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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

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ISBN 970-95193

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Aventureros españoles y miles de indígenas en rebelión contra la dominación azteca toman Tenochtitlan y Tlatelolco. Inicia así el primer imperio colonial de la historia.

13 de Agosto de 1521

 

 

 

Cae en manos de los españoles la ciudad de México-Tenochtitlan después de setenta y cinco días de asedio, tras ser aprehendido hoy Cuauhtémoc por el capitán español García Holguín.

Así lo informó Hernán Cortés en la tercera de sus cartas al rey de España: “Y plugo a Dios que un capitán de un bergantín, que se dice Garci Holguin, llegó en pos de una canoa en la cual le pareció que iba gente de manera; y como llevaba dos o tres ballesteros en la proa del bergantín e iban encarando en los de la canoa, hiciéronle señal que estaba allí el señor, que no tirasen, y saltaron de presto, y prendiéronle a él y a aquel Guatimucín y a aquel señor de Tacuba, y a otros principales que con él estaban; y luego, el dicho capitán Garci Holguin me trajo allí a la azotea donde estaba, que era junto al lago, al señor de la ciudad y a los otros principales presos, el cual, como le hice sentar no mostrándole riguridad ninguna, llegóse a mí y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase Y yo le animé y le dije que no tuviese temor alguno; y así, preso este señor, luego en este punto cesó la guerra, a la cual plugo a Dios Nuestro Señor dar conclusión en martes, día de San Hipólito, que fue 13 de agosto de 1521”.

Bernal Díaz del Castillo recoge las palabras de Cuauhtémoc al entregarse a Cortés: "Señor Malinche, ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi cibdad y vasallos, y no puedo más; y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en la cinta y mátame luego con él".  Según Eduardo Matos Moctezuma (La Conquista de México) “los guerreros capturados o muertos en combate tenían como destino el ser sacrificados a los dioses para que el sol continuara caminando por el firmamento, de lo contrario se detendría y todo acabaría. Eso es lo que pide. Cortés no le entiende y lo perdona. El gran capitán del ejército mexica no logra cumplir su destino...”

Meses antes, Cortés aisló a la ciudad para tomarla. Contó con sus propios hombres (unos 800 españoles) pertrechados con armas de fuego, caballos, perros de guerra y trece bergantines, en alianza con decenas de miles de soldados de los ejércitos indígenas de Texcoco y de Tlaxcala principalmente (alrededor de 75,000 efectivos), comandados por sus respectivos jefes, pero todos bajo el mando unificado del pequeño contingente español.

Estos aventureros españoles revivían en Mesoamérica las cabalgatas que los jinetes castellanos hacían en tierra mora durante la reconquista para saquear los poblados islámicos, siempre y cuando apartaran del botín obtenido el Quinto Real para la Corona. “Su superioridad técnica sobre los amerindios era considerable. Un ejército basado en el hierro, la pólvora, el caballo y los mastines, con formaciones sofisticadas, contra ejércitos de la edad de piedra, exclusivamente formados por infantería en formaciones primitivas… su artillería y arcabuces eran muy efectivos y que sus jinetes con sus lanzas eran capaces de dispersar formaciones mesoamericanas. La primera artillería que tuvo Cortés constaba de diez bombardas o piezas de mayor calibre, cuatro falconetes, especie de culebrinas de dos y media libras de calibre. Las pelotas o balas eran de piedra tomadas generalmente de las rodadas en los ríos y adaptadas. La esgrima… representaba una ventaja importante para los españoles. (Por si estas ventajas fueran pocas) la hueste de Cortés sabía que la derrota en una o dos batallas importantes rompería el mito y la fama que los hacía superiores. Retroceder para rehacerse, como Cortés les recordó varias veces, equivalía a darse por vencidos, ya que no podía esperarse ninguna ayuda de Cuba y darse por vencidos, equivalía a darse por sacrificados y comidos. La disyuntiva era vencer o morir.” (Semo Enrique. La Conquista. Catástrofe de los pueblos originarios.).

