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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1865 Matías Romero informa al gobierno de Estados Unidos que Maximiliano trata de restablecer la esclavitud en México y trata de acoger a antiguos sureños.

5 de Octubre de 1865

Matías Romero informa que MAXIMILIANO TRATA DE RESTABLECER LA ESCLAVITUD EN MÉXICO
Washington, 5 de octubre de 1865.

Al Honorable William H. Seward, etc., etc., etc. Señor Secretario:

Tengo la honra de remitir a usted, para conocimiento del Gobierno de los Estados Unidos, un ejemplar en inglés de la llamada ley que el 6 de septiembre próximo pasado expidió en Chapultepec el ex Archiduque de Austria Fernando Maximiliano, titulado Emperador de México, en la que con el pretexto aparente de invitar la emigración extranjera a México, se ha adoptado un plan que tiene por objeto llamar a aquella República a los ciudadanos descontentos de los Estados Unidos que no están dispuestos a reconocer la autoridad de este Gobierno ni a aceptar las consecuencias de la guerra, admitiéndolos con sus preocupaciones y su sistema especial de trabajo, bien probado ya en los Estados del Sur.

Según los informes que he tenido, fundados en hechos y que he comunicado a ese Departamento, considerando el Emperador de los franceses y su agente en México que en el país no tienen elementos suficientes para sostenerse, han procurado llamar a él a todas las personas que suponían animadas de alguna hostilidad contra los Estados Unidos. Los arreglos hechos con el ex Senador Gwin, de California, tenían este objeto; pero como este individuo era reconocido como enemigo declarado de los Estados Unidos, al terminar aquí la guerra civil no se creyó conveniente provocara esta Nación, llevando a cabo los planes que se habían acordado con aquél.

En lugar de éstos se ha combinado otro que, bajo diferente horma, se espera produzca el mismo resultado. En este nuevo plazo se ha ido hasta el extremo de restablecer de hecho en México la odiosa institución de la esclavitud. La llamada ley del ex Archiduque de Austria va acompañada de un reglamento firmado por el mismo Maximiliano, del que también acompaño copia en inglés, cuyo artículo lº, por cubrir las apariencias, declara que: "con arreglo a las leyes del Imperio, todos los hombres de color son libres por el solo hecho de pisar el territorio mexicano", pero los siguientes establecen una esclavitud tanto más odiosa, cuanto que no está restringida a color o casta determinada.

Los operarios, nombre que se les da a los esclavos, deberán hacer un contrato con su amo, llamado patrón, por el cual se obligará éste a "alimentarlos, vestirlos, alojarlos y asistirlos en sus enfermedades y a pagarles una suma de dinero conforme a las condiciones que estipularen entre sí"; la cuarta parte de esa suma quedará casi perdida para el operario, pues no podrá disponer de ella ni del interés mientras dure su contrata, según los términos de los artículos 13 y 14. El operario se obligará, a la vez, con su patrón a ejecutar los trabajos a que sea destinado por el término de cinco años al menos y de diez a lo más. "El patrón se obligará a mantener a los hijos de sus operarios".

Esta esclavitud es hereditaria, pues, según el artículo 3º del reglamento, en caso de muerte del padre, el patrón se considerará como tutor de los hijos y éstos permanecerán a su servicio hasta su mayor edad, bajo las mismas condiciones que lo estaba el padre. Los herederos del patrón heredarán, a su vez, a sus operarios conforme al artículo 6º. Para completar las odiosas prácticas de los tenedores de esclavos, el referido reglamento tiene un articulo contra los esclavos fugitivos según el cual, "en caso de deserción, el operario aprehendido será destinado sin sueldo alguno a los trabajos públicos hasta que el patrón se presente a reclamarlo". Para consumar esta obra de iniquidad dispone el artículo 15 que, "en caso de muerte ab intestato, o sin herederos, el peculio del operario pasa al dominio de la caja del Estado".

Es realmente una cosa extraordinaria y hasta incomprensible, que, cuando la esclavitud ha recibido un golpe de muerte en la única Nación que podría hacerla revivir y cuando está probado con hecho, que su existencia es un mal social, moral y político, haya en el mundo un usurpador que, sin tener establecida su autoridad en el pala que intenta dominar, pretenda restablecer este sistema odioso con el objeto de consolidarse y cambiándole solamente el nombre para engañar al mundo. Cómo podría tomarse este sistema de trabajo por lo que en México se llama peonaje y que se considera aquí como una institución equivalente a la esclavitud.

Creo conveniente manifestar a usted que en algunas haciendas de la Tierra Caliente al sur de México, ha habido, en efecto, por el abuso de los propietarios y la influencia que han disfrutado, algo que podría compararse en sus efectos prácticos con lo que ahora ha establecido el ex Archiduque de Austria en su decreto citado, pero esos abusos, además de estar restringidos a un Distrito muy reducido, no han sido sancionados nunca por las leyes mexicanas y el Gobierno nacional de aquella República ha tenido empeño especial en desarraigarlos y corregirlos. Estaba reservado al ex Archiduque de Austria sancionar tan abusiva práctica por una ley que, si tuviera fuerza, se ejecutaría en toda la extensión del territorio mexicano.

Antes de terminar esta nota, creo conveniente remitir a usted un ejemplar del discurso que pronunció en México, el 16 de septiembre citado, el referido ex Archiduque de Austria Fernando Maximiliano, en que expresa lo que él llama su determinación irrevocable de no salir de México por consideración ninguna y sean cuales fueren las circunstancias. Esto es una prueba más de que el Emperador de los franceses está muy lejos de desistir de su atentatorio empeño de forzar al pueblo de México a aceptar el yugo de una Monarquía europea.

Me es satisfactorio aprovechar esta oportunidad para renovar a usted, señor Secretario, la, seguridades de mi más distinguida consideración.
Matías Romero

 

Maximiliano trata de acoger a los antiguos rebeldes sureños.

Washington, octubre 5 de 1365.
Al Honorable William Dennison, etc., etc., etc.

Mi estimado señor:

Anoche fui a buscar a usted para dejarle la traducción de los decretos de Maximiliano que restablecen la esclavitud en México, que se sirvió usted pedirme. La lectura de esos decretos manifestará a usted que no tienen otro objeto, aunque por supuesto se niega en ellos que se piense hacer tal cosa. El plan de Maximiliano consiste, según informé a usted en nuestra última entrevista, en favorecer la emigración a México de todos los ciudadanos descontentos de los Estados Unidos llamados últimamente rebeldes del sur, admitiéndolos por supuesto con sus preocupaciones y su bien probado sistema de trabajo.

Espero pronto tener el gusto de conferenciar más largamente con usted sobre este asunto y, entretanto, me repito muy respetuosamente su obediente servidor.

Matías Romero