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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1846 Polk teme la reacción de Inglaterra y Francia si se revela que la intención de la guerra es apoderarse de la Alta California, pero no se trata de una guerra de conquista sino de adquirirla a cambio de una compensación equitativa.

Julio 6 y 30 de 1846

 

A las 8 y media p. m. vino a verme el Senador Johnson, de Maryland. Mi Secretario Particular, a indicación mía, le había pedido que viniera. Manifesté al señor Johnson que el Senado había aprobado una resolución el día 29 del pasado, la cual entendía yo que él era quien la había propuesto, pidiendo al Secretario de la Guerra- que informara al Senado, "si algún individuo había sido autorizado por el Ministerio para acercarse al Ejecutivo de alguno de los Estados a fin de reclutar voluntarios que sirvieran en la guerra con México, o si el Gobernador de algún Estado había sido autorizado por el Ministerio para que admitiese al servicio voluntarios reclutados por algún individuo designado por el Ministerio; y si era así, que informara de los hechos al Senado, proporcionando copias de cualesquiera instrucciones o correspondencia relativas a la misma y manifestara conforme a qué facultades se había dado esa autorización, o se había hecho semejante recomendación". Manifesté al señor Johnson que el Secretario de la Guerra había mandado sacar copias de toda la correspondencia existente en su Ministerio sobre ese asunto y me las había hecho conocer. Se las leí al señor Johnson, y como lo mostraban claramente por su tenor, en ellas se revelaban los planes del Gobierno sobre una proyectada campaña por tierra y mar en Alta California, e hice ver al señor Johnson que si esa correspondencia se hacía pública, probablemente haría fracasar nuestros propósitos con gran perjuicio para los intereses públicos Esa publicación suscitaría los celos de Inglaterra y Francia, quienes probablemente se interpondrían para impedir la realización de nuestros propósitos. El señor Johnson dijo desde luego que su publicación sería indebida y altamente perjudicial para los intereses públicos. Le hice observar que el Secretario de la Guerra pensaba que no podía usar de su arbitrio en la materia y comprendía que era de su deber responder al llamado del Senado, pero que al mismo tiempo era de opinión que sería altamente inconveniente dar publicidad a dichos papeles en estos momentos, y por consiguiente, me los había traído para someterlos a mi consideración. Le dije que estando de acuerdo con la opinión del Secretario, le había yo pedido que tuviera (el señor Johnson) esta entrevista conmigo, en el supuesto de que él fuese el autor de la resolución. El señor Johnson me dijo que sentía no haber conocido más a fondo el asunto antes de provocar la resolución del Senado, pero que en vista de la inconveniencia, que ahora comprendía, de contestar la petición, él aconsejaría que no se contestara, y aun llegó a insinuar que si alguna cosa se decía a ese respecto en el Senado, él tendría mucho gusto en declarar que había visto los documentos y que le parecía impropio que se contestara la interpelación. Le dije entonces que daría yo instrucciones al Secretario de la Guerra para que retuviera su contestación cuando menos por ahora. No hay nada en la correspondencia que pueda dañar a la Administración o que signifique alguna violación de la Ley. Las objeciones contra la publicación consisten en que ésta equivaldría a proclamar ante México y ante el mundo entero nuestros planes para la prosecución de la guerra, particularmente respecto a California. Colocaré el informe del Secretario y la correspondencia en mis archivos, para futura referencia, en caso de que se haga necesario.

 

 

Julio 30. El Senador McDuffie (Presidente del Comité de Relaciones Exteriores) vino a verme hoy en la mañana para tratar sobre el asunto de nuestras relaciones con México y otras cuestiones internacionales. Le dije que mi propósito en la presente guerra no era una conquista, pero que al hacer la paz, deseaba yo a cambio de una compensación equitativa, adquirir California y ajustar una línea divisoria conveniente. Él estuvo de acuerdo. Le dije entonces que en el estado actual de las finanzas mexicanas, estaba casi seguro de que si tenía la autorización para pagar unos dos millones de dólares en el momento de la firma del Tratado, el asunto podría arreglarse. Él estuvo de acuerdo con esta opinión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Diario del presidente Polk. Selección y Traducción de Luis Cabrera.