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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Miguel Darío Miranda, arzobispo primado de México, reprueba las actividades del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación MURO.

26 de agosto de 1964

Señala que el MURO "no ha vacilado en crear una mística, ampararse en el secreto, exigir juramentos o promesas y recurrir a la religión como uno de los medios más eficaces para atraer adeptos entre quienes profesan la verdad de Cristo, que en ningún momento y por ninguna valida razón puede prescindir de la caridad como de su esencial e imprescindible característica".  En tal virtud, el 28 de septiembre siguiente, solicitará a los directores de las escuelas católicas disuadir "tanto a los maestros cuanto a los alumnos" de "afiliarse o continuar afiliados" a esa organización, que fue calificada de “brigada de choque del neonazismo en México" por el periodista Manuel Buendía..

Por el temor que la Revolución Cubana despertó en las clases medias más conservadoras, y la idea de que en las universidades se fanatizaba a los jóvenes con las teorías marxistas-leninistas, el MURO fue fundado en marzo de 1962 en el Distrito Federal, auspiciado por el Frente Universitario Anticomunista FUA de Puebla, y con el apoyo de clérigos y empresarios de ultraderecha (quizás entre ellos Hugo Salinas Price, padre del actual concesionario de TV Azteca), como un grupo de choque católico con el propósito de “incorporar a la Universidad, incluyendo estudiantes, maestros e investigadores, autoridades y personal administrativo al Cuerpo Místico de Cristo”. Pugnaban, además, por "la unificación y coordinación de los maestros católicos actuando en los grupos estudiantiles, también católicos, para realizar con la máxima eficacia una verdadera labor apostólica y entronizar a Cristo y a la Santísima Virgen en el seno de la Universidad".

En su primera publicación se declararon fanáticos: “Fanáticos de la libertad y de la dignidad humana. Fanáticos de lo que se puede ser radicalmente fanático: de la libertad". Para ellos "la virtud de la tolerancia se ha convertido en el pecado de la complicidad". Tenían que "establecer el orden por su propia mano y a cualquier precio”.

La primera directiva del grupo la encabezó Luís Felipe Coello Macías como presidente; Víctor Manuel Sánchez Steinpreis, vicepresidente; Alfredo Ocampo, secretario general, Alfredo Pérez Grovas, secretario de Finanzas; Ignacio Rodríguez Carreño, secretario de Prensa y Propaganda; Luís Rodríguez Manzanera, secretario de Organización Política; Marcelo Ramírez, secretario de Acción Universitaria; José Antonio Bátiz, secretario de Actas y Acuerdos; Manuel Pando Mundet, secretario de Relaciones, y Jesús Nieva Velázquez, coordinador general.

Su órgano informativo era “Puño”, cuyo lema era: "Para golpear con la verdad", cuyos primeros jefes de redacción fueron Guillermo Vélez Pelayo y Guillermo Velasco Arzac, que tiraban hasta 10 mil ejemplares que se vendían en 10 centavos, en los que se difundían campañas de descrédito contra funcionarios, profesores y estudiantes.

Así se constituyó el MURO como un grupo de "juramentados", organizado de modo que muchos de sus militantes no llegaran a tener relación alguna con sus dirigentes y en el que el silencio formara parte de la mística. También buscaban establecer comités estatales en toda la República. El apoyo del clero católico más conservador era manifiesto, según el periodista Tomás Gerardo Allaz, en 1963 el arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz, asesoraba al MURO.

Edgar González Ruiz (MURO, memorias y testimonios) especula, sin llegar a una conclusión definitiva, sobre el origen del MURO: que fue fruto de un plan empresarial anticomunista para apoderarse de las universidades, creado por Agustín Navarro Vázquez, ideólogo de la derecha empresarial; que fue idea de los dos estudiantes anticomunistas de Economía de la UNAM, uno de ellos Luís Felipe Coello, expulsados en 1961 por agredir  a los asistentes a un acto conmemorativo de la revolución cubana; que fue creado en Puebla por Ramón Plata Moreno (más tarde misteriosamente asesinado) y los “doce apóstoles”, según Manuel Buendía (La ultraderecha en México), entre ellos Klaus Felman, empresario mecenas de varias universidades privadas, especialmente la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla; o que fue creado como una fachada de otros grupos católicos superiores secretos como la Legión Juvenil Cristiana y la Legión Juana de Arco, partes de la Liga Universitaria Nacionalista, integrante a su vez de Vanguardia Integradora de la Mexicanidad. También se ha mencionado que fue creado en una operación encubierta de la CIA a través del FUA.

Desde su fundación los activistas del MURO se infiltraron entre los maestros y estudiantes de educación superior para orientarlos contra el comunismo y participaban violentamente en los movimientos estudiantiles y magisteriales, para imponer a sus líderes o derrotar dirigentes “comunistas”. Actuaban en las escuelas en que existían “comunistas”, como en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, de la que era alumno Sánchez Steinpreis, o se declaraban en paro, como la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Así en 1963, el MURO participó en los hechos que provocaron la renuncia de Eli de Gortari, rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y en 1965 lanzó una amenaza pública a  Max Aub, director de Radio UNAM, porque “servía al comunismo internacional".

De igual modo, en 1965, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, será secuestrado, golpeado y azotado por publicar en “Crucero” que el origen de ese grupo eran los colegios lasallistas, como el Benavente, de Puebla, y los colegios Cristóbal Colón y Simón Bolívar, del Distrito Federal y que formaba parte de una estrategia del bien contra el mal, con jefes que se amparaban en el secreto, entre ellos algunos profesores lasallistas. También en “Crucero” se describirá el juramento de los muristas que se realizaba en una casona de la colonia Roma: Sobre una mesa con mantel se colocaban una calavera, un puñal y un crucifijo, ante los cuales el iniciado debía repetir: Juro por dios y por mi honor guardar absoluto secreto, con los extraños a esta agrupación, de su existencia y de la personalidad de sus integrantes y de los asuntos que en ella se traten. Juro asimismo disciplinarme a los acuerdos que en ella tome el Consejo Supremo del movimiento. Juro también considerar a nuestra agrupación como fundamental en todas mis actividades sociales, políticas, religiosas y culturales.

También los muristas se ufanarán de haber contribuido a la caída del rector Ignacio Chávez en 1966, quien solapaba el “avance rojo” y cuya renuncia será arrancada por la fuerza. Asimismo, en abierta provocación a los grupos de izquierda, quemarán la efigie de Fidel Castro en la propia UNAM.

Durante el movimiento estudiantil de 1968, el MURO exigirá que sea reprimido de inmediato; asimismo, el ingeniero Heberto Castillo, dirigente de la Coalición de Maestros, será agredido por individuos que, se dijo, eran muristas; y el 8 de septiembre, una semana antes de la toma de CU por el ejército, el MURO organizará una marcha anticomunista y contra el Consejo Nacional de Huelga, que saldrá de la Basílica de Guadalupe y finalizará en la Plaza México.

Con la represión gubernamental de los movimientos estudiantiles y el encarcelamiento de algunos de sus líderes, el MURO disminuirá sus acciones hasta suspenderlas prácticamente a partir de 1971, cuando surgirá una nueva organización de derecha: la Guardia Unificadora Iberoamericana, GUÍA Sin embargo, todavía en 1983 los militantes del MURO darán signos de vida en la misa que organizaron en la iglesia del Altillo, cercana a la Ciudad Universitaria de la capital mexicana.

Después no se sabrá más. Para algunos, cuando el MURO se volvió incontrolable, sus patrocinadores encubiertos le retiraron su apoyo y el movimiento desapareció.

Doralicia Carmona. Memoria Política de México.