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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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En Pueblo Viejo, Veracruz, Isidro Barradas es derrotado en su intento de reconquistar el país para España

11 de Septiembre de 1829

Es derrotado Isidro Barradas, su vencedor Antonio López de Santa Anna y Manuel Mier y Terán firman la capitulación del primero en Pueblo Viejo, Veracruz. Barradas había llegado a México el 26 de julio anterior procedente de Cuba, con la intención de reconquistar el país para España.

El Brigadier Isidro Barradas, por encargo del gobierno español organizó en La Habana un cuerpo expedicionario –llamado División de Vanguardia- de casi cuatro mil elementos armados.

Barradas eligió el puerto de Tampico, lugar que, si bien no estaba preparado para la defensa, estaba muy distante de la Capital; llegó en agosto pasado y tomó sin gran resistencia Tampico, Altamira y otros pueblos. En uno de sus manifiestos dijo: “Cualesquiera que hayan sido los sucesos posteriores al mes de Septiembre de 1821, en que una turba de militares insubordinados, aprovechándose de circunstancias particulares, osó aclamar la rebelión con el nombre de independencia, jamás se ha desprendido S. M. de los incontestables derechos que heredó de sus progenitores; jamás el nieto de Fernando y de Isabel ha dejado de ser el legitimo soberano del pueblo de América que aquellos ínclitos reyes, sus antecesores, descubrieron y conquistaron, etc.… Hermanos vuestros son los que parten a sofocar el monstruo nefando de la anarquía y a restituiros todos los bienes que nuestros padres y vosotros mismos habéis disfrutado durante la larga serie de trescientos años… una es nuestra religión, nuestro idioma y nuestros usos; lejos de nosotros toda idea de rencor y todo sentimiento de venganza por pasados agravios; el olvido más completo de todo lo pasado, sin excepción de personas, clases ni circunstancias, la conservación de los empleos y cargos tanto militares como civiles y eclesiásticos que actualmente obtengan los que obedezcan la voz del soberano… Yo os ofrezco, mexicanos, en el real nombre de S. M. el Señor Don Fernando VII… que se echará un denso velo sobre todo lo ocurrido en los ocho últimos años…

Barradas de inmediato se enfrentó a una serie de problemas: encontró rechazo y carecía de víveres. Entonces expidió un manifiesto “venimos de paz… Venid a la playa con gallinas y demás comestibles, que se os comprará todo. Asimismo los caballos que podáis y algunas mulas que las compraremos en dinero de contado. El comandante general que manda las tropas de vanguardia que están al frente, es el brigadier Isidro Barradas, que viene por la primera vez, así como sus tropas, a este país. Confiad en él, que os quiere y os tratará bien según lo manda el Rey nuestro Señor”.

Muy pronto Barradas se encontró con las tropas que el gobierno nacional había enviado al mando del general Manuel de Mier y Terán. El general en jefe, era Antonio López de Santa Anna; en Veracruz, de inmediato impuso préstamos forzosos; ocupó los buques mercantes y de guerra surtos en la bahía y en ellos embarcó a caso dos mil hombres que eran su fuerza de infantería. Instruyó a la caballería para que, costeando, fuera a Tampico.

Santa Anna llegó a Pueblo Viejo, cerca de los invasores. Mientras tanto, Terán se fortificó en la hacienda del Cojo, próxima a Tampico. Terán mandó al general Felipe de la Garza a hacer un reconocimiento de las fuerzas del enemigo y se le entregó a éste con muy poca o ninguna resistencia.

A las diez de la noche del 20 de agosto, Santa Anna atacó Tampico con cuatrocientos infantes y un escaso número de dragones, luchó contra seiscientos españoles que guarnecían la población pues los demás del ejército marcharon con Barradas dispuestos a ocupar el pueblo de Altamira; pero tuvo que acudir en apoyo de los de Tampico.

Terán acude al llamado de Santa Anna y la noche del 9 de septiembre, hay violentos combates. Barradas capituló para rendir sus armas y obtuvo la garantía de la vida y la propiedad particular de sus hombres, y a los oficiales se les honró dejándoles las espadas. (Ver Documento)

Así terminó aquella jornada en que el gobierno español, mal informado o inadvertido, sacrificó a sus veteranos… “El gobierno español… o gentes asalariadas por el gabinete de Madrid o enteramente envilecidas por las odiosas sugestiones de partido, escribían libelos infamatorios y negaban la presencia de la expedición, provocando, por otra parte, a la sedición al ejército, diciendo: que debía primero destruirse al gobierno nacional y después marchar a combatir con el enemigo… En medio de tal barahúnda, el Congreso general no desatendió sus deberes ni dejó de conocer la gravedad de la situación, lo cual sirvió para que revistiese al presidente de facultades extraordinarias y para expeditar la acción del gobierno”.

El 20 de septiembre siguiente, el presidente Vicente Guerrero, asistirá a una función de teatro, un ayudante se presentará en el palco y entregará al Presidente un pliego cerrado. Aunque se mantendrá impasible, el público intuirá la derrota de Barradas en Tampico e interrumpirá la representación con los entusiastas vivas a la República.

Guerrero, al llegar a su casa verá la ciudad iluminada. El pueblo, se presentará para felicitarlo, Juan de Dios Arias (México a Través de los Siglos) describe: “y el jefe del Estado se vio en aquellos venturosos momentos rodeado de todos los representantes de la sociedad, desde el más rico hasta el más humilde, confundiéndose ente las inmensas oleadas de la multitud que le dirigía la palabra y le aclamaba padre de la patria. Guerrero no podía contestar más que con lágrimas de gozo, al ver que en aquella hora feliz los arranques del patriotismo hacían ennudecer las pasiones, los odios y hasta las opiniones políticas; hora oportuna para que el gobierno hubiese readquirido toda su respetabilidad matando de un solo golpe la discordia. La suerte no lo quiso así; las aptitudes de Guerrero no estaban á. la altura de la ciencia política ni se prestaban a combinaciones violentas y propias para utilizar esa disposición de todos los ánimos en horas propicias. Por su parte el general Santa Anna escribía al presidente, repitiendo las frases de Julio César dirigidas al Senado romano; Veni, vidi, vici; frases que llenaban de satisfacción al primer magistrado, que contentaban su patriotismo inclinándolo a pensar que el venturoso suceso que acababa de verificarse, era dichoso augurio para lo porvenir y para la consolidación de su gobierno. Esto no obstante, Guerrero tenía lacerado el corazón por la calumnia y por los ultrajes que le dirigían los libelistas después de haberles sacrificado tanto y de haberles dado autonomía y libertad; y con todo esto, y a pesar de los dolores tísicos que le causaba la herida incurable que recibió en el pulmón cuando en Jalmolonga luchaba sosteniendo la causa de la República, erguíase feliz el caudillo y pareció olvidarlo todo en aquellos días dados para celebrar con efusión los triunfos de la patria.

Santa Anna y Terán llegarán a la ciudad de México la noche del 1 de octubre con las banderas tomadas al enemigo. Guerrero, los ascenderá a generales de brigada y a los que se habían distinguido en la lucha, también los ascendió, entre ellos Landero, Heredia, Mejía, Darán y Lemus; y a otros de los batallones cívicos.

Garza volverá a México, su traición o su cobardía quedarán impunes.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.