El sitio se desarrolló cuidadosa y metódicamente conforme al arte de la guerra europeo, muy superior al conocido por los indígenas. Antes de iniciar el sitio, el 24 de mayo pasado, Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid, tras fuerte batalla, rompieron el acueducto en Chapultepec, que surtía de agua a los mexicas. Y seis días después los españoles y sus aliados indígenas iniciaron el sitio general a las ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco.

Señala Brian Hamnett (Historia de México): “La ventaja estratégica de Cortés fue haber llegado a Tenochtitlán en un momento de debilidad política dentro del régimen gobernante. Al mismo tiempo, las potencias rivales y subordinadas ardían de resentimiento hacia el dominio azteca y buscaban una oportunidad para devolverle el golpe. Aunque la hegemonía de la ciudad se encontraba en su punto culminante, los errores tácticos de Moctezuma proporcionaron la oportunidad de asestar un golpe repentino contra la autoridad del jefe del estado azteca. Con todo, la reducción de Tenochtitlán requirió un esfuerzo ingente, pues los métodos bélicos aztecas plantearon grandes dificultades a los españoles. En primer lugar, las calzadas de 7 m de anchura que unían la ciudad con las orillas de los lagos podían cortarse con fines defensivos, lo cual, unido a su angostura, neutralizaba la ventaja española de combatir a caballo; los aztecas demostraron una gran destreza en el empleo del arco; sus lanzas de punta de piedra cortaban mejor que el acero español; los dardos lanzados con tiradores podían penetrar la armadura y matar; las piedras de las hondas también infligieron daños a los españoles. Como consecuencia de una resistencia sostenida, si bien minada por el temprano impacto de las enfermedades europeas, los españoles y sus aliados tuvieron que conquistar la capital azteca calle por calle.”

“El proceso que culminó con la aniquilación del Ejército Mexicatl fue prolongado, cruento y violento, presentándose el fenómeno bélico abarcando las formas hoy conocidas como guerra fría en sus aspectos psicológico y económico; y conflicto armado, empleando todos los medios de ataque y defensa conocidos por los contendientes”. (De León Toral Jesús. El Ejército Mexicano).

Según Bernal Díaz del Castillo, así se inició el sitio: “Mandó Cortés que Pedro de Alvarado fuese por capitán de ciento cincuenta soldados de espada y rodela, y muchos llevaban lanzas y dalles, y de treinta a caballo y diez y ocho escopeteros y ballesteros, y nombró para que fuesen juntamente con él a Jorge de Alvarado, su hermano, y a Gutiérrez de Badajoz y Andrés de Monjaraz, y éstos mandó que fuesen capitanes de cincuenta soldados, y que repartiesen entre todos los escopeteros y ballesteros tanto una capitanía como la otra, y que Pedro de Alvarado fuese capitán de los de a caballo, y general de las tres capitanías, y le dio ocho mil tlascaltecas con sus capitanes, y a mí me señaló y mandó que fuese con Pedro de Alvarado, y que fuésemos a poner sitio a la ciudad de Tacuba.

Dio a Cristóbal de Olid, que era maestre de campo, otros treinta de a caballo, ciento setenta y cinco soldados y veinte escopeteros y ballesteros, todos con sus armas, de la manera de los soldados que dio a Pedro de Alvarado, y le nombró otros tres capitanes, que fueron Andrés de Tapia, Francisco Verdugo y Francisco de Lugo, y entre todos tres capitanes repartiesen todos los soldados, ballesteros y escopeteros, y que Cristóbal de Olid fuese capitán general de los tres capitanes y de los de a caballo, y le dio otros ocho mil tlascaltecas, y le mandó que fuese a sentar su real en la Ciudad de Cuyuacán, que estará de Tacuba dos leguas.

