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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1781 Las Provincias de la Luisiana, Panzacola, Movila, que poseían los ingleses (Florida Occidental), se erigen en Gobierno, y Capitanía General independiente; y se nombra a Bernardo de Gálvez, Gobernador, y Capitán general.

San Lorenzo el Real, noviembre 12 de 1781.

 


REAL CEDULA DE S. M.
EN QUE SE ERIGEN POR AHORA LAS PROVINCIAS
de la Luisiana, Panzacola, Movila, y demás que poseían los ingleses con el nombre de Florida Occidental, en Gobierno, y Capitanía General independiente:
y nombra por su primer gobernador,
Y CAPITAN GENERAL AL TENIENTE GENERAL DE LOS REALES EJERCITOS
DON BERNARDO DE GALVEZ.

 

 

 

EL REY.

Don Bernardo de Gálvez, Caballero Pensionado de mi Real y Distinguida Orden de CARLOS TERCERO, teniente General de mis Reales Ejércitos, Comandante General del de Operación que se halla; en la Habana, Gobernador y Comandante General en Jefe de las Provincias de la Luysiana, Panzacola, Movila, y demás que poseían los ingleses con el nombre de Florida Occidental. Sabed: Que por las relaciones de Vuestro distinguido mérito, y señalados servicios estoy bien enterado, que a ejemplo de vuestros mayores, elegisteis de muy joven la profesión de las Armas, y que ha viendo hecho la Guerra de Portugal, de Voluntario, y con el grado de Teniente de Infantería, en mil setecientos sesenta, y dos, os destiné después al Reyno de la Nueva-España, donde de Capitán del Regimiento fijo de Infantería de la Corona, y Comandante de las Provincias internas, y fronterizas de aquel Imperio, sostuvisteis el honor de mis Reales Armas, escarmentando muchas veces los feroces Indios Apaches, a costa de vuestra Sangre, por haber sido herido en varios reencuentros, y muy de peligro en alguno de ellos.

Restituido a España de mi Orden en mil setecientos setenta y dos, os hallasteis de Capitán del Regimiento de Infantería de Sevilla en el desembarco y función de la Playa de Argel en mil setecientos setenta y cinco, y sin| embargo de haberos herido gravemente, no os retirasteis hasta ejecutarlo con la Compañía de Cazadores de vuestro cargo, por lo que os concedí el grado de Teniente Coronel, y os mandé volver a la Escuela Militar de Ávila, donde acreditasteis la aplicación, y talentos de que me tenían informado vuestros respetivos Jefes.

Por convenir a mi Servicio proveer de defensa, y fomentar la Población, y Comercio de la Provincia de la Luisiana, y tener en aquel importante punto Persona. de mi entera confianza, os conferí en mil setecientos setenta y seis el Empleo de Coronel de su Regimiento fijo, y os encargué inmediatamente su Gobierno interino, en cuyos Empleos, y otras Comisiones de mi Servicio, como en algunos delicados acaecimientos con los Ingleses sobre el Rio, y sus respectivas riveras, procedisteis con la mayor justificación, prudencia, actividad, y decoro correspondiente a mi Real Nombre, y Soberanía, por lo que en mil setecientos setenta y nueve, os concedí el grado de Brigadier .

Precisado Yo por los justos, y relevantes motivos que constan a toda la Europa a declarar la Guerra al Rey de la Gran-Bretaña, recibisteis mis Órdenes, e instrucciones relativas al rompimiento, con el Título de la propiedad del Gobierno de la Luisiana en fines de julio de mil setecientos setenta y nueve; y aunque por la situación, y débil Estado de fuerza de dicha Provincia opinaron unánimemente todos los Oficiales que convocasteis a consejo, que debía reducirse el Plan a una mera defensiva, hasta que se recibiesen refuerzos de la Habana, tomasteis sobre vos solo la heroica resolución de atacar los Ingleses en sus propios puestos, y fortificaciones.

