectivo no son parejos en lo regional, en lo municipal y en lo racional, y no son parejos de acuerdo con la división geográfica-política del país; hay zonas en que se ha avanzado más y hay zonas en que se ha avanzado menos.

Comprender estos diferentes grados de desarrollo político y encontrar sistemas que logren el sufragio j efectivo es tarea primordial de los revolucionarios mexicanos en el presente.

En el aspecto nacional se ha ampliado la ciudadanía con el voto de las mujeres, con el voto de los jóvenes a los 18 años, y se ha estimulado la participación política reduciendo la edad para ocupar puestos de representación. En el aspecto también nacional se ha perseguido la formación de partidos políticos para que, a través de ellos, se agrupen los hombres y mujeres de México, unificados en ideas, en intereses o en ambas cosas. Se han mejorado los sistemas electorales y se dan pasos para, que éstos cada vez sean más eficaces, desde el punto de vista democrático.

Para superar caudillismos, personalismos y fraccionalismos se constituyó un partido nacional; formado este y agrupando a las mayorías nacionales, se ha auspiciado la constitución de otros partidos, de acuerdo con la voluntad de partes de la ciudadanía. La Ley Electoral, al mismo tiempo que quiere partidos orgánicos, nacionales, permanentes, trata, mediante los requisitos que fija, de evitar la proliferación de partidos, su temporalidad y su carácter personalista. Tan negativo para un país es el unipartidismo absorbente y autoritario como el pluripartidismo excesivo, disgregante y anarquizante.

Nuestra obligación como dirigentes no se da exclusivamente frente a los miembros y militantes del partido, sino que tenemos un compromiso de mayor alcurnia con la nación. Siendo parte de la nación debernos subordinar fines estrictamente partidarios a los grandes propósitos nacionales. Creemos que los otros partidos tienen un compromiso igual ante el país.

EL PARTIDO SE ENFRENTA A PODEROSOS INTERESES CREADOS

Así como la sociedad está arriba del Estado, la nación está muy por encima de los partidos. Estos sólo son organismos voluntarios intermedios entre la sociedad y el Estado.

Ayer, en 1932, nuestro partido reafirmó su voluntad de luchar contra la reelección; hoy tenemos tareas de gran envergadura para lograr que impere, de una manera real y sin lugar a dudas, en todo el ámbito nacional, el principio del sufragio efectivo.

Al igual que la Convención celebrada en Aguascalientes en 1932, al reafirmar la voluntad del parado, de luchar por la antirreelección, se enfrentó a intereses creados claramente reeleccionistas, hoy nuestro partido, al expresar su inquebrantable decisión al combatir el cacicazgo, se enfrenta a poderosos intereses creados por el caciquismo o que por inercia lo apoyan.

Hace pocos años la posición de nuestro partido era dejar que el pueblo luchara contra el caciquismo. Hoy damos un paso más: el partido busca inducir al pueblo a vencer el caciquismo.

Vamos a detenernos brevemente en el examen de esta forma de política primitiva que se llama caciquismo y a señalar algunas de sus distintas especies ó tipos. No todos, por supuesto, únicamente aquellos que hemos podido determinar. Es un malestar que sentimos y que tratamos de definir, de caracterizar; es un malestar sentido, pero no bien definido.

Estamos enfrentándonos al caciquismo tradicional que en algunas pequeñas comunidades se vale de instrumentos elementales para el control ciudadano. Tales, por ejemplo, los siguientes casos: el único habitante que tiene teléfono, el que controla la agencia de correos; el de gatillo y pandilla, especie de clan o sea cacicazgo de pistola y terror; el que se da en comunidades indígenas, en que el saber leer y hablar castellano con frecuencia se presenta como un factor de imposición real; el de aquél que controla el agua y con ella se impone al que vive de la tierra. El caciquismo de la familia poderosa, que resiste al cambio que se vale de la incomunicación para comprar baratas las cosechas y vender caros los productos de consumo que lleva de otras partes de la República.

