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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1847 Proclama del General Scott desde Jalapa, Veracruz

Winfield Scott, 11 de Abril de 1847

¡Mexicanos! a la cabeza de un poderoso ejército cuya fuerza se duplicará bien pronto, y una parte del cual avanza ya sobre vuestra capital al mismo tiempo que otro ejército a las órdenes del mayor general Taylor esta en marcha del Saltillo con dirección a San Luis Potosí, creo de mi deber dirigiros la palabra.

¡Mexicanos! Los americanos no son vuestros enemigos, por ahora de aquellos que por su mal gobierno acarrearon un año hace esta guerra contranatural entre dos grandes Repúblicas... somos amigos de los habitantes pacíficos del país que ocupamos... amigos de vuestra santa religión, de sus prelados y ministros. En nuestro mismo país se halla establecida la misma iglesia, y abundan allí los devotos católicos, siendo respetados por nuestro gobierno, nuestras leyes y nuestro pueblo.

Desde un principio he hecho cuanto estaba en mi arbitrio para poner bajo la salvaguardia de la ley marcial y proteger contra los pocos hombres malos que hay en este ejército, a la iglesia de México, o a los habitantes inofensivos y sus propiedades.

Mis órdenes al efecto sabidas de todos, son terminantes y vigorosas. En virtud de ellas han sido ya castigados algunos americanos con multa impuesta a beneficio de los mexicanos, y con prisión, y ha sido ahorcado uno por rapto. ¿No es esto una prueba de buena fe y severa disciplina? Pues se darán otras siempre que se descubra que ha sido perjudicado algún mexicano.

Por otra parte, los perjuicios que hicieren los individuos o partidas de México que no pertenezcan a las fuerzas publicas a los individuos, partidas sueltas, trenes de carros, tiros de caballos o mulas de carga o cualquiera persona o propiedad de este ejército en contravención a las leyes de la guerra, serán castigados con rigor, y si los culpables mismos no fueren entregados por las autoridades mexicanas, recaerá el escarmiento en ciudades, villas y vecindarios enteros.

Permanezcan, pues, en sus casas, y entregados a sus pacificas ocupaciones los buenos mexicanos, y se les invita a introducir para su venta, caballos, mulas, ganado, maíz, cebada, trigo, harina para pan y vegetales. Se pagará al contado por todo aquello que tomare o comprare este ejército, y serán protegidos los vendedores.

Los americanos se encuentran bastante fuertes para dar estas seguridades, que si son discretamente aceptadas por los mexicanos, harán que esta guerra tenga un término feliz con honra y ventaja de ambas Repúblicas. Entonces los americanos, habiendo convertido a los enemigos en amigos, se tendrán por felices en despedirse de México y regresar a su país.

Winfield Scott.

11 de Abril de 1847