Sin embargo de que en estas circunstancias sobrevino el diez y ocho de agosto un furioso huracán, que sumergió casi todas las Embarcaciones, que teníais en el Rio con los preparativos para la campaña, arruinó muchas Casas de la Nueva-Orleans, y destruyó todo el Campo de sus cercanías, supisteis mantener en tanto vigor la Tropa, y Vecindario de aquella Capital, que en lugar de desanimarse se esforzaron mas con las desgracias, y se ofrecieron a la empresa, que les preparabais.

Habiendo pues sacado algunos Barcos, y Artillería del fondo del Rio, y juntado hasta setecientos hombres de Tropa Veterana, Reclutas, y Milicias de todos colores, os pusisteis en marcha en veinte y siete de Agosto sin Tiendas, Equipajes, Ingenieros, ni mas que un Oficial de Artillería enfermo, que conducía por el Rio la que pudisteis aprestar, y después de una penosa, y precipitada marcha con dicha gente, y algunos Indios, y otras Castas que se os agregaron llegasteis al Fuerte de Manchak, y el siete de Septiembre lo tomasteis por sorpresa, y asalto sin desgracia alguna, quedando su Guarnición prisionera de Guerra.

No obstante haberse reducido vuestra gente a cuasi la mitad por el cansancio, y algunas enfermedades, marchasteis el día trece contra el Fuerte de Baton Rouge, donde se habían reunido, y fortificado las Tropas Inglesas, y habiéndolo reconocido hallasteis que por su ventajosa situación, anchura, y profundidad de sus fosos, alto, y escarpado de sus murallas, estar guarnecido con trece cañones, y defendido por quinientos, hombres, sería, sino imposible, muy costoso tomarlo por asalto; y con este conocimiento dispusisteis formar trinchera, y establecer batería, que ejecutasteis felizmente, distrayendo el fuego del enemigo al paraje de un falso ataque que figurasteis.

Con efecto el día veinte y uno rompió el fuego vuestra batería, y a las tres horas y media había desmantelado el Fuerte, de modo que tocó llamada, y pidió Capitulación, que concedisteis con calidad de quedar la Tropa prisionera de Guerra, y que se entregase el Fuerte de Panmure de Natches, que estaba bien, guarnecido, y en situación dominante; lo que así se ejecutó.

Al mismo tiempo por vuestras órdenes, y acertadas disposiciones se tomaron los puestos de Tompson, y Amith, con los demás establecimientos que tenían los ingleses en la Rivera oriental del Misisipí, y se les aprehendieron sobre sus aguas ocho embarcaciones que iban de Panzacola al socorro de los expresados Fuertes.

Esta empresa, y sus respectivas operaciones fueron tan bien dirigidas, y su éxito tan feliz, que sin tener mas de un hombre herido en la Tropa de vuestro mando, hicisteis rendir las Armas a mil Ingleses, y pusisteis en mi dominación cuatrocientas y treinta leguas de pingües, y fertilísimas tierras, pobladas de Estancias, y de diversas Naciones de Indios comerciantes en Peletería, desviando por este medio el ingresó de mis enemigos a las Provincias interiores de Nueva España, por cuyo singular servicio os hice Mariscal de Campo de mis Ejércitos.

Ansioso Vuestro celo de continuar las operaciones Militares según mis órdenes, emprendisteis la conquista de la Movila, y os embarcasteis con mil y doscientos hombres compuestos de tropa Veterana, Milicias, gente de color, auxiliares, y sirvientes 5 y el catorce de Enero de mil setecientos ochenta disteis la vela del Misisipí con catorce embarcaciones de distintos portes ; pero desde el día veinte y siete del mismo mes fue el Convoy tan terriblemente contrastado por los elementos, que a costa de muchas fatigas y desvelos llego a la Ria de la Movila, en cuya barra naufragaron la Fragata Comandante, y el Bergantín que montabais, con otros cuatro buques.