De otra guarnición de soldados hizo capitán a Gonzalo de Sandoval, que era alguacil mayor, y le dio veinticuatro de caballo, catorce escopeteros y ballesteros, ciento cincuenta soldados de espada, rodela y lanza, y más de ocho mil indios de guerra de los de Chalco y Huexocingo y de otros pueblos por donde Sandoval había de ir, que eran nuestros amigos; y le dio por compañeros y capitanes a Luís Marín y a Pedro Ircio, que eran amigos de Sandoval, y les mandó que entre los dos capitanes repartiesen los soldados, ballesteros y escopeteros, y que Sandoval tuviese a su cargo los de a caballo, que fuese general, que asentase su real junto a Iztapalapa, y que le diese guerra y le hiciese todo el mal que pudiese hasta que otra cosa por Cortés le fuese mandado. No partió Sandoval de Tezcuco hasta que Cortés, que era capitán de las capitanías y de los bergantines, estaba muy a punto para salir con los trece bergantines por la laguna”.

Ni mexicas ni españoles pensaron que el sitio se prolongaría tanto tiempo. Para evitar que los bergantines se acercaran a la ciudad, los sitiados colocaron grandes estacas debajo del agua que bloquearon el avance de las naves y también hicieron zanjas en las calzadas para impedir el avance por tierra. Durante los ataques fue táctica indígena hacer un ruido ensordecedor, gritar e insultar a los españoles para atemorizarlos, lo mismo que vestir trajes que creían aterrorizadores.

Contra la costumbre indígena, Cuauhtémoc emprendió combates nocturnos que desconcertaron a los españoles. La lucha fue sin cuartel: mientras los indígenas eran muertos, los españoles eran hechos prisioneros para sacrificarlos. Aun Cortés cayó prisionero por los tlatelolcas, quienes trataron de llevarlo a una canoa rumbo al teocalli de Huitzilopochtli para ser sacrificado, pero uno de sus hombres cortó de un tajo las manos del guerrero que lo detuvo, lo que dio tiempo a que Antonio de Quiñones lo salvara de la furia mexica.

Los aztecas aprendieron a lanzarse pecho a tierra cuando se disparaban los cañones y fabricaron lanzas largas para su uso contra la caballería. Pero poco a poco Cortés cerró el cerco y destruyó todo a su paso.

Al principio del sitio, los mexicas incineraban a sus muertos; después, la intensidad de la lucha les impidió hacerlo. Según las crónicas los muertos tapizaban el suelo y el olor era insoportable. Decenas de miles de hombres, mujeres y niños se arrojaban a los canales de la ciudad para morir antes que ser esclavizados por los españoles.... El propio Cortés relató al rey las terribles condiciones que sufrían los sitiados: “que, según pareció, del agua salada que bebían, y de la hambre y mal olor, había dado tanta mortandad en ellos, que murieron más de cincuenta mil ánimas. Los cuerpos de los cuales, porque nosotros no alcanzásemos su necesidad ni los echaban al agua, porque los bergantines no topasen con ellos, ni los echaban fuera de su conversación, porque nosotros por la ciudad no los viésemos; y salí por aquellas calles en que estaban: hallábamos los montones de los muertos, que no había persona que en otra cosa pudiese poner los pies ...”

Durante el cerco, Cortés intento sin éxito negociar la rendición de los mexicas con Cuauhtémoc. La codicia le hacía temer que todo el botín se perdiera en la destrucción o fuera tomado por sus aliados indígenas, como lo señaló él mismo en su carta de relación citada: “Y una de las cosas por las que los días antes yo rehusaba de no venir en tanta rotura con los de la ciudad, era porque tomándola por fuerza, habían de echar lo que tuviesen en el agua, y ya que no lo hiciesen, nuestros amigos habrían de robar todo lo más que hallasen; y por esta causa temía que se habría para vuestra majestad poca parte de la mucha riqueza que en esta ciudad había…”

Ante tan tenaz resistencia ordenó un ataque general; nuevamente fue rechazado y derrotado; además, le comenzaron a faltar pólvora y municiones, pero casualmente llegó un barco a Veracruz que lo aprovisionó y entonces pudo atacar con mayor vigor las defensas de los sitiados.

"El sitio de Tenochtitlan fue una serie de sangrientas batallas; el terreno perdido por un bando era recuperado en cuestión de horas. El avance de las tropas españolas fue acompañado por el arrasamiento de la ciudad. Después de tres meses de cruento sitio, la resistencia indígena fue vencida por la fuerza de los atacantes, por la falta de agua y víveres y las enfermedades". (Florescano y Eissa. Atlas histórico de México).

