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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1913 Entrevista de Pedro Lascuráin con Philander Knox, secretario de Estado de EUA celebrada en Washington.

Enero 3 de 1913

Enero 3. A las 10:20 a. m. fui recibido y expuse que para no tomar mucho tiempo al señor secretario preferiría tratar los asuntos que a su juicio fuesen más urgentes.

Me contestó el señor Knox que cuáles puntos había yo tratado con el presidente pues no había llegado a hablar con él y Ie hice una reseña muy breve de nuestra entrevista, haciendo notar que trataría yo de que mi gobierno enviará el mayor número de fuerzas a Chihuahua y Sonora para sofocar por completo todo desorden allí y evitar dificultades. El señor Knox me interrumpió diciendo:

Usted ha puesto el dedo en la llaga. Haga usted eso y no tendremos más dificultades. Nuestra situación es sumamente difícil porque sufrimos una presión enorme por parte de los intereses americanos que han sufrido en Chihuahua y Sonora y por los elementos activos en la Frontera que quieren a todo trance la intervención sin saber lo que eso significa para los gobiernos y no podemos dar una contestación satisfactoria respecto a la actitud del gobierno mexicano que parece no ha querido comprender que nuestro ultimo y más remoto deseo es intervenir. Haga usted eso y verá usted que la prensa Hearst y todos los que hacen sobre nosotros esa presión no podrán seguir su campaña contra México.

Ofrecí hacer todo lo posible pero manifestando que las dificultades con que tropezamos en la realización de los hechos y en la disposición de nuestros elementos que son tales que no permitirán hacer sentir esa acción prontamente. El señor Knox me dijo: "Eso no importa; pero que veamos que ustedes hacen algo para vencer sus dificultades y a los rebeldes y tendremos manera de combatir a los que nos están exigiendo tanto que intervengamos." Hice notar en seguida que los intereses americanos perjudicados en realidad eran muy pocos, que la gran mayoría de americanos eran respetados y trabajaban contentos y sin quejas; como demostración de mi aserto puse de manifiesto una gran cantidad de cartas suscritas por americanos que casualmente acababa yo de recibir de México, en las que se dice de modo bien claro que a pesar de los disturbios en algunos lugares del país no han sufrido ellos ni en sus bienes ni en sus personas. El señor Knox expuso que sabia muy bien eso, pero que las situaciones anormales eran las que provocaban ruido y que viéramos el modo de proteger de manera definitiva a los americanos residentes cerca de la frontera, como yo le ofrecía, porque así cesaría el clamor de la prensa.

Respecto al asunto del Chamizal, el señor Knox hizo venir a la entrevista al jefe de la sección señor Chandler P. Anderson, quien dijo que esta pendiente por parte de México presentar proposiciones para el arreglo, que el señor Calero ofreció en septiembre traer bases de arreglo y se ha ido de nuevo sin presentar ningunas; que se había tratado de reunir esa cuestión con la de aguas; pero que eso produciría solamente nuevas dilaciones y siendo asuntos de naturaleza distinta no podrían arreglarse simultáneamente. El señor Knox entonces me interpeló para saber si era yo abogado, y a mi respuesta afirmativa, agregó: usted sabe, señor ministro, que entre abogados cuando hay deseo de terminar un asunto se termina; no dudo que usted podrá arreglar el del Chamizal brevemente, porque así conviene a los dos países; no podemos dejar eso sin arreglo pronto. Indicaba cierta disposición para que en esa entrevista dijera yo algo definitivo pero rehusé alegando que debía yo revisar los antecedentes, consultar con el señor presidente Madero, y tomar en cuenta las condiciones de la opinión publica en México, muy sensible en esa materia, pero ofrecí ocuparme del asunto inmediatamente que llegara a México y tramitarlo hasta darle una solución.

El asunto del río Colorado fue tratado después con el jefe de la sección, señor Clark, quien demostró un pleno conocimiento del asunto e indicó que en el contraproyecto mexicano había algunos puntos que debía aceptar el gobierno americano, lo cual sorprendió agradablemente a Mr. Knox y dijo que vería con el mayor placer que se aceptaran las modificaciones del gobierno mexicano para demostrar prácticamente que su gobierno solamente desea cultivar buenas relaciones con México.

El señor Clark tiene gran conocimiento de los asuntos de México que son de carácter internacional. Habló en términos familiares del asunto del TIahualilo después que hice yo una relación de él y pude conseguir la promesa de que si el gobierno mexicano hace una proposición al señor Potter que sea satisfactoria, se desentenderá el gobierno americano del arbitraje que ahora se pretende constituir. Hice ver los inconvenientes del arbitraje para México y la resolución que tenemos de evitarlo, por ser cuestión de principios.

El asunto más penoso que se trató después fue el de los asesinatos de Foster, Glennon y Carroll, que ha motivado ya notas bien desagradables. El señor Clark tiene pleno conocimiento de él, me pidió permiso para hablar con franqueza y lo describió como un asesinato a sangre fría. Hice yo notar que esos individuos eran filibusteros y traficaban con la paz de la república, y si bien no aprobaba el gobierno mexicano que hubieran sido muertos en la forma que lo fueron, no merecían la consideración que se les quería dar. El señor Clark entonces relató cómo ha formado su investigación de los hechos y dijo que no tenía pruebas en el Departamento de que fueran filibusteros o socialistas o traficantes con el orden publico y apreciaría mucho que se Ie dieran esas pruebas; que las personas que el Departamento había empleado para obtener su información eran todas de crédito y creía tener una información verídica bajo todos conceptos. Esta disposición del señor Clark me mortificó bastante y ofrecí hacer todo lo posible para llegar a una solución.

El asunto de las indemnizaciones de El Paso y Douglas se trató después, y manifestó el señor Clark que si bien la comisión del Departamento de Guerra ha terminado sus trabajos no ha rendido su informe y por lo mismo no podía llegarse ahora a ninguna resolución. El señor Clark conoce a fondo el asunto; sabe el resultado de la investigación que hicieron nuestros cónsules, los pagos que hemos hecho y la negativa que recibió el cónsul de El Paso cuando quiso entregar el dinero a las victimas. Terminó la conferencia expresando el señor Knox una vez más su buen deseo porque México saliera pronto de sus dificultades por sí mismo, su esperanza de que el gobierno mexicano logre ese fin, y repitió que por su parte el gobierno americano ayudaría cuanto Ie fuera posible para evitar ulteriores dificultades.