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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1821 Informe al rey sobre lo ocurrido en México en 1821.

1821

 

Señor.

Con motivo de haberse dignado vuestra Majestad mandar suspender las salidas de la Península con destino a Filipinas al teniente coronel graduado D. Marcos García y al capitán D. Antonio Rubio, por suponerse haber sido de los que en México violentaron al virrey de Nueva España, conde del Venadito, a abdicar el mando, y que se formase causa al primero, ha venido a resultar de la sumaria la complicación de muchos oficiales en la pérdida de aquellos dominios, que por defecto de no haberse procedido a su justificación, se hallan en España desempeñando destinos de la mayor confianza, de donde se infiere la necesidad de reunir cuantos antecedentes estén en el ministerio de mi cargo, relativos a aquellos desgraciados acontecimientos, para venir en conocimiento de las causas que produjeron la destitución del citado virrey, capitulación o capitulaciones ejecutadas por los jefes de las provincias y plazas y cuantos documentos puedan dar cabal idea de los motivos de su abandono.

El reposo que disfrutaba dicho reino en marzo de 1821 fue repentinamente turbado por la rebelión del coronel de milicias D. Agustín de Iturbide, con las tropas de su mando, en el rumbo de Acapulco, pretendiendo trastornar el legítimo gobierno y establecer la independencia, cuyas noticias ciertas pusieron al virrey en el caso de tomar todas las medidas convenientes contra un jefe tan peligroso y para evitar los males que podrían resultar haberse puesto a la cabeza de la insurrección el comandante de las tropas destinadas a extinguirla en aquel punto, y merecieron sus providencias la aprobación soberana de Vuestra Majestad por real orden de 9 de junio de 1821.

Con fecha 21 del citado mes de marzo, remitió el citado virrey una colección de papeles para acreditar la adhesión de las autoridades y cuerpos al legítimo gobierno de Vuestra Majestad y sus disposiciones de coadyuvar a la defensa de la justa causa.

Con la de 29 de mayo siguiente dio conocimiento de los proyectos de independencia de Iturbide, plan de operaciones aprobado en junta de generales, movimientos ejecutados para salvar a Puebla y derrota de 3 000 insurgentes por el coronel del regimiento de castilla D. Francisco Hevia, que murió por libertar las villas de Orizaba y Córdoba, de donde se retiró su teniente coronel Castillo y Luna. Que otra división al mando de D. José Joaquín Márquez Donallo, coronel del regimiento infante D. Carlos, libertó de un estrecho bloqueo a Acapulco, y que se perdió Valladolid con 1 700 hombres de guarnición por traición de su comandante general D. Luis Quintanar, que se pasó al enemigo. Manifiesta los apuros de la capital, decadencia del espíritu público y culpabilidad de D. José de la Cruz, comandante general de Nueva Galicia, por no haber socorrido a Valladolid con más de tres mil hombres de tropas con que se pudo haber aniquilado a Iturbide, con quien gastó el tiempo en conferencias inútiles, y finalmente la necesidad de auxilio de tropas con toda urgencia.

En 3 de agosto de dicho año, D. Juan O’Donojú, nombrado capitán general y jefe político de Nueva España en 16 y 25 de enero anterior, daba cuenta desde Veracruz de su llegada a aquel punto en 30 del anterior, y que se había encargado del mando de aquellos países, y daba noticia de la general insurrección en que se hallaban y fuga de las tropas al ejército de Iturbide, deposición de su antecesor en el mando en 5 de julio por las tropas de la guarnición de México, que le entregaron al mariscal de campo D. Francisco Novella, destitución del general Arredondo en Monterrey, y nombramiento de Echegaray declarado independiente como Negrete y Quintanar. Manifiesta la apurada situación en que se encuentra, imposibilidad de restablecer el orden y necesidad perentoria de auxilios.

El mismo capitán general O’Donojú, en 5 del propio mes de agosto, remitió varios papeles que publicó e hizo extender en aquellos países, en los que se manifiestan sus ideas con respecto a la independencia de los mismos, la total falta de medios y la incertidumbre del buen éxito; y en 13 siguiente hace una triste pintura del cuadro que presenta la defensa de los derechos de Vuestra Majestad, por los deseos de independencia manifestados y generalizados con entusiasmo en todos los puntos, y la duda de que se le entregase el mando por las tropas que ocupaban la capital, que ya habían depuesto la autoridad legítima de su antecesor, cuya situación le puso en la necesidad de convenir en un armisticio con los disidentes, después de haber entrado en relaciones con su jefe Iturbide. Manifiesta la imposibilidad de impedir la independencia, que nada puede esperarse de Novella y sus tropas por la posición en que se encuentra, su corto número y falta de decisión.