El caciquismo de falacia, el de la doble mentira, el que ejercen aquellos que a los pequeños pobladores les hacen creer que están muy bien parados con el centro, con los dirigentes políticos, con los funcionarios en turno, ya se estatales o nacionales, y a éstos les hacen creer que únicamente ellos pueden garantizar la paz en los pequeños poblados; y la sangre podría correr. En otros lugares, el cacicazgo ha nacido del abigeato y se sustenta en ofrecer garantías frente a éste, y no es extraño que el cacique que ofrece garantías frente al abigeato, en la penumbra lo practique o dirija.

Hemos encontrado cacicazgos ejercidos por familias que ya lo habían ejercicio durante el porfirismo y que nunca lo perdieron o lo perdieron por poco tiempo y después lo recuperaron. El aislamiento de ciertas colectividades ha facilitado esta anómala situación.

Hemos encontrado en municipios pequeños, caciques que son los dueños de la principal actividad económica en la localidad o que están ligados a intereses locales que, a su vez, son subsidiarios de intereses económicos nacionales. Mediante la dominación política se evaden impuestos y tal es la raíz y el móvil de estos cacicazgos.

Encontramos también cacicazgos de algunos que fueron revolucionarios y que, ensuciando su historial, invocan méritos del pasado para perpetuarse detrás del poder. En algunos lugares donde no ha llegado el crédito oficial, el cacicazgo le corresponde a aquel que atrás del mostrador tiene una ajada libreta donde figuran los préstamos usurarios que hace a los campesinos; la inmoral usura es aliada e instrumento de dominio político. Siendo el cacicazgo fenómeno político, casi siempre tiene algo de económico. En algunos casos surge del dominio económico; en otros, surge del dominio político. Pero, ya sea en formas rudimentarias o evolucionadas, ambos dominios tienden a conjugarse, a mezclarse y a apoyarse mutuamente.

NINGÚN GOBERNANTE PUEDE APOYARSE EN LOS CACICAZGOS

Junto a los viejos cacicazgos hay un nuevo caciquismo: aquel en que se da perfectamente clara la simbiosis entre poder político y poder económico. Si, como antes dijimos, en todo cacicazgo hay algo de económico y algo de político, en el nuevo cacicazgo la simbiosis se ve claramente: dos poderes, el económico y el político alimentándose entre sí, apoyándose uno en el otro. Es la modernización y el perfeccionamiento del viejo cacicazgo. El primitivismo, lo rudimentario ya no se da en esta nueva forma política; ella no se funda en el aislamiento ni en la ajada libreta donde figuran los deudores; maneja el crédito en grande y discrimina, al otorgarlo, de acuerdo con propósitos políticos; emplea el dinero en publicidad, en buscar apoyos, comprar o seducir influencias, aprovechando y fomentando la corrupción; ofreciendo créditos baratos a líderes o funcionarios, a dirigentes o militantes, negándoselos a los adversarios y otorgándoselos a los que pueden conseguir votos.

Hay compañeros que de buena fe —al menos así lo creo— nos dicen que es un error el combatir el caciquismo; que los caciques constituyen parte de la fuerza de nuestro partido; que nuestro empeño por desterrarlo va en contra de la estructuración del partido, que estamos rompiendo la columna vertebral del partido. Sinceramente no lo creo. Ningún gobernante puede apoyarse en los cacicazgos. Si lo cree, está en un error: es él quien apoya a los caciques. Si es discutible que el caciquismo cumplió una función, es, en cambio, completamente indiscutible que debe desaparecer en nuestros días.

En la escasa experiencia que tenemos en esta lucha, vemos que los pueblos, cuando combatimos caciques, han votado con entusiasmo, se han impuesto al abstencionismo, porque saben que al hacerlo están decidiendo su destino y están venciendo algo que rezaga a su colectividad.

