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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Antonio López de Santa Anna renuncia a la presidencia de la República y queda en su lugar, José Joaquín Herrera.

Septiembre 16 de 1847

Tras abandonar la Ciudadela de la capital de la República en la noche del día 13 y ubicar su ejército en Guadalupe Hidalgo, Santa Anna se mantiene a la expectativa y está al tanto de la resistencia popular contra los invasores que tiene lugar en la ciudad de México. Planea continuar la guerra apoderándose de Querétaro con la infantería y artillería al mando del general Herrera y tomando Puebla con la caballería bajo su mando, para cortar la línea del general Scott. Al efecto, piensa en renunciar al poder Ejecutivo para reemprender la ofensiva.

Se lee en los Apuntes para la historia de la guerra de México contra los Estados Unidos:

“El general en gefe en la mañana del 15 había recibido nuevas noticias, exageradas y patéticas, de que en la capital no cesaba el combate, a consecuencia de lo cual volvió como el día anterior a la garita de Peralvillo, con la caballería e infantería del Sur, enviando al mismo tiempo a Cadena para que contramarchara la división que había llegado ya a Huehuetoca. En Peralvillo no oyó mas que algunos tiros parciales, por los que se persuadió de que la resistencia del pueblo tocaba a su termino. No dio, por lo mismo, auxilio alguno: permaneció a la espectativa hasta las siete de la noche: a esta hora regreso a Guadalupe, desde donde comunicó otra orden a la infantería, para que definitivamente siguiera a tierradentro.

El 16 hubo una junta de guerra, después de la cual el general Santa-Anna hizo dimisión del mando supremo, que se admitió, a virtud de las facultades estraordinarias, disponiendo que se encargara de la presidencia de la República D. M. de la Peña y Peña, como presidente de la suprema corte de justicia, y nombrando de asociados a los generales Herrera y Alcorta. En seguida se puso en marcha, rumbo a Puebla para llevar adelante su proyecto.”

Antes, Santa Anna rindió un homenaje a los caídos en defensa de la patria, y al referirse a los alumnos del Colegio Militar, con lágrimas en los ojos manifiesta: “mostraron al enemigo extranjero que sabían morir, pero no rendirse... si hubiera confiado el mando de la caballería a dos de esos alumnos, no habría un soldado americano en el Valle de México”.

Después, Santa Anna publica un Manifiesto a la Nación en el cual informa al pueblo de su renuncia y se dirige a San Juan Teotihuacán; llegará a Puebla el día 24 de septiembre siguiente, al frente de mil quinientos dragones y cuatro piezas de artillería ligera. Sin un plan general, permanecerá ahí hasta el 1º de octubre, hostilizando al enemigo sin ninguna acción importante de armas. Las semanas siguientes vagará erráticamente por Nopalúcan y Huamantla, que en su ausencia será tomada por el enemigo a sangre y fuego por la resistencia de la población, no por la defensa de los militares. Huamantla será recobrada el 9 de octubre, y ahí, al día siguiente, Santa Anna recibirá de manos del general Reyes, la orden de entregar el mando de las armas al general D. Manuel Rincón o en su ausencia al general Álvarez, “previniendo avisase del lugar donde quisiera residir durante el tiempo que estuviese pendiente el juicio que iba a abrírsele.” Entregará el mando al general Reyes por no hallarse ahí los generales mencionados. Destituido, Santa Anna se retirará a Tehuacán.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.