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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1777 Carta de Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana, a José de Gálvez en que da cuenta de sus preparativos para defenderse de los ingleses.

Nueva Orleans, junio 2 de 1777.

 

Illmo. Sr.

Muy señor mío: Según noticias de Pansacola, y las que repetidamente dan los ingleses establecidos en este rio, parece que los Americanos se disponen a bajar por él, este verano, en número de cuatro o seis mil hombres, con la idea de desalojarlos de sus establecimientos y tomar a Pansacola.

Aunque del modo que dichas noticias llegan aquí no es bastante para dárselas a V. Illma. por seguras, yo casi las creo, porque las creen los mismos ingleses.

El Gobernador de Pansacola se está poniendo en estado de defensa, y quizás, como opinan algunos, de salirles al encuentro. Si esto es así, no será mucho que este verano me vea con una o dos expediciones al frente de esta villa, o en sus cercanías, siendo testigo de mil hostilidades y expuesto a sufrirlas.

Con este recelo me veo en la precisión de ponerme también sobre la defensiva para estarme a cubierto de los excesos con que suelen manejarse las tropas en países extranjeros.

Como esta Plaza no tiene murallas que la guarnezcan, ni fortaleza alguna que la proteja, ni es susceptible tampoco en mucho tiempo de ponerla en términos de defensa, me veo en la necesidad de construir tres o cuatro lanchones con un cañón de a 24, o de a 18 cada uno, en la proa, que me pongan a cubierto a lo menos por la parte del Río y evitar los excesos que en él puedan cometerse, dar esta seguridad a los habitantes que ya están temiendo ser insultados, y principalmente por hacer guardar el respecto debido a los dominios de nuestro augusto Soberano,

Estas lanchas cañoneras serán mas útiles en el rio que un par de fragatas, poique pudiendo manejarse a la vela y remo seremos superiores a cualesquieras embarcaciones de guerra que puedan entrar por los pasos, en atención a que por su poco fondo deben ser pequeñas y sus cañones del calibre de a 12 cuando más, quedando siempre a nuestro arbitrio elegir una posición y distancia desde donde podamos hacer daño sin recibirlo, por el mayor alcance de nuestros cañones, pues todo el mundo opina que una sola lancha de estas es capaz de echar a pique a un navío de guerra estando anclado o en calma, lo que a cada paso se verifica en la subida de este río por su demasiada corriente, y porque el viento que es favorable en una vuelta es por lo regular contrario en la que se sigue.

Con este auxilio estaré conforme aunque las fragatas de la Habana no vengan, y S. M. podrá emplearlas en las obligaciones de aquel departamento y ahorrar un gran gasto a su Real erario, pues las cuatro lanchas, aun cuando fueran seis, no costarán en su construcción el tercio de una fragata, y para su entretenimiento no hay que mantener mas tripulación que un patrón y dos hombres en cada una para su conservación y cuidado, esquifándolas, en la necesidad, con gentes y negros del país, de modo que el Real erario solo tendrá que satisfacerlos días en que fueren empleados, cuyo gasto es muy pequeño en comparación del que causa una fragata diariamente en sueldos y raciones.

Espero que S. M. se digne aprobar este pequeño gasto que tiene tan bien fundados motivos, y es resolución tomada después de haberme desvelado mucho pesando las resultas de no hacerlo o hacerlo, y me he declarado por el último parecer en favor del Real servicio, temiendo que S. M. conociendo la gravedad de las circunstanciadas no me acusase de hombre tímido y de poca resolución, y porque habiendo acabado de recibir una Real orden para renovar la estacada, en consecuencia de representación de mi antecesor, gasto que sería enorme y de poco resguardo, me considero bastante autorizado para suspender aquel y hacer este que, siendo la décima parte, me será más útil, no solo en la estación presente, sino en cualesquiera otra.

Los buenos marinos y de una opinión desinteresada apoyarán el pensamiento, y V. Illma. con esta doble seguridad lo representará al Rey, dándole a conocer las razones que me obligan a ejecutarlo sin esperar su Real resolución por no exponerme a que quizás llegase tarde.

En todos los puertos de España y de América tiene S. M. falúas para el Gobernador, Intendente, Capitán del puerto, y oficiales Reales, y solo en este no hay ni un bote para mí ni las ocurrencias del Real servicio, y precisado a pedir la lancha prestada a la misma embarcación que vamos a hacer la visita, o embarcarnos en una canoa tan peligrosa como indecente para los Ministros del Rey; en esta inteligencia he de deber a V. Illma. se sirva hacerlo presente a S. M. para que se digne mandar se establezcan a lo menos dos falúas con sus respectivas tripulaciones, una de rentas, y otra del Gobierno para mí y los ayudantes de la plaza.

Nuestro Señor guarde a V. Illma. los muchos años que puede. Nueva Orleans, 2 de junio de 1777.

Ilmo. Señor

B. L. M. de V. S. I.

su más atento servidor Bernardo de Gálvez.

Ilmo. Sr. Dn. Joseph de Gálvez.