En 27 de octubre el gobernador de Veracruz daba cuenta de su retirada al castillo de San Juan de Ulúa, y en 14 siguiente expresa las causas que le precisaron a ello, habiendo sido una de ellas la rendición de México, o su entrega hecha a Iturbide por O’Donojú, quien le mando proclamar la independencia, y en la suposición de que, no habiéndolo verificado, todas las fuerzas insurgentes se dirigirían contra él. Hace una larga relación de los acontecimientos que tuvieron lugar hasta su retirada a dicho castillo; su negativa a las distintas proposiciones que se le hicieron; medidas adoptadas para eludir la sorpresa que se intentó, con los demás medios de que se valieron los insurgentes para engañarle, y acredita documentalmente su constante lealtad en favor de los derechos de Vuestra Majestad, y el mérito singular que contrajeron el director de ingenieros D. Francisco Lemaur, D. Juan Topete, D. Juan Rodríguez, D. Carlos Villaverde, D. José Millán, D. Rafael Aristegui y D. José Morales, acreditándolo con los papeles que incluye.

Posteriormente siguió dando cuenta de las tentativas de los insurgentes sobre el castillo, escasez de recursos y necesidad de auxilios para su defensa, imposibilidad de continuar en el mando y que se le relevase. En 1º de enero dio parte de haber llegado 400 infantes y 50 artilleros de La Habana.

En 10 de mayo de 1822 fue nombrado D. Francisco Lemaur gobernador del castillo de San Juan de Ulúa y capitán general de aquellas provincias.

En 19 de abril de dicho año, se manifestaron por el ministerio de la gobernación de Ultramar las gestiones hechas por el Consulado de Veracruz, para que se evitasen los perjuicios que ocasionaba la defensa del castillo de San Juan de Ulúa por la idea equivocada de que estaban acordadas en la Península las bases de la independencia que publicó O’Donojú, cuyo error se había procurado desvanecer en la circular de 5 de diciembre, y esperaba que se facilitasen todos los auxilios necesarios al gobernador Dávila para prolongar su defensa.

En 3 de mayo siguiente se aprobaron las medidas de defensa del mismo y se manifestó el desagrado de Vuestra Majestad al Consulado de Veracruz por sus exposiciones.

En 17 de noviembre de 1821, desde Guanabacoa en La Habana [sic], el virrey conde del Venadito, daba cuenta de las distintas medidas que había tomado para destruir a los revoltosos, acciones brillantes que habían conseguido las tropas sobre los enemigos, premios asignados a sus gloriosas hazañas, y actividad extraordinaria que había establecido para prevenir los funestos resultados que amenazaban, creación de una junta de generales para dirigir la defensa, aumento de fuerzas y su instrucción para salir a campaña con favorables auspicios, y finalmente esperanzas que había concebido de poder superar las grandes dificultades que presentaba la infidelidad de los revoltosos; pero que todo había sido inútil, porque a las 10 de la noche del 5 de julio fue asaltado en su mismo palacio y habitación por una porción de oficiales del regimiento Infante D. Carlos, Castilla y Órdenes Militares, que dejando arrestado a sus jefes en los cuarteles, (que los urbanos de infantería, Dragones del Rey y Marina guardaban el Palacio), conduciendo tropas en número considerable de los dos últimos cuerpos expedicionarios, municionados y formados, ocupando todo el edificio y sus avenidas le pidieron entregase el mando al general Novella, que se hallaba en su compañía con los demás que formaban la junta de guerra y otras personas respetables, habiéndolo verificado por la necesidad de ceder a la fuerza en los términos que expresa la copia que acompaña, por las consideraciones que refiere, habiendo permanecido después hasta su llegada a dicho punto con los sobresaltos consiguientes al estado de desorden, sin haber tenido noticia de su relevo en aquel mando hasta la entrada de O’Donojú en México con Iturbide y sus tropas.

El mariscal de campo D. Francisco Novella en 17 de noviembre desde La Habana, dio cuenta de los acontecimientos de Nueva España desde la destitución del virrey conde del Venadito y su elección por las tropas de la guarnición de México, de que no se pudo desentender cediendo a las circunstancias; de los sucesos que tuvieron lugar posteriormente y operaciones militares ejecutadas en distintos puntos, rebelión de Bustamante y capitulación de la guarnición de Puebla, donde entraron los enemigos en 28 de julio; de cuyas resultas, todas las fuerzas de este se dirigieron sobre México, cuya defensa emprendió; habiendo tenido varios choques ventajosos con el enemigo, que reunió hasta 15 000 hombres, a cuya vista empezó la emigración y fuga de autoridades, jefes, oficiales y tropa, comunicaciones de O’Donojú para la entrega del mando y de la capital a Iturbide, que resistió hasta que se vio precisado a una entrevista con aquél, con acuerdo de la junta, en la Patera el 13 de septiembre, de cuyas resultas no pudo resistir a las ponderadas ventajas que O’Donojú manifestaba se seguirían, y a sus amenazas de que entraría de lo contrario con todas las fuerzas de Iturbide, con quien se sostuvo en varias contestaciones hasta que entregó el mando militar a D. Pascual de Liñán y el político a D. Ramón del Mazo, habiendo dejado la subinspección de artillería por haber enfermado; que ocupada la ciudad por los independientes, pidió su pasaporte y llegó a Veracruz en 20 de octubre, presenció la evacuación de la plaza y pasó a La Habana donde llegó en 14 de noviembre, y fue convocado a una junta de guerra por el capitán general para arreglar los auxilios que se debían enviar a Veracruz, habiéndose acordado en ella la remisión de 400 hombres de infantería y 50 artilleros, relevándose la guarnición cada cuatro meses. Por conclusión manifiesta que concedió durante su mando, una cruz, una medalla y diferentes grados a oficiales beneméritos, y que luego que recobre su salud pasará a la Península. Por real orden de 14 de febrero de 1822 se le dijo quedaba enterado Vuestra Majestad.

