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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1964 Carta de Heriberto Jara en la que aclara su postura ante la candidatura de Gustavo Díaz Ordaz a la presidencia.

Enero 11 de 1964

Tarde pude enterarme de un artículo que mi viejo y estimado amigo y compañero, el Gral. Juan Barragán, publicó recientemente El Universal. En él, refiriéndose a la actual campaña electoral para presidente de la República, da a entender que por su trato, tanto con el C. Gral. Lázaro Cárdenas, como con el señor don Adolfo Ruiz Cortines y conmigo, advirtió nuestra inclinación hacia la candidatura del señor Lic. Gustavo Díaz Ordaz.

No sé cómo pudo llegar a esta conclusión mi estimado amigo, cuando por lo que a mí respecta, jamás en nuestras conversaciones en este puerto dejé entrever siquiera algo que pudiera llevarlo a tal interpretación. Al contrario: ratifiqué lo que ya había expresado a este respecto, y no en murmullo, sino públicamente.

No soy partidario del señor Lic. Gustavo Díaz Ordaz porque son del dominio público sus ligas con las fuerzas retardatarias y con la clerecía militante; ligas de las que no es admisible que se desprenda como por ensalmo por sólo el hecho de haber sido postulado por el PRI.

Y México necesita hoy más que nunca por los momentos difíciles por que atraviesa el mundo, que una mano revolucionaria, firme y resuelta siga guiando su marcha para alcanzar una vida mejor; pero mejor para los de abajo, que suman millones, y no para los de arriba, porque éstos ya la tiene, y de sobra.

Una marcha siempre en ascenso, sin altas ni bajas, sin zig-zags, y menos con retrocesos y, francamente, creo que el señor Lic. Díaz Ordaz no es el mejor indicado para esto.

Después de lo que expuse antes de su designación como candidato del PRI, esperé sin decir palabra a que en su gira expusiera su programa, para así formarme mejor juicio, por más que bien sabemos que de ofrecimientos de candidatos está empedrado el camino hacia el infierno; pero...¡nada!

En sus discursos no ha querido contraer compromisos con el pueblo, con el verdadero pueblo, con el que trabaja, crea y hace patria. Compromisos que no son otros que aquellos por los que se hizo la Revolución, los que están en nuestra Carta Magna, los que surgen de sentimientos muy humanos, y por los que se agitan todos los pueblos del orbe que todavía sufren la explotación de los fuertes y no pueden salir del coloniaje ni alcanzar su independencia económica y el respeto a su autodeterminación.

A veces las declaraciones públicas del candidato están envueltas en bruma impenetrable, que no permite ver una chispa de realidad. Otras, se va a la amenaza más o menos disfrazada, y no puede haber peor principio para un Presidente. Otras, al hablar de que permitirá todas las libertades, menos una, no cuesta trabajo deducir que esgrimirá el arma del manido anticomunismo, que ese sí acaba con todas las libertades.

Esas amenazas son síntoma de debilidad. Se da cuenta de que por sí no tiene fuerza popular; que la que así parece es artificial, muy artificial.

Mi gentil amigo y compañero Juan Barragán; en su artículo de referencia, me hace aparecer aliado de dos grandes hombres y grandes amigos míos, lo cual le agradezco y lo estimo no como un merecimiento, sino como producto de su sentimiento afectivo hacia mí; pero no le agradezco que haya sacado quién sabe cómo esa su hipótesis política en relación conmigo.

Lo que opinen mis dilectos amigos, el señor Gral. Cárdenas y el señor Ruiz Cortines, no lo sé, pues ni con uno ni con otro he cambiado impresiones sobre el particular; pero mi sentir es el que expreso.
           
Bien sé que mi insignificante opinión no importa nada al señor Lic. Díaz Ordaz, pero prefiero quedarme con mi insignificancia dentro de la Revolución y para la Revolución, y no encaramarme a su carro alegórico electoral.

Gral. Heriberto JaraHabría yo seguido guardando silencio; pero mi amigo el Gral. Barragán me hizo romper mi propósito, pues no quiero que vaya a interpretarse que he buscado interpósita persona para que me busque acomodo entre las caras nuevas,  siendo que la mía es de 84 años.

 

Veracruz, Ver., a 11 de enero de 1964.