A éste desgraciado suceso sobrevino una tempestad tan fuerte, que solo pudo salvársela gente, y hasta el número de ochocientos hombres salieron cuasi desnudos a la Playa de una Isla desierta, en que os hallasteis sin víveres, municiones, ni otros recursos que los que sugerían vuestro valor, y la constancia de la Tropa, pues en tan criticas circunstancias deliberasteis ir al asalto del Castillo de la Movila, formando escalas con los fragmentos de las naves naufragadas, y lo hubierais ejecutado, sin un socorro de víveres, y gente que en aquella ocasión os llegó de la Habana en cuatro pequeños buques de mi Real Armada, no os hubiese puesto en estado de disponer el reembarco de la gente, con la que no obstante la continuación del Temporal llegasteis delante de la Movila el día veinte y cuatro de Febrero, y tomando las mas exactas medidas para efectuar el Sitio, formasteis Trinchara, establecisteis Baterías, y a pesar de los continuos, y bien servidos fuegos del enemigo, y su esforzada resistencia a vista del socorro de mil y cien hombres, que a este efecto había sacado de Panzacola el General Juan Campbell, abristeis brecha, y estrechasteis de modo a los sitiados, que el catorce de Marzo rindieron la Plaza por Capitulación, quedando prisioneros de Guerra trescientos y siete hombres a presencia de dicho General Inglés, que se retiró precipitadamente con pérdida de un Capitán, y diez y seis Dragones que le tomasteis prisioneros, y con el despecho de haberse reducido su operación a ser testigo ocular de vuestra pericia militar, y del valor de mis Tropas, que condujeron a brazo la Artillería, y todo lo demás necesario para el Sitio.

Concluida esta feliz conquista pensasteis desde luego en la de Panzacola con arreglo: a mis ordenes; pero no pudisteis emprenderla por entonces a causa de haberse retardado los refuerzos de Tropas, y auxilios marítimos que debían enviaros de la Habana, y salieron en estación tan avanzada que por los temporales, y dictamen de los Jefes de Mar fue preciso desistir en aquella ocasión, y retirar los Buques a dicho Puerto.

Con este motivo, y para esforzaren la Habana correspondiente apresto de todo lo necesario a tan importante empresa, os embarcasteis en un pequeño Bergantín, y fuisteis en persona a promover la Expedición, con la que venciendo a esfuerzos de vuestra actividad, celo, y amor a mi Real Servicio muchas dificultades, salisteis por fin el diez y seis de Octubre de mil setecientos ochenta con las Tropas, que se os pudieron facilitar en una Escuadra y Convoy para atacar a Panzacola; pero al día siguiente sobrevino un huracán de los mas terribles que se han experimentado en el Seno Mexicano, cuya duración fue de ochenta horas, y dispersó, maltrató, e hizo correr a todos los Buques de la Escuadra y Convoy, de que zozobraron algunos, desarbolaron otros, y se refugiaron donde pudo cada uno.

Habiéndoos mantenido, sin embargo de, este fracaso, un mes en la Mar con la solicitud de llegar al punto de reunión, tuvisteis precisión de volver a la Habana en la misma Fragata que os conducía, con otra de mi Escuadra, y dos inglesas que apresaron.

Aunque aquel desgraciado suceso había dispersado el Convoy dividiendo la Tropa que desembarcó en varios parajes, y se aumentaban las dificultades en la Habana; esforzasteis vuestro ardiente celo, y con motivo de poner a cubierto vuestra Provincia, y lo conquistado contra las operaciones de los Ingleses, que habían intentado varias veces recuperar lo perdido, y atacado las avanzadas de la Movila en distintas ocasiones que fueron rechazados, pudisteis conseguir que os diesen mil trescientos y quince hombres, con un Navío, dos Fragatas, y otras Embarcaciones de Guerra, y transporte.

El veinte y ocho de febrero del presente año salisteis con estas fuerzas del Puerto de la Habana, y dirigiéndoos en derechura a la Isla de Santa Rosa, desembarcasteis el primero al frente de las Tropas la noche del nueve de marzo, y al siguiente día os apoderasteis de diez ingleses, algunos cañones desmontados, y de toda la Isla, haciendo retirar con una Batería, que formasteis, dos Fragatas de Guerra Británicas, que desde lo interior de la Bahía hacían fuego sobre las Tropas.