En 31 de agosto de 1821, D. Juan O’Donojú manifiesta que habiendo encontrado aquellos países en la situación que había expuesto anteriormente, y contemplando que ya no podía tener remedio la independencia de la América, entró en relaciones con los independientes y acordó con su jefe el tratado de Córdoba de 24 del mismo, que tenía por objeto la felicidad de ambas Españas. También acompaña el plan de condiciones propuesto al virrey conde del Venadito desde Iguala y en estos documentos se ve esencialmente declarada la independencia de Nueva España y asignación a la augusta dinastía de Vuestra Majestad la corona del nuevo Imperio Mexicano, y en su defecto, a la persona que designase el Congreso, y disposiciones relativas a la salida de los europeos con la indicación de capitulación honrosa para la de las tropas sin efusión de sangre.

El capitán general de Cuba, en 15 de noviembre de dicho año, dio cuenta de la llegada de los generales Apodaca y Novella con muchos oficiales y familias emigradas en 11 y 14 del mismo; que el gobernador de Veracruz se había visto precisado a abandonar dicha plaza y replegarse al castillo de San Juan de Ulúa, desde donde pedía socorros; que había convocado una junta en la que se acordó la salida de 400 hombres de infantería y 50 artilleros, cuyo refuerzo marcharía inmediatamente y se mudaría cada cuatro meses.

En 16 del mismo manifestó dicho capitán general los motivos porque se negó a salir el mariscal de campo D. Juan Moscoso a tomar el mando del castillo de San Juan de Ulúa.

Todos los demás papeles del gobernador de Veracruz y capitán general de Cuba son relativos a dar conocimiento al gobierno de la situación apurada de Nueva España, progresos de la insurrección, falta de auxilios con que poder contenerlos, desconfianza que infundió desde luego O’Donojú, disposición de éste a auxiliar la independencia y a reclamar auxilios eficaces y prontos con que poder oponerse a la revolución. Sobre estas reclamaciones se ocupó el gobierno, sin que hubiese realizado los socorros que se demandaban, y este ha sido el origen de no haber podido hacer frente a la revolución, cuyo fomento fue debido en parte a la destitución del virrey conde del Venadito.

Los diferentes documentos unidos a esta correspondencia, indicaciones contra la fidelidad de jefes y oficiales, capitulaciones ejecutadas en varios puntos y mala disposición que se supone en los papeles, presentan resultados desagradables, y aunque para llegar a la seguridad que debe tenerse para formar idea exacta de los acontecimientos, su origen, progreso y resultados, y culpabilidad de los que les dieron impulso, o no defendieron como debían los puntos de que estaban encargados, exige datos, justificaciones más exactas y extremas, y pruebas más seguras. Los hechos principales están determinados de un modo positivo, y es necesario conocer con toda seguridad a sus agentes, y a todos los que coadyuvaron de cualquiera modo a darles impulso, pues el sumario formado en Sevilla que se halla unido a este expediente con motivo de la impugnación de la salida de los oficiales destinados a Filipinas, expresados al principio de esta exposición, desmiente algunos puntos de la correspondencia.

Por lo mismo, Señor, este negocio exige que se examine por el Consejo Supremo de la Guerra detenidamente, teniendo presentes cuantos antecedentes existen, la expresada sumaria y cualesquiera otras causas que se hayan formado, y se están formando para que consulte a Vuestra Majestad, con vista de todo, las medidas que deberán adoptarse para proceder en justicia contra los que resulten, previa la correspondiente justificación, delincuentes; sirviendo de gobierno a dicho Supremo Tribunal el origen y progresos de la revolución de Nueva España y sus funestos resultados, pues que sin fijar bases para conocer y determinar el valor de los hechos por medio de una clasificación, será imposible de otro modo poder graduar el castigo a que se hayan hecho acreedores los culpados, según la parte que cada uno haya tenido en la pérdida de aquellos países.

Vuestra Majestad en su vista se dignará resolver lo que sea de su soberano agrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Juan Ortiz Escamilla (Comp.) [Con la colaboración de David Carbajal López y Paulo César López Romero] Veracruz. La guerra por la Independencia de México 1821-1825. Antología de documentos. Comisión Estatal del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.