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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1913 Cablegrama del presidente Madero a W.H. Taft, presidente de los Estados Unidos y respuesta de éste.

Febrero 14 de 1913

 

Palacio Nacional, 14 de febrero de 1913.-Sr. W. H. Taft, Presidente de los Estados Unidos de América.-Washington.-He sido informado que el Gobierno que su Excelencia dignamente preside, ha dispuesto salgan rumbo a las costas de México buques de guerra con tropas de desembarque para venir a esta Capital a dar garantías a los americanos. Indudablemente los informes que usted tiene y que le han movido a tomar tal determinación, son inexactos y exagerados, pues las vidas de los americanos en esta Capital no corren ningún peligro si abandonan la zona de fuego y se concentran en determinados puntos de la Ciudad o en los suburbios, en donde la tranquilidad es absoluta y en donde el Gobierno puede darles toda clase de garantías. Si usted dispone que así lo hagan los residentes americanos en esta Capital, según la práctica establecida en un mensaje anterior de usted, se evitaría todo daño a las vidas de los residentes americanos y extranjeros. En cuanto a los daños materiales de las propiedades, el Gobierno no vacila en aceptar todas las responsabilidades que le corresponden según Derecho Internacional. Ruego pues, a Su Excelencia ordene a sus buques no vayan a desembarcar tropas, pues esto causará una conflagración de consecuencias inconcebiblemente más vastas que las que se trata de remediar. Aseguro a Su Excelencia que el Gobierno está tomando todas las medidas a fin de que los rebeldes de la Ciudadela hagan el menor daño posible y tengo esperanzas de que pronto quede todo arreglado. Es cierto que mi Patria pasa en estos momentos por una prueba terrible, y el desembarque de fuerzas americanas no hará sino empeorar la situación, y por error lamentable, los Estados Unidos harían un mal terrible a una Nación que siempre ha sido leal y amiga, y contribuirían a dificultar en México el establecimiento de un Gobierno democrático semejante al de la gran nación americana. Hago un llamamiento a los sentimientos de equidad y justicia que han sido la norma de su Gobierno, y que indudablemente representa el sentimiento del gran pueblo americano cuyos destinos ha regido con tanto acierto.-FRANCISCO I. MADERO".

 

RESPUESTA:

Por texto del mensaje de Vuestra Excelencia que recibí el día 14, se desprende que ha sido mal informado respecto a la política de los Estados Unidos hacia México, la que por dos años ha sido uniforme, así como también respecto a las medidas navales o de cualquier otra índole que hasta aquí se han tomado, medidas que son de precaución natural, y ya el Embajador me telegrafió que cuando Vuestra Excelencia fue bastante bondadoso de mostrarle su telegrama dirigido a mí, le hizo notar este hecho.

En consecuencia, Vuestra Excelencia debe estar advertido de que los informes que .parece le han llegado, relativos a que ya se han dado órdenes para desembarcar fuerzas, han sido inexactos. Sin embargo, el Embajador, que está plenamente informado, ha recibido de nuevo instrucciones para proporcionar a Vuestra Excelencia las informaciones que desee.

Juzgo innecesarias nuevas seguridades de amistad a México, después de dos años de pruebas de paciencia y buena voluntad.

En consideración a la especial amistad y a las relaciones existentes entre ambos países no puedo llamar lo bastante la atención de Vuestra Excelencia, sobre la vital importancia del pronto restablecimiento de esa paz real y orden que este Gobierno tanto ha esperado ver restablecidos, ya porque los ciudadanos americanos y sus propiedades deben ser protegidos y respetados, cuanto porque esta Nación simpatiza profundamente con las aflicciones del pueblo mexicano.

Recíprocamente a la ansiedad manifiesta en el mensaje de Vuestra Excelencia, creo de mi deber añadir sinceramente y sin reserva, que el curso de los acontecimientos durante los dos últimos años y que hoy culminan en una situación muy peligrosa, crea en este país un pesimismo extremo y la convicción de que el deber imperioso de estos momentos, está en aliviar pronto la actual situación.-WILLIAM H. TAFT.