En contraste con esta situación, vemos cómo se fomenta, cómo crece el abstencionismo en aquellas colectividades en que el partido, por el juego interno de fuerzas, por resistencias intencionales al cambio no ha podido postular candidatos que garanticen la eliminación del cacicazgo. Entiéndase bien, en algunos casos, por resistencia de fuerzas o poderes locales, no hemos podido, aun cuando lo hemos querido, repito, no hemos podido postular candidatos contrarios al cacicazgo. En estos casos la abstención aumenta, el pueblo no decide, se resigna, para después, quizás, estallar.

Tenemos que luchar, y así lo estamos haciendo, simultáneamente contra el viejo y bronco cacicazgo tradicional y contra el nuevo cacicazgo, el de la mezcolanza poder político-poder económico, A los compañeros les decimos que tan malos como los presta-nombres de inversionistas extranjeros son los prestanombres políticos, los testaferros del cacique. Tan perjudicial como el cacique es el que se deja caciquear y al hacerlo rebaja la investidura que ostenta.

NI QUEREMOS NI NECESITAMOS EL FRAUDE ELECTORAL

En este combate al cacicazgo se observan tendencias y posiciones que entorpecen los propósitos que perseguimos. Sostenemos que de todas las elecciones, únicamente queremos aquéllas que ganemos; que el fraude ni lo necesitamos ni lo queremos. En algunos casos, compañeros detenidos, estacionados, congelados en viejas prácticas "electoreras", que no electorales —que nosotros, por elemental higiene política, rechazamos, y nos sorprende que sean acogidas con entusiasmo por nuestros adversarios—, intentan recurrir al fraude: relleno de ánforas, votos de laboratorio, y al hacerlo cometen un crimen contra la democracia y una evidente tontería. Cuando se ha podido, se ha evitado.

También hemos observado en algunas luchas electorales que los partidos de oposición toman como candidatos a los desechos del Partido Revolucionario Institucional y esto singularmente ha ocurrido en aquellos lugares en que se postulan candidatos para eliminar el cacicazgo. Hay, en estos casos, partidos de oposición que agarran la moneda gastada, el candidato del cacique, y que cuentan con el apoyo de las autoridades municipales, que emplean las viejas prácticas fraudulentas como medio de lograr el triunfo de los caciques. Los partidos de oposición que han incurrido en esta menospreciable táctica en nada contribuyen a la evolución política de México. En el pecado llevan la penitencia.

Estamos convencidos de que la lucha contra el caciquismo es difícil, complicada y no uniforme en todo el país. También estamos convencidos de que es una lucha de siempre, constante y terca, como constante y terca es la tendencia a resurgir del fenómeno caciquil. Es la hidra con las siete cabezas que renacen a medida que se cortan y en que es imposible cortar las siete de tajo. Por lo consiguiente, cuando exhortamos a luchar contra el caciquismo, exhortamos a una lucha permanente, a acabar con los cacicazgos y a evitar que vuelvan a surgir. Siendo una anomalía política, tiene la resistencia de los monstruos.

Para vencer el caciquismo contamos con la perspicacia, la agudeza innata de nuestro pueblo, a la cual los dirigentes debemos responder con agudeza, perspicacia y además, firmeza y habilidad.

DESEAMOS UNA OPOSICIÓN ORGÁNICA Y PERMANENTE

Hemos dicho que la falla para un cabal sistema democrático en México no proviene exclusivamente de nuestro partido. Que frecuentemente se dice que hay imposición, cuando lo que ocurre es que falta la oposición. Con esto no subestimamos la oposición, es simplemente una evaluación de hechos. Dada la evolución política de México, por diversas razones, no contamos con una oposición orgánica que nos permita acelerar el progreso democrático.

En las elecciones que se han efectuado en el curso de los últimos nueve meses, o hemos carecido totalmente de oposición o ésta sólo ha registrado menos del diez por ciento de los puestos sujetos a elección y, lo que es más lamentable, en algunos casos, cuando ha registrado candidatos no ha podido acreditar el número suficiente de representantes ante las casillas electorales, a más de lo cual ha presentado como candidatos a aspirantes descartados por el PRI. Los hechos hablan a favor de nuestra afirmación.