Campadas estas en dicha Isla para esperar las que, según vuestras ordenes preventivas, debían venir a aquel punto de la Nueva-Orleans, y la Movila; tomasteis las providencias, y precauciones correspondientes para asegurar el Campamento, Escuadra y Convoy; y ha viendo resuelto que se forzase la entrada del Puerto, se puso en ejecución el día once por la tarde; pero no se efectuó a causa de haber tocado en la Barra de la entrada el Navío Comandante que iba a la Vanguardia, por lo que viró y volvió con todos los demás Buques al fondeadero de donde se habían levado.

Dispusisteis se repitiese al día siguiente dicha operación ; pero habiéndose examinado, y decidido unánimemente por el Comandante, y Oficiales de Marina ser impracticable la empresa a causa de lo tortuoso del Canal, la mucha corriente de las aguas, la falta de prácticos seguros, y los fuegos del Castillo de las Barrancas coloradas que enfilaban, y batían por Popa y Proa cualquiera embarcación que arriesgase a entrar, se desistió del intento: y teniendo vos a la vista por una parte la triste situación en que quedaríais con la Tropa desembarcada, y la que debía venir por Tierra, y Mar de la Movila, y la Nueva-Orleans, si un golpe de los vientos comunes en aquella Costa brava precisase la Escuadra, y Convoy a levar anclas, y por otra lo perjudicial, é indecoroso que sería a mis Reales Armas desistir de la empresa, que os había confiado, procurasteis por todos los medios, que os dictaron la prudencia, y política reducir al Comandante de los Buques de Guerra, que los menores reiteraren la tentativa de entrar en el Puerto; pero no pudisteis conseguirlo. En este conflicto os resolvisteis, a una acción tan arriesgada como precisa, heroica, y laudable en aquella situación, cual fue la de entraros solo en el Puerto; y reservando de todos vuestra determinación, os embarcasteis sin Oficial doméstico, ni criado alguno a las dos de la tarde del día diez y ocho del mismo Marzo en el Bergantín Galvestown, y haciéndoos saludar, y arbolar la insignia de vuestro, grado, mandasteis que largase vela, y marease por el Canal para el Puerto; y así lo ejecutó sufriendo el fuego continuo del expresado Castillo de las Barrancas, que no hizo daño a dicho Buque, ni a los de una Lancha cañonera, y una Galeota que os siguieron a alguna distancia.

De esta conformidad, y a la vista del Ejercito, Escuadra, Convoy, y de los Enemigos, forzasteis la entrada de] Canal, y llegasteis a fondear dentro de la Bahía de Panzacola a distancia en que no podía ofenderos, el enemigo, y Saltando en tierra por la parte interior de dicha Isla, os recibió la Tropa de vuestro mando con el aplauso a que erais acreedor; y con este heroico ejemplo se resolvió al día siguiente diez y nueve la entrada de los Buques de Guerra y Convoy, y se efectuó sin desgracia alguna, no obstante el vivo fuego del Castillo enemigo, excepto el Navío Comandante que quedó fuera, y se retiró después a la Isla de Cuba ; pero ínterin entraban todas las Embarcaciones anduvisteis en una Falúa sobre el Canal para dirigir, y auxiliar a las que lo necesitaban.

Luego que llegaron las Tropas, Artillería, Municiones ; y demás pertrechos que según vuestras oportunas órdenes se debían remitir de la Movila, y Nueva-Orleans, os trasladásteis con todo el Ejercito a Tierra; firme, y disteis las providencias convenientes para el ataque de las diferentes Fortificaciones que defendían los Ingleses con mil y ochocientos hombres de Tropa reglada, muchos Voluntarios Negros, y una multitud de Indios feroces, que se encubrían en los Bosques de la Campaña, y auxiliados de la Caballería enemiga, y su Tropa ligera, os incomodaban, y resistían vigorosamente el acceso a la Plaza.

