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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Con la firma del Plan de Tacubaya acaba la revolución contra el presidente Bustamante y se unifican los grupos levantados en armas

28 de Septiembre de 1841

Se firman el “Plan de Tacubaya” o “Bases de Tacubaya” y los “Convenios de la Estanzuela”, con lo que acaba la revolución contra el presidente Bustamante y quedan unificados los grupos levantados en armas encabezados por Mariano Paredes Arrillaga y Antonio López de Santa Anna. Este último maniobrará para quedarse con el poder, al que ascenderá el próximo día 10 de octubre, deponiendo al presidente Javier Echeverría, sustituto de Bustamante.

Separado Bustamante de la Presidencia, José M. Jiménez, ministro del Interior, remitió el 24 de septiembre un comunicado a Juan Nepomuceno Almonte para que pidiera a Bustamante que como general en jefe del ejército, intermediara para terminar con el pronunciamiento pacíficamente. Almonte fue comisionado para entrevistarse con Santa Anna y acordar tanto un armisticio como las bases de un arreglo; se reunieron el 26 de septiembre en Tacubaya y al día siguiente en la Hacienda de Los Morales, firman un acuerdo expiraba el día 29 y quedaron de ratificarlo. Pero Almonte no llegó con las bases que remitiría y Santa Anna levantó entonces el Plan Bases de Tacubaya. (Ver Documento) y mandó copia del Acta a Almonte. Santa Anna los citó la mañana del 30, en Tacubaya, se reunión, pero antes de empezar a discutir, escucharon salvas, vivas y repiques en México y corrió la voz que había sido proclamada en ella la Federación. Gorostiza y Michelena negaron saber algo del pronunciamiento y con ello se frustró el arreglo.

Entonces Santa Anna, remitirá un oficio a Melchor Múzquiz, Presidente del Supremo Poder Conservador, en el que le dice: “Proclamada la Federación por el general don Anastasio Bustamante o bajo sus auspicios, se ha constituido en faccioso y se ha despojado del poder que, con arreglo a la Constitución de 1836, se había depositado en sus manos. En consecuencia, el Supremo Poder Conservador se halla en el caso de dictar las medidas para que le faculta la Constitución al disolverse los poderes, y yo le ofrezco que en este cuartel general hallará para si y para los demás poderes la protección necesaria y mucho respeto. Y tengo el honor de decirlo a V. E. para que, por el bien de la patria, a cuyo nombre lo conjuro, haga lo que su deber y su conciencia le dicten en esta crisis”. También envió misivas en el mismo sentido a las Cámaras. Y se reanudaron las hostilidades entre las facciones.

En medio de fragor de una batalla, Santa Anna hará saber a Bustamante que desea conferenciar de modo que a las siete y media de la noche del 5 de octubre, mandó un oficio a Anastasio Bustamante: “quiero aún extender una mano amiga a V. E. y a cuantos le obedecen, asegurándole que mis brazos están abiertos para estrechar a mis antiguos camaradas, echándose un velo sobre nuestras diferencias, siempre que V. E. se adhiera a los principios que el ejército y la nación proclaman actualmente, pues no es posible que ni V. E. ni sus subordinados puedan desear el entronizamiento de la demagogia que algunos años hace ha combatido V. E…”  A las cuatro de la mañana del 6 de octubre, Bustamante contestará que, desea la paz. Ambos mandan comisionados que reunidos en La Presa de la Estanzuela, (Ver Documento) convinieron: que se instalaría un primer Congreso constitucional con arreglo al Plan de Tacubaya. Los convenios serán ratificados por ambos jefes. Bustamante, que tenía el apoyo de considerable número de fuerzas les dirigirá una Proclama: “Compañeros de armas… sacrificando honores, poder, amor propio y cuanto el hombre tiene de más querido en el mundo. Reuní a los Sres. generales, jefes y oficiales, y con su acuerdo se nombraron los comisionados que firman el convenio, en que aseguradas vuestras garantías, en que respetadas vuestras personas y empleos, se considera vuestro valor eminente y se establecen las bases de una reconciliación sincera que os ruego afirméis más y más olvidando todo resentimiento y ofensa personal. El imperio de las circunstancias me separa de vosotros muy a pesar mío: pero queda a la cabeza de esta parte del ejército el bizarro general Canalizo. Sabéis que como yo os profesa un afecto personal: obedecedlo: sed fieles a vuestras banderas: la lealtad y el honor son respetados de todos los partidos. Se me habló recordando la independencia de la patria: esta voz para mí tiene una magia irresistible. Mi reposo, mis afecciones, mi orgullo, todo lo he sacrificado por ella: defendedla a toda costa: defended la integridad del territorio: conservaos fieles a la causa del orden y del gobierno… La mano del tiempo pondrá en su verdadero punto de vista a los hombres y a las cosas…”. Luego, saldrá del país e irá a La Habana.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.