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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1847 Proclama de Antonio López de Santa Anna, presidente interino de la República Mexicana

31 de marzo de 1847

Mexicanos: Veracruz está ya en poder del enemigo. Ha sucumbido, no bajo el peso del valor americano, ni aun bajo la influencia de su fortuna. Nosotros mismos, por vergonzoso que sea decido, hemos atraído con nuestras interminables discordias esta funestísima desgracia.

El Gobierno os debe toda la verdad; árbitros sois de la suerte de nuestra patria; si ha de defenderse, vosotros seréis los que detengáis la marcha triunfal del enemigo que ocupa á Veracruz; un paso más que avanzara, la independencia nacional se hundiría en el abismo de lo pasado.

Resuelto estoy á salir al encuentro del enemigo. ¿Qué es la vida ennoblecida por la gratitud nacional, si la patria sufre un baldón cuya mancha resaltará sobre la frente de todo mexicano? Mi deber es sacrificarme, y lo sabré cumplir. Acaso las huestes americanas pisarán orgullosas la capital del imperio azteca; yo no he de presenciar tal oprobio, porque estoy decidido á morir antes peleando.

Han llegado los momentos supremos para la República. Tan glorioso es morir lidiando, como infamante declararse vencido sin pelear, y vencido por un enemigo cuya rapacidad dista tanto del valor, como de la generosidad.

Mexicanos: ¿Tenéis religión? Protegedla. ¿Tenéis honor? Libraos de la infamia. ¿Amáis á vuestras esposas, á vuestras hijas? Libertadlas de la brutalidad americana. Pero son los hechos, no vanos ruegos ni estériles deseos, los que han de oponerse al enemigo.

La causa nacional es infinitamente justa. ¿Por qué Dios parece haberla abandonado? Su ira se aplacará, si presentamos como expiación de nuestros crímenes, los sentimientos de una sincera unión, de un verdadero patriotismo. Así el Eterno bendecirá nuestros esfuerzos, y seremos inexpugnables, porque contra la decisión de ocho millones de mexicanos, ¿qué valen ocho ó diez mil americanos, cuando hayan dejado de ser el instrumento de la Justicia Divina?

Quizá os hablo por la última vez: por Dios, creedme: no vaciléis entre la muerte y la esclavitud; y si el enemigo os vence, á lo menos que respete el heroísmo de vuestra resistencia. Ya es tiempo de que cese todo pensamiento que no sea la común defensa. La hora de los sacrificios ha sonado. Despertad: una tumba se abre á vuestros pies. Conquistad siquiera un laurel que colocar sobre ella.

Aun no muere la Nación: todavía, lo juro, yo respondo del triunfo de México, si un esfuerzo unánime y sincero secunda mis deseos. ¡Feliz mil veces el infausto suceso de Veracruz, si el incendio de aquella plaza comunica á los pechos mexicanos el entusiasmo, la dignidad y el generoso ardor de un verdadero patriotismo! Se habrá salvado indudablemente la patria. Mas si sucumbe, ella legará su oprobio y su baldón á los que egoístas no quisieron defenderla, á los que traidores prosiguieron sus combates privados, pisoteando el pabellón nacional.
¡Mexicanos, la suerte de la patria os pertenece: vosotros, no los americanos, la decidiréis! ¡Venganza clama Veracruz; seguidme á lavar su deshonra!

México, Marzo 31 de 1847. -Antonio López de Santa Anna.