Para evitar en lo posible la pérdida de gente, y mantener a ésta en la debida actividad mudasteis repetidamente de situación, y Campamento, y con vuestro ejemplo condujo la Tropa a fuerza de brazos la Artillería, Municiones, Pertrechos, Víveres, y demás necesario para las operaciones, y subsistencia del Ejército y trasladasteis habiendo resuelto atacar con preferencia él Fuerte avanzado de la media Luna, principiasteis los abajos, y a este tiempo llego oportuna, y casualmente un refuerzo de Tierra, y Mar con la Escuadra combinada de la Habana, que había salido a buscar la Inglesa, y cubrir el Sitio en caso que ésta viniese al socorro como se había creído.

Estrechando entonces los trabajos, y abierta la trinchera batisteis con el mayor vigor los fuertes enemigos, y estos correspondieron igualmente por su parte, é hicieren varias salidas, y ataques a vuestros puestos, y algunos de la misma trinchara sostuvieron con valor las Tropas, y fueron rechazados con escarmiento los ingleses.

Cuando en el día ocho de Mayo teníais resuelto atacar a viva fuerza el Fuerte de la media Luna, dispuso la providencia que una Granada tirada de vuestras baterías incendiase el Almacén de pólvora de aquella Fortaleza, y que a la explosión volase una parte de ella con ciento y cinco Ingleses que la guarnecían, y aprovechándoos de este fracaso, hicisteis ocupar aquel puesto, y conducir a él algunos cañones, y obuses con tanta presteza que cuando los enemigos intentaron hacerlo por sí, se hallaron sorprendidos con el fuego de vuestra Artillería, y Fusilería.

A vista de este suceso consideraron los Generales Ingleses no serles posible continuar la defensa a causa que desde la Fortaleza volada se dominaba, y, batía de punta en blanco el Fuerte Jorge, se resolvieron a pedir Capitulación, poniendo éste efecto la Bandera correspondiente a las cuatro de la tarde en el mismo Fuerte Jorge, y acordando los Artículos que tuvisteis por convenientes, se efectuó en la mañana del día diez la entrega, de las Fortalezas (en que había ciento y cincuenta y tres piezas de Artillería montadas) Armas, y demás efectos, quedando prisionera de Guerra toda la Guarnición hasta el número de mil y cuatrocientos hombres con sus respectivos Oficiales y entre ellos el Mariscal de Campo Juan Campbell Comandante en Jefe de las Tropas, y el Vice-Almirante Pedro Chester, Gobernador y Capitán General de la Provincia.

En los sesenta y un días que corrieron desde el desembarco hasta la rendición de Panzacola, y fueron otros tantos de fuego, o mutuas hostilidades, procedisteis con la mayor prudencia, vigilancia, y humanidad, según lo exigían los casos, y circunstancias, sin perdonar trabajo, fatiga, ni riesgo a que concurríais regularmente el primero, y recibisteis dos heridas de consideración en el vientre, y la mano izquierda el día doce de abril, que consternaron vuestro Ejercito ; pero no os impidieron de dirigir las operaciones del Sitio: y poniéndoos desde su principio de acuerdo con el Gobernador Inglés preservasteis de toda hostilidad, y daño la población, y vecinos de Panzacola; por lo que aquellos habitantes han representado a el Rey Británico, haciendo honor, y justicia a vuestra humanidad, y bizarría,

Por esta gloriosa Conquista, y las anteriores que me habéis hecho, se ha verificado el importante, y deseado objeto de arrojar los Ingleses de todo el Seno Mexicano, donde tanto han perjudicado a mis Vasallos, y Reales intereses, así en tiempo de Paz como de Guerra ; y habiendo tenido por vuestros avisos la noticia de tan plausible suceso, os concedí inmediatamente el grado de Teniente General de mis Ejércitos: y con presencia de que el gran Puerto de Panzacola se denominó en su descubrimiento Bahía de Santa María; que después tuvo el aditamento de Galve en obsequio del Conde de este Título, por haberse reconocido, y poblado en el tiempo que era Virrey de Nueva España; y que es justo os quede una señal honrosa, y perpetua en aquel paraje; he resuelto que desde ahora, y para siempre se nombre Bahía Santa María de Gálvez en honor, y gloria, de la Virgen Santísima, y memoria vuestra como su Conquistador: Que el Castillo de las Barrancas Coloradas, llamadas antes de Santo Thomé, se nombre de San Carlos por

