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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1772 Orden para cambiar de lugar los presidios internos

 

En la revista general que hizo el brigadier don Pedro de Rivera, notó los graves excesos que se cometían, la falta de subordinación y disciplina de las tropas presidiales, la ignorancia del servicio y el poco o ningún fruto que sacaban de sus empresas, suprimía algunos presidios y el número de soldados de varias compañías; y para corregir de una vez los defectos y enmendar los abusos, se formaron las referidas Ordenanzas del año de 1726, prescribiendo el arreglo y gobierno que debían observarse en todos los presidios, y los precios a que se habían de suministrar en cada uno las prendas del soldado, con el fin de evitar los excesivos lucros que tenían los capitanes; y aunque por entonces fueron muy acertadas estas providencias, la variación de los tiempos hizo conocer lo poco que se había adelantado en el asunto, y en repetidas reales órdenes, desde el año de 1753 hasta el de 67, se encargó estrechamente a mis antecesores ocurriesen al remedio de los daños que ya se experimentaban en grado superlativo, y por último, mandó Su Majestad se repitiesen las revistas de inspección por el Marqués de Rubí.

Para el efecto, se prevenido al teniente coronel don Hugo O'Connor, que hecha la campaña que ha propuesto contra las dos escuadras de apaches, que a la dirección de los indios, Pascual y Ligero, hostilizan la provincia de Coahuila y las cercanías de Durango, cmplée todo su cuidado en el prolijo reconocimiento de los terrenos donde deban transmigrarse los mencionados presidios, eligiendo aquéllos que se consideren más ventajosos y proporcionados a su útil establecimiento, a su segura permanencia y a la defensa de aquellas fronteras, dándome aviso de sus resultas; y de las noticias que tenga acerca de la introducción de los indios norteños en la Nueva Vizcaya, manifestándole que aun en el caso de que se verifique cierta, podría ser más dificultoso el sosiego de la provincia, pero no imposible ni remoto, mediante los auxilios de caudales, tropa, armas, caballadas y demás que se han facilitado; y respecto también al conocimiento, eficacia y celo con que desempeña su comisión, encargándole últimamente que teniendo por norte las soberanas benignas intenciones de Su Majestad, procure siempre anteponer en los encuentros que se le ofrezcan con los indios, la suavidad y la maña al rigor y la fuerza; si bien el estado orgulloso y atrevido de estos enemigos sin fe, feroces e inhumanos, le obligarían muchas veces a proceder a su castigo.

El defecto que se ha notado en las caballadas para la remonta del cuerpo volante de Chihuahua, consiste desde luego en la escasez de ganado, y falta de aguas; pero no dudo lo enmienden la destreza y agilidad de los jinetes de este país, de que es regular haya mochos en el citado cuerpo, y no necesiten demasiado tiempo para domar los caballos nuevos, dedicándose a ponerlos en estado de servicio.

 

 

 

 

 

"El Marqués de Rubí había hecho en 1766 un proyecto para modificar la línea de presidios que debían contener las depredaciones de los indios bárbaros. Diferentes comandantes de frontera, entre ellos Bernardo de Gálvez, en 1771, informaron de las dificultades que tenían para pacificar la región. En 1772, Bucareli nombró al Teniente Coronel Hugo O'Connor para que reconociera los presidios y los trasladara adonde mejor pudieran llenar su objeto."