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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1862 Informe complementario del general Prim

Veracruz, enero 14 de 1862

(Excmo. señor Primer Secretario de Estado y del Despacho).
Excmo. señor:

M. S. M. —En las tres conferencias formales que han tenido lugar había reinado el más perfecto acuerdo entre los Comisarios de las Naciones aliadas. Deseoso yo de que cada uno de nosotros tuviese alguna idea de las reclamaciones de todos, propuse una reunión con este objeto. Todos asistieron menos Mr. de Saligny, por hallarse enfermo.

Hice la enumeración de las exigencias contenidas en mi ultimátum. En seguida dio el Ministro inglés lectura del suyo: pide en él el cumplimiento de un convenio que ya ha tenido principio de ejecución por el cual se destina el 40% de la renta de aduanas al pago de la deuda inglesa importante 50 millones de pesos; el pago inmediato de la suma de 650 000 pesos que fue violentamente extraída del Consulado inglés en San Luis de Potosí y de la Legación en México y el reconocimiento en principio de las reclamaciones posteriormente presentadas que resultasen válidas.

Tocóle luego al Almirante Jurien dar cuenta del ultimátum preparado por Mr. de Saligny y aquí empezó el desacuerdo.

Comprenden las reclamaciones francesas el pago de 12 millones de pesos en que ha estimado el Ministro francés las que él tiene por legítimas; el cumplimiento de un contrato celebrado por Miramón con una casa de comercio, antes suiza y después francesa, en loa momentos en que se hallaba en agonía su Gobierno y la aceptación de cualesquiera otras demandas cuya legitimidad sea probada más adelante.

Al oir hablar del contrato Jecker y compañía exclamaron a una voz los representantes ingleses que era una exigencia inadmisible. Expuso el Ministro Sr. Charles Wyke que, próximo a caer, recibió Miramón de dichos banqueros o prestamistas la suma de 750 000 pesos en metálico y en cambio entregó bonos del Tesoro por 14 millones de duros. Este contrato leonino y escandaloso causó, según Sir Charles Wyke, un descontento general en el país y tiene dicho señor por seguro que jamás será aceptado por el actual Gobierno ni por otro alguno que entre a regir los destinos de México. El hecho solo de exigir su cumplimiento será bastante para que los mexicanos rompan todo trato con los aliados, pues preferirán todas las consecuencias de una guerra desigual a la ignominia de acceder a tan injusta pretensión.

Mr. Jurien de la Graviére, poco enterado de la historia de las reclamaciones contra México, manifestó que sólo Mr. de Saligny podía dar explicaciones sobre este punto, por lo cual supliqué a los Comisarios presentes que volviésemos a celebrar una junta al siguiente día con asistencia de Mr. de Saligny.

Este desagradable incidente ha paralizado por un momento la buena marcha de las negociaciones y nos ha tenido en gran conflicto.

Así las cosas, ha tenido lugar hoy la reunión provocada por mí; después de cuatro horas en dar vueltas y revueltas a la cuestión, sin hallar solución satisfactoria en tal dificultad; después de haber insistido el Ministro inglés en su declaración del día anterior de que teníamos que renunciar a toda esperanza de que fuesen acogidas las reclamaciones justas, si se incluía en el ultimátum francés la de la casa Jecker y compañía, se inició la idea de enviar únicamente la nota colectiva con algunas modificaciones, haciendo mención en ella del encargo que tenemos de exigir plena reparación de todos los agravios y perjuicios sufridos pero manifestando que lo primero era proporcionar a la República los medios de constituirse de un modo estable que la ponga en posibilidad de cumplir los compromisos que contraiga.

Los Comisarios de Francia e Inglaterra, a pesar de las órdenes terminantes que tienen, opinaron que éste era el único partido que se podía adoptar. Nos hallábamos en la alternativa de no enviar nuestros Comisarios a México, después de haber pedido una escolta que desde esta mañana los estaba esperando en nuestros puestos avanzados de la Tejería, lo cual hubiera sido desprestigiamos y dar a. entender que había surgido entre nosotros algún grave desacuerdo o enviarlos sin modificar el ultimátum francés, haciéndonos cómplices de una acción que me abstengo de calificar.

Sir Charles Wyke se oponía con todas sus fuerzas a esto y confieso que, por mi parte, no podía resignarme a que la influencia de nuestra noble y generosa Nación y la sangre de nuestros soldados se empleasen en precipitar la ruina total de este desgraciado país, sosteniendo una reclamación tan escandalosa.

Era, sin embargo, de toda urgencia adoptar una resolución y, al fin, convinimos en despachar a los Comisionados con la nota de la que acompaño a V. E. copia y, en efecto, han salido hoy a las cuatro de la tarde.

Bien sé que esta resolución no se ajusta del todo a las instrucciones de V. E. pero ¿qué podía yo hacer en presencia de tan imprevista complicación? Teniendo en cuenta que esta tregua daría lugar a pedir instrucción al Gobierno de S. M. y que el paso que se proponía en manera alguna implicaba el abandono de nuestro derecho y nuestro propósito de exigir del Gobierno mexicano amplias satisfacciones no me quedaba otro arbitrio que dar mi asentimiento, por no hallar otra salida de la dificultad y por estar, como el Ministro inglés, persuadido de que el dar nuestro apoyo a una reclamación tan inicua hubiera sido echar un borrón indeleble sobre nuestro Gobierno, sobre nuestra noble Nación y sobre nosotros mismos.

En la próxima reunión nos pondremos de acuerdo los Comisarios de las tres Naciones para hacer a nuestros Gobiernos una exposición concienzuda del estado miserable de este país. El enviado francés, por su parte, solicitará de su Gobierno la modificación de sus instrucciones en lo relativo a la reclamación Jecker y no creo imposible que tanto el Gobierno de S. M. como los de Francia e Inglaterra concedan a sus representantes alguna latitud para juzgar cuál sea el momento más oportuno para presentar sus reclamaciones.

Dios, etc.

Veracruz, 14 de enero de 1862.

(Juan) Prim