haberse construido en tiempo del Señor D. Carlos Segundo, y verificado su recuperación en mi feliz Reynado: Que el Fuerte Jorge se denomine en lo venidero de San Miguel a causa de haberse rendido en el día de la Aparición de este Santo Arcángel General del Dios de los Ejércitos: y que para perpetuar en vuestra posteridad la memoria de la heroica acción, con que forzasteis solo la entrada de dicha Bahía, pongáis por timbre en el Escudo de vuestras Armas el Bergantín Galvestown con el mote: YO SOLO; y que usen de este blasón vuestros hijos, descendientes, y sucesores.

Así mismo he resuelto erigir en Gobierno, y Capitanía General independiente de la Isla de Cuba, y demás de las Indias, las Provincias de la Luisiana, Panzacola, Movila, Apalache, y demás que poseían los ingleses con el apelativo de Florida Occidental, y nombraros, como con efecto os nombro por primer Gobernador, y Capitán General independiente de ellas, con el sueldo por ahora, é Ínterin duren las urgencias de la presente Guerra, de diez mil pesos al año, que se os pagarán de mis Reales Cajas, y Tesorerías por este Empleo, el que es mi voluntad que retengáis, y sirváis por los Tenientes, Cabos, y sujetos que sean de vuestra satisfacción, y nombréis a vuestro arbitrio, remo-viéndoles, y emplazándoles sin consulta, Ínterin que estéis ausente, y empleado en las importantísimas Comisiones que os tengo confiadas del mando de mi Ejército de operación, y a fin de que se os reconozca, y obedezca en las Provincias de vuestro Gobierno, y mando, remitiréis copias autorizadas de esta Real Cedula para que se cumpla en todas sus partes, y se publiquen con la solemnidad de estilo, en los lugares, y parajes convenientes.

Últimamente declaro, que la relación hecha en esta Real Cédula de vuestros señalados servicios, y premios que habéis sabido merecer, la he mandado extender por honor, memoria, y satisfacción de vuestra persona, y circunstancias, y que tengáis en vuestra Ilustre Casa, y Familia este documento, que os franquea mi Real gratitud para calificación de vuestro relevante mérito, y que consten siempre las justas causas porque os he distinguido.

Y mando a todos mis Consejos, Cancillerías, Audiencias, Tribunales, y Justicias, Virreyes, Capitanes Generales, Gobernadores, Intendentes, y demás Jefes Políticos, y Militares de mis Dominios, especialmente a los de las Indias, y Provincias de la Luisiana, Panzacola, Movila, Apalache, y demás de la Florida, que luego que véan esta Real Cédula, o su copia autorizada la obedezcan, cumplan, y ejecuten en todas sus partes, bajo la pena de incurrir en mi Real Desagrado. Dada en San Lorenzo el Real, firmada de mi Real Mano, sellada con mi Sello secreto, y refrendada de mi infrascrito Secretario de Estado, y del Despacho Universal de las Indias en doce de Noviembre de mil setecientos ochenta y uno = YO EL REYJoseph de Gálvez— V. M, erige por ahora las Provincias de la Luisiana, Panzacola, Movila, y demás que poseían los Ingleses con el nombre de Florida Occidental en Gobierno, y Capitanía General independiente, y nombra por su primer Gobernador, y Capitán General al Teniente General de sus Reales Ejércitos D. Bernardo de Gálvez. —En cuyo debido obsequio se da a la Estampa en la Imprenta de la Curia Episcopal de la Ciudad de la Habana a cuatro de marzo de mil setecientos ochenta y dos. — Y se reimprime a expensas de un amigo en Santa Fe de Bogotá a quince de Julio del mismo año.