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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1530 Parecer de Vasco de Quiroga acerca de la forma de vida de los Indios. (Fragmento).

 

"[...] Así casi de aquesta manera se mantenían y mantienen estos naturales con muy poco o ningún trabajo, y se contentan con los frutos y raíces que les produce y cría la tierra sin labrar o mal labrada y grangeada, la cual parece que los favorece con ciertos árboles cuya fruta dura casi todo el año, demás de ser muy sustancial, como son tunas y cerezas y otras frutas muy sustanciosas y muy extrañas, y de extraño sabor y mantenimiento; unas que abiertas lo de dentro es como manjar blanco, que llaman anonas, y otras que parecen en sabor y color mantequillas y manteca de vaca fresca, especialmente echándoles azúcar por cima, y otras de diversas y extrañas maneras de no menos ni menor sustancia; y el maíz de que hacen muchos manjares, dotes, canas que son como de azúcar, y vino y miel que sacan de ellas, y después el maíz en mazorca que guardan para todo el año, el cual nace do quiera y como quiera que lo echan en unos hoyos que hacen con unas coas de palo, sin otro arado y sin labrar, sobre la yerba por la mayor parte, aunque después con los palos lo dcsyervan; y de otra yerba que se dice maguey, se visten, calzan y beben, y hacen mieles y arropes, y les dá leña y hacen sogas y cuerdas, y hasta de tejas para cubrir los bohíos y loza en que echan el maíz que muelen, y de agujas con que cosen y de otras muchas cosas que no me acuerdo; se sirven de ella y de otras muchas yerbas y raíces silvestres que nacen por los campos y montes de que por la mayor parte la gente común se mantiene, que cojen por los campos y montes con que se contentan y satisfacen, sin querer ni demandar ni se fatigar por mas; y de aqueste gran contentamiento y poco mantenimiento y de la mucha seguridad y fertilidad de la tierra, les nace tanta ociosidad, flojedad y descuido, lo cual conviene que se les quite con alguna buena orden de república y policía, porque aunque dejados así como ahora están para su miseria y buen contentamiento sean bastantes para nuestro fausto y soberbia, cierto no lo son, y primero se acabarán que lo sean si alguna grande industria no se les da.

Por do algunas veces me paro a pensar en este grande aparejo que veo, y me admiro cierto mucho conmigo, porque es esta edad dorada de este Nuevo Mundo y gente simplisísima, mansuetísima, humildísima, obedientísima de 61, sin soberbia, ambición, ni codicia alguna, que se contenta con tan poco y con lo de hoy sin ser solícitos por lo de mañana, ni tener cuidado ni congoja alguna por ello que les dé pena, como en la verdad no la reciben por cosa de esta vida; que viven en tanta libertad de ánimos con menosprecio y descuido de los atavíos y pompas de este nuestro en este infelice siglo, con cabezas descubiertas y casi en el desnudo de las carnes y pies descalzos, sin tratar monedas entre sí y con gran menosprecio del oro y de la plata, sin aprovecharse del uso ni aprovechamiento de ello para más de solamente andar galanes en sus fiestas, hasta que los españoles vinieron, que por tenerlo estos en tanto ya lo van teniendo estos en algo, y en verlos dormir como duermen en el suelo sobre petates y piedras por cabecera por la mayor parte, y no tener, ni querer, ni desear otro ajuar en su casa más que un petate en que duermen y una piedra en que muelen maíz y otras semillas que comen, y pagar con tanta simplicidad y verdad y buena voluntad, lo que deben y lo que ponen, y como convidan e importunan con la paga de ello, aunque la persona a quien se debe no lo quiera recibir, y en congojarse si no lo quiere venir a recibir; y en fin de verles casi en todo en aquella buena simplicidad, obediencia y humildad y contentamiento de aquellos hombres de oro del siglo dorado de la primera edad, siendo como son por otra parte de tan ricos ingenios y pronta voluntad y docilísimos y muy blandos, y hechos como de cera para cuanto de ellos se quiera hacer. Me parece cierto que veo, si ya no me engaño en ello, en aquestos una imagen de aquellos, y en lo que leo de aquellos, un traslado autorizado de aquestos, y en esta primitiva nueva y renaciente Iglesia de este Nuevo Mundo, una sombra y dibujo de aquella primitiva Iglesia de nuestro conocido mundo del tiempo de los santos apóstoles y de aquellos buenos cristianos verdaderos imitadores de ellos que vinieron so su santa y bendita disciplina y conversación, porque yo no veo en ello ni en su manera de ellos cosa alguna que de su parte lo estorbe ni resista, ni lo pueda estorbar ni resistir, si de nuestra parte no se impide y desconfía. porque quien en nosotros lo desespera y hace que parezca ser imposible, sería y podría ser la desconfianza de ver todas estas cosas que dichas son, que a ellos son tan propias y naturales, en nosotros tan ajenas y contrarias y casi como imposibles, causándolo todo esto nuestra gran soberbia, ambición y codicia; pero aquestos naturales vémoslos todos naturalmente dados e inclinados a todas estas cosas que son fundamento y propios de nuestra fe y religión cristiana, que son humildad, paciencia y obediencia, y descuido y menosprecio de estas pompas, faustos de nuestro mundo y de otras pasiones del ánima, y tan despojados de todo ello, que parece que no les falte sino la fé, y saber las cosas de la instrucción cristiana para ser perfectos y verdaderos cristianos [...]"

 

 

 

Fuente: D.I.L—Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, sacados en su mayor parte del Real Archivo de Indias, bajo la dirección de los señores don Joaquin F. Pacheco et al 42 vols. Madrid (sc.) 1861-1884. X 487-8, 490-510.