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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1821 Carta de Iturbide a Guerrero

México, 10 de enero de 1821

Señor don Vicente Guerrero.

Muy señor mío: las noticias que ya tenía del buen carácter e intenciones de usted, y que me han confirmado don Juan Davis Bradburn y últimamente el teniente coronel don Francisco Antonio Berdejo, me estimulan a tomar la pluma en favor de Vd. mismo y del bien de la patria. Sin andar con  preámbulos, que no son del caso, hablaré con franqueza que es inseparable de mi carácter ingenuo.

Soy interesado como el que más en el bien de esta Nueva España, país en que como Vd. sabe he nacido y debo procurar por todos medios su felicidad. Vd. está en el caso de contribuir a ella de un modo muy particular, y es, cesando las hostilidades y, sugetándose con las tropas de su cargo a las órdenes del gobierno, en el concepto de que yo dejaré a Vd. el mando de su fuerza y aún le proporcionaré algunos auxilios para la subsistencia de ella.

Esta medida es en consideración a que habiendo ya marchado nuestros representantes al congreso  de la península, poseídos de las ideas más grandes de patriotismo y de libertad, manifestarán con energía todo cuanto nos es conveniente; entre otras cosas, el que todos los hijos del país, sin distinción alguna, entren en el goce de ciudadanos, y tal vez que venga a México, ya que no puede ser nuestro soberano el señor don Fernando VII, su augusto hermano el señor don Carlos o don Francisco de Paula; pero cuando esto no sea, persuádase Vd. que nada omitirán de cuanto sea conducente a la más completa felicidad de la patria. Mas contra lo que es de esperarse, no se nos hiciese justitia, yo seré el primero en contribuir con mi espada, con mi fortuna y con cuanto pueda á defender nuestro derecho; y lo juro a Vd., fiar, porque nunca la he quebrantado ni la quebrantaré jamás.

Dije antes que no espero que se falte a la justitia en el Congreso, porque en España reinan hoy las ideas liberales, que conceden a los hombres todos sus derechos; y se asegura, en cartas muy recientes, que Fernando VII el grande no ha querido que en las cortes se decidan reformas de  religiones y otros puntos de esta importancia, hasta tanto no llegan nuestros representantes, lo que manifiesta con claridad que estos países le merecen a S. M. el debido aprecio. Ya sabía Vd. también cómo por los mismos principios, han sido puestos en libertad los principales caudillos del  partido de Vd. que se hallaban presos, don Ignacio Rayón, don José Sixto Berduzco, don Nicolás Bravo, etc. Si Vd. quisiese enviar algún sugeto que merezca su confianza para que hable conmigo, y se imponga a fondo de muchas cosas de las noticias que podré darle, y de mi modo de pensar, puede Vd. dirigirle por Chilpancingo, que si no hubiese llegado yo, allí me espere, que no será mucho tiempo lo que tenga que aguardar; y para que lo verifique libremente, y pase más adelante para encontrarme, si gusta, le acompaño el pasaporte adjunto; bien entendido, de que aunque sea don  Nicolás Catalán, don Francisco Hernández, don José Figueroa, don Ignacio Pita, o cualquiera otro individuo de los más allegados a Vd., volverá libre a unirse, aun cuando no le acomoden las proposiciones mías.

Supongo que Vd. no inferirá de ninguna manera que esta carta es por otros principios, ni tiene otro móvil que el que le he manifestado; porque las pequeñas ventajas que Vd. Ha logrado, de que ya tengo noticia, no pueden poner en inquietud mi espíritu, principalmente  cuando tengo tropa sobrada de que disponer, y que si quisiese, me vendría más de la capital; sirviéndo a Vd. de prueba de esta verdad, el que una sección ha marchado ya para Tlacotepec, al mando del teniente coronel don Francisco Antonio Berdejo, y yo con otra iré por el camino de  Teloloápam, dejando todos los puntos fortificados con sobrada fuerza, y dos secciones sobre Pedro Alquisiras.

El teniente coronel Berdejo va a tomar el mando que tenía el señor Moya, y le he prevenido que si Vd. entra en contestación, suspenda toda operación contra las tropas de Vd. El tiempo necesario hasta saber su resolución: todo lo que le servirá de gobierno.

Si Vd. oye con imparcialidad mis razones, seguro que no soy capaz de faltar en lo más mínimo, porque esto sería contra mi honor, que es la prenda que más estimo, no dudo que entrará en el partido qe le propongo, pues tiene talento sobrado para persuadirse de la solidez de estos convencimientos.

El Señor Dios de los ejércitos me conceda este placer; y Vd., entretanto, disponga de mi buena voluntad, seguro que le complacerá en cuanto sea compatible con su deber, su atento servidor que lo estima y S. M. B.-

Agustín de Iturbide.