Home Page Image
 

Edición-2020.png

Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 
 
 


1933 El Balance Revolucionario

Abelardo L. Rodríguez
México, D. F., 20 de Noviembre de 1933

Derrocada la Dictadura por la fuerza incontrastable del pueblo, la reacción estuvo siempre en acecho para lograr el sacrificio de la figura más saliente del movimiento revolucionario y establecer nuevamente sus sistemas políticos oprobiosos y dictatoriales, que tuvieron, en medio de sus vicios y de sus errores, la gran virtud de despertar la conciencia colectiva para producir propiamente una revolución de carácter social, que viniera a mover de cuajo la estructura política y económica de nuestro país, mediante la comprensión de las necesidades del pueblo y la adopción de métodos, sistemas y procedimientos adecuados para satisfacerlos.

Los problemas de la Revolución Mexicana son fundamentalmente problemas de humanidad, y las soluciones aplicadas por nuestros sucesivos Gobiernos han tendido a establecer mejores condiciones de vida en todos los sectores de la economía nacional; puede considerarse que estos problemas nuestros son correlativos a los errores de corrupción social que viciaron la organización del país durante el largo período de la Dictadura, El régimen latifundista y la concentración de la propiedad en unas cuantas manos, con procedimientos anticuados de cultivo y con sistemas feudales entre propietarios y campesinos, produjo, como consecuencia, como necesidad impuesta por la realidad, una mejor distribución de la tierra, para que estuviera al alcance de todos y satisfaciera las necesidades más apremiantes de nuestra gran masa de población rural. De aquí que el primer problema de carácter social con el que tuvo que enfrentarse la Revolución, fue el agrario: no considerado aisladamente en la forma de restituciones y dotaciones de tierras a los pueblos, sino que se llegan a una mejor distribución de la tierra, a la creación de la pequeña propiedad y a la destrucción del latifundio, que poniendo en unas cuantas manos los medios de producción agrícola, vinculaba el poder político a la tenencia de la tierra.

Resuelto valientemente por los Gobiernos de la Revolución el problema de las dotaciones y restituciones de tierras a los pueblos, la obra podría considerarse inconclusa y, por lo tanto, para substituir el régimen económico de las grandes explotaciones por el de la pequeña propiedad, y el del parcelamiento de la tierra en formas ejidales, el nuevo problema es el relativo a la organización cooperativa de los campesinos y a la canalización indefinida del crédito agrícola que asegure la conveniente explotación de la tierra, no sólo en beneficio de la población rural, sino de la economía general del país.

Incidió también la Dictadura en el craso error de conceder a sociedades extranjeras un elevado porcentaje de terrenos nacionales, que prácticamente venía a disgregar nuestra nacionalidad y a menoscabar la soberanía del país, y, por tanto, como problema básico y de solución inmediata, está el de la reivindicación de terrenos nacionales indebidamente enajenados para fincar en ellos intereses mexicanos que corrijan procedimiento tan alarmante.

México ha sido considerado tradicionalmente como un país de grandes riquezas potenciales; pero los Gobiernos anteriores a nuestra Revolución social jamás tuvieron programa definido respecto al aprovechamiento cíe nuestros recursos naturales, y mucho menos respecto a la solución de problema de tan grave importancia y de tan enorme trascendencia, por lo que los sistemas seguidos al respecto colocaron a México en la condición de colonia de explotación y no de país de inversiones de capitales bien intencionados que vinieran a explotar aquellas riquezas dentro de un concepto de sociabilización benéfica a la economía nacional. Así, pues, otro de los problemas de la Revolución, ha sido el de la nacionalización del subsuelo, esencialmente en cuanto mira a las industrias minera y petrolera; la creación de grandes reservas nacionales con previsiones definidas para el futuro y la nacionalización también de las corrientes y caídas de agua susceptibles de generar energía eléctrica.

El establecimiento del régimen capitalista, la aparición de la gran industria y del maquinismo en México, trajeron consigo todos los problemas añejos a este sistema y que ya habían sido planteados y resueltos en todas las naciones del mundo con criterio de equidad y de humanidad, para romper con la teórica igualdad ante la ley deobreros y patrones y colocar a aquéllos en condiciones de fuerza que les permitiera discutir libremente sus relaciones contractuales y no aceptar con resignación las imposiciones de los empresarios a base de salarios de hambre y de una explotación indebida e inicua de la fuerza humana puesta al servicio de la gran industria.

Paralelamente con la necesidad de destruir los latifundios y de evitar la concentración de la propiedad territorial, en unas cuantas manos, vino la de establecer condiciones más justas y humanas en el régimen del trabajo, y seguramente que uno de los problemas más vitales y resuelto con mayor energía por la Revolución, ha sido el que se relaciona con la vida del obrero, colocándolo en condiciones de poder subsistir decorosamente y, sobre todo, obtener los mayores beneficios posibles dentro del régimen industrial.

Cristalizadas en el artículo 123 de la Constitución las conquistas de la Revolución Mexicana, ha sido preocupación constante de todos sus Gobiernos convertirlas en realidades tangibles y especialmente he puesto toda mi dedicación y empeño y todas mis energías al servicio de la causa de los mejores salarios, porque tengo entendido que aparte de los beneficios directos que reciben obreros y campesinos con la elevación de aquéllos, que los coloca en condiciones de poder elevar su nivel de vida material y espiritual, considero que dentro del régimen económico en que vivimos, todo aumento de capacidad adquisitiva en las grandes masas de población, se traduce, inevitablemente, en un aumento de la producción, en el mayor rendimiento de las industrias por obreros especializados y en un aumento, también, de los beneficios del empresario que dentro de un régimen de relaciones armónicas entre el capital y el trabajo, pero respetando siempre las conquistas revolucionarias, podrá desarrollar sus actividades e invertir capitales con amplias seguridades en el país.

La gran extensión de nuestro territorio y la poca densidad de nuestra población, produjo el aislamiento entre las diversas regiones del país, y por ello, la Revolución ha considerado como un problema de importancia y lo viene resolviendo paulatina, pero decididamente, el establecimiento de vías de comunicación, que no sólo aseguren la posibilidad de nuevos mercados a nuestros productos naturales, sino que, poniendo en contacto a todas nuestras poblaciones, afiancen y aseguren el sentido patrio y la consolidación de nuestra nacionalidad.

Para la perpetuación del régimen de la Dictadura, convino a los intereses políticos en juego mantener al pueblo en la ignorancia, en la misma forma en que lo tuvo la iglesia durante el régimen colonial. Problema, pues, de la Revolución, ha sido y será la multiplicación de escuelas rurales para desanalfabetizar a nuestra población e incorporar al indio a la vida civilizada.

Hace hoy 23 años que se inició la Revolución Política en México, y veinte que se emprendieron los problemas de carácter social que nos afirmen, y mi mejor deseo es que todos los hombres que hemos tomado parte en ella, podamos sentirnos satisfechos de haber cooperado eficazmente a resolverlos, con la seguridad de que la Historia sabrá justificar nuestros sistemas y procedimientos por radicales o avanzados que pudieran parecer, ya que en el fondo de todos ellos palpitan dos sentimientos primordiales: el de la justicia y el de la Humanidad.