Deseamos una oposición nacional, orgánica, permanente, ideológica y activamente política, aunque no haremos nada por fomentarla; no es nuestro papel como partido mayoritario, a más de que la viciaríamos de origen. La oposición o es natural, se apoya en sí misma, o carece de sentido y se convierte en parodia. Como no queremos parodia, sino auténtica oposición, no haremos nada para fomentarla.

La oposición cuenta con un ambiente propicio, en cuanto se respira un clima de absoluta libertad, en que las ideas pueden expresarse sin cortapisas, en que puede manifestarse lo que se piensa, decirse lo se quiera, en que hay libertad para adherirse a distintas tendencias, a distintos partidos.

Nuestra contribución a la evolución política de México consiste en: combatir el cacicazgo; el absoluto respeto que tendremos por nuestros adversarios: el propósito indeclinable de que de todas las elecciones, únicamente reclamaremos aquellas que hayamos ganado; la contienda interna que libramos en contra de viejas prácticas "electoreras"'; el mejoramiento de nuestros métodos para seleccionar candidatos; en suma, en la subordinación del partido a los fines prioritarios de la nación y de su progreso político.

Necesitamos una oposición capaz, apta para cumplir su responsabilidad ante la nación, firme en sus ideas y en sus hombres, no dispuesta a nutrirse con nuestros desechos ni ávida de porciones gratuitas, empeñada en conquistar, en la sana emulación, en el convencimiento del pueblo, la representación política, el arribo a las posiciones decisorias. Luchando nosotros limpiamente, por seguir siendo partido mayoritario, curando nuestras enfermedades —que las tenemos—, contribuimos a la evolución política del país.

Reiteramos: no queremos luchar con el viento, con el aire; lo que resiste apoya. Requerimos una sana resistencia que nos apoye en el avance político de México.

Como partido mayoritario no eludimos ni eludiremos las responsabilidades ante la nación y confiamos en que los partidos minoritarios también asuman sus responsabilidades ante ella.

AGUASCALIENTES EN EL ESCENARIO DE LA HISTORIA DE MÉXICO

Aguascalientes, tierra de prosapia liberal, de ese liberalismo social que con otras corrientes confluyó a la Revolución Mexicana e hizo posible su triunfo; tierra de civismo y de luchas singulares por construir un México mejor; tierra que dio un Pedro Parga a la causa de la independencia; que lo mismo sigue con Hidalgo y Morelos; que puede ver nacer al Estado de Aguascalientes en forma plena, bajo un régimen federal; que sufrió ante la Intervención y el Imperio. Un Aguascalientes que da recios soldados para defender la nacionalidad, como Jesús Macías y Manuel Rangel; en que José Guadalupe Posada, nutriéndose del sufrimiento de su pueblo y de sus angustias, encuentra en el arte vía para la libertad, vía para la revolución popular.

Caudal de nuestra historia, Aguascalientes ha sido también escenario de ella. Nada menos que Gómez Farías anuncia en esta ciudad, al pueblo que representó, la Independencia de México. Aquí, en el Teatro "Morelos", en octubre de 1914, se celebra la Convención revolucionaria, en que viejas ideas sociales, el problema de la tierra, se plantean con toda su fuerza. Aguascalientes, que hoy nos da un ejemplo de unidad revolucionaria dentro de nuestro partido, contribuyendo con muchos de sus hombres en la vanguardia de nuestra Revolución y que con austeridad republicana, con verdadero civismo, procura dar lo mejor de sí a nuestra causa.

En Aguascalientes, que hoy como ayer milita en la buena causa, en la causa de una Revolución que quiere un poco de bienestar para todos los mexicanos, en la libertad, en la independencia y en la democracia, renovamos nuestras convicciones y esperanzas revolucionarias.

 

Fuente: Revista La República. Órgano del Partido Revolucionario Institucional PRI, pp. 38-40.