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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1876 El Sr. Lerdo de Tejada al abrir el primer período del segundo año de sesiones

Septiembre 16 de 1876

Ciudadanos Diputados y Senadores:

En cumplimiento de un precepto constitucional, inauguráis el día de hoy, aniversario de nuestra independencia, el tercer período de vuestras sesiones ordinarias.

Este acontecimiento, que en todas circunstancias tiene una plausible significación, es en la actualidad de la mayor importancia, porque revela el poder de nuestras instituciones sobre la rebelión armada, afirmando la confianza de que la Nación sabrá arrollar todos los obstáculos que se opongan á. su progreso y bienestar sin desconfianzas por el presente y sin temores por el porvenir.

Nuestras relaciones con las Potencias amigas han continuado con la mayor armonía, siendo satisfactorio que se mantengan y estrechen cada día más, por cultivarlas con espíritu de justificación y de cordial benevolencia.

Al terminar en Enero del presente año los trabajos de la Comisión Mixta creada en Washington por la Convención de 4 de Julio de 1868, quedaron pendientes numerosos casos de reclamaciones, que por desacuerdo de los Comisionados, fueron sometidos al Árbitro para su decisión.

Como el plazo estipulado para esto era relativamente corto, fue indispensable convenir una prórroga, que se ajustó en Abril y concluirá en Noviembre próximo.

Aunque todavía no puede conocerse el resultado completo de los fallos de la Comisión y del Árbitro, sí puede asegurarse que de la enorme cantidad de quinientos cincuenta millones de pesos que se reclamaban a México, no quedará reconocida la centésima parte de aquella suma exorbitante.

Me es grato manifestar al Congreso, que nuestro modesto concurso en la Exposición de Filadelfia ha sido bien apreciado, sobrepujando lo que se esperaba en las dificultades de nuestra situación. Si México no ha llevado á la Exposición cuanto hubiéramos deseado, ni como en circunstancias normales se hubiera podido hacer, al menos se han presentado en ella algunas muestras de nuestro adelanto social, de nuestra industria y de nuestros valiosos frutos naturales, pudiendo así estimularse el mayor desarrollo de nuestro comercio de exportación, de nuestra agricultura y de la industria nacional.

Muy lamentable es no poder expresar en la presente solemnidad, como en épocas anteriores, que la paz estaba asegurada en toda la República. Sin embargo, se encuentra alguna compensación de tan grande calamidad, en poder informar al Congreso que todas las garantías han sido respetadas, que no ha tenido límites en todo sentido la más absoluta libertad y que las leyes represivas, á pesar de los peligros de la situación, no han tenido una aplicación práctica, sino en casos muy raros y con plena justificación.

Hay que deplorar las consecuencias desastrosas de la guerra civil, tan funesta para la sociedad, cuyas fuerzas enerva por completo, como perjudicial para la administración pública, cuyos elementos y recursos, insuficientes en todo tiempo, se disminuyen en gran manera por el trastorno del orden, á la vez que se multiplican sus necesidades.

Siempre ha sido la cuestión hacendaria una de las que más seriamente han ocupado la atención de los Poderes públicos. Aunque estaba lejos todavía de resolverse en los años anteriores, se había logrado por una especie de sucesión de medidas administrativas y con el apoyo del Congreso, un positivo adelanto que conducía al importante objeto de regularizar los gastos de la Administración, nivelando los ingresos con los egresos.

La rebelión ha aplazado estas esperanzas, como ha detenido la realización de muchas mejoras materiales. Sin embargo, notorios son los esfuerzos del Ejecutivo para conservar algunas importantes obras de servicio público, y para continuar en lo posible otras. Constantemente ha tenido que reparar en algunos lugares y que reponer en muchos por completo, las líneas telegráficas que se extienden en el territorio de la República, tan útiles para el servicio administrativo como necesarias para el comercio y para todas las relaciones sociales.

En las épocas de prueba para el pueblo mexicano, es cuando se enaltecen las cualidades de sus hijos. Merecen justo reconocimiento el valor, la disciplina y las virtudes cívicas del Ejército que con abnegación y patriotismo, luchando con los inconvenientes de la estación y á veces con la falta de elementos necesarios, ha sabido cumplir lealmente su deber, manteniendo muy alta la bandera de nuestras instituciones republicanas, y haciendo un verdadero culto del respeto que todos debemos á la ley. En esta noble tarea, lo han secundado los Cuerpos de Policía rural, con una constancia, actividad y valor muy laudables.

Nuestros buques guardacostas, aunque insuficientes por su corto número, han comenzado á prestar interesantes servicios.

Bien pequeño es lo invertido en ellos, considerando los frecuentes y graves perjuicios que las revueltas solían causar en algunos de nuestros puertos, y que esos buques han contribuido á precaver, empleándose también en transportar fuerzas y elementos de guerra, así como en algunas operaciones militares, que por su cooperación se han realizado con buen éxito.

La rebelión actual es la misma que ha sido combatida y vencida en años anteriores. Rechazada la intervención extranjera y restaurada la República, Quedaron aseguradas nuestras instituciones, con todos los principios conquistados en ellas.

Desde entonces, la causa de los trastornadores sólo ha sido la de satisfacer ambiciones personales, y en unas veces sin disfraz, y en otras queriendo cubrirse con el ropaje de la Constitución, llevan ocho años de despedazarla, rompiendo todos los vínculos sociales, atropellando todos los intereses legítimos, y perpetrando atentados que nunca podrán justificarse á los ojos de la civilización, ni por las necesidades de la época.

Por fortuna la Nación, que ama las instituciones que ella misma se ha dado, y que tiene fe en ellas para asegurar su porvenir, sabrá conservarlas ilesas. La rebelión actual ha sido eficazmente combatida, no pudiendo dudarse de su término, por el buen sentido general del pueblo que la condena. Guiado el Ejecutivo por estos sentimientos, y contando con la cooperación de todos los buenos mexicanos, seguirá esforzándose por asegurar la paz de una manera sólida y permanente.

Es muy satisfactorio que volváis á reuniros, ciudadanos Diputados y Senadores, para resolver con vuestro celo patriótico é ilustradas disposiciones, cuanto sea más conveniente al bienestar y prosperidad de la República.