Finalmente, sin dejar de combatir, los mexicas se refugiaron en el último reducto indígena: Tlatelolco. Cuauhtémoc ya no pudo resistir más, se preparó para huir, pero fue apresado y entregado a Cortés. Según el Códice Florentino, Cuauhtémoc aceptó entregarse al saberse completamente vencido: “Entonces Cortés envió muchos mensajeros a Cuauhtémoc para que se rindiera, y el tlatoani finalmente respondió que lo haría. Así, él y los señores principales fueron en canoas hasta donde estaba Hernán Cortés (los sirvientes llevaban sus armas) y se pusieron en sus manos. Cortés lo recibió con un abrazo y todos se alegraron de que finalmente terminara la guerra. Toda la gente trataba de abandonar las ciudades, pero los españoles y sus aliados se pusieron en los caminos para asaltados, les quitaban todo el oro y se quedaban con las mujeres hermosas, y los hombres jóvenes y fuertes para esclavizarlos. Cortés le dijo a Malintzin que le preguntara a Cuauhtémoc y a los señores de Texcoco y Tacuba dónde estaba el oro que había dejado en Tenochtitlan, y le presentaron una serie de joyas en una canoa, pero Cortés no estaba conforme, quería el oro que habían perdido en la huida de Tenochtitlan, el que había visto antes cuando estuvo con Moctezuma, y les pidió 200 barras de oro, pero los mexicas le explicaron que en los tiempos de Moctezuma eran los pueblos tributarios quienes llevaban todo el oro, por lo que no lo tenían con ellos.”

Para recordar la caída del Imperio Azteca, el 13 de agosto de 1528, se iniciará en la capital del virreinato la celebración anual del Paseo del Pendón, -con una réplica del que trajo Cortés, - y una misa en la iglesia de San Hipólito, en la que se dará gracias a Dios por haber concedido la victoria a los españoles. Esta tradición durará hasta 1812, cuando será abolida por las Cortes Españolas.

El innegable mérito de Cortés fue su capacidad para integrar en una formidable alianza a los pueblos indígenas que juntos constituían una fuerza muy superior a la de los aztecas, pero que separados y en conflicto entre sí, habían sido sometidos a su abusivo tributo y a cuotas periódicas de víctimas para sacrificar a sus dioses.

La fortuna favoreció a Cortés porque llegó en un momento en que la élite azteca, al estar dividida, al no contar con el apoyo decidido de sus súbitos y al pesar sobre su ánimo el temido regreso de Quetzalcóatl y una serie de presagios que vaticinaban su inminente desaparición, tardó en decidir la mejor manera de enfrentar la embestida de seres extraños completamente desconocidos para ellos, con gran poder de destrucción y muerte que avanzaban hacia su capital sembrando el terror y forjando alianzas en su contra con sus enemigos y sus pueblos tributarios. El tiempo jugó a favor de los españoles hasta dejar a los aztecas dos únicas opciones: el sometimiento para salvar su ciudad de la devastación, como decidió Moctezuma, o la resistencia desesperada con el previsible arrasamiento total de su imperio, como optaron Cuitláhuac y Cuauhtémoc.

Para Charles Mann (1491) la hazaña de la conquista de México y posteriormente de América por los españoles no se explica sin las enfermedades (viruela, tifus, fiebre amarilla, principalmente,) para las cuales los indígenas carecían de defensas biológicas. Hernán Cortés "...no habría vencido al Imperio (de los aztecas) si, mientras Cortés construía las embarcaciones, Tenochtitlán no hubiera sido arrasada por la viruela en la misma pandemia que posteriormente asoló el Tahuantinsuyu (territorio del imperio inca) ... La gran ciudad (Tenochtitlan) perdió al menos la tercera parte de población a raíz de la epidemia, incluido Cuitláhuac".

Así, soldado de fortuna, Cortés contó también con ese extraordinario aliado invisible e inesperado, más poderoso y mortal que todas las fuerzas que logró reunir para asaltar Tenochtitlan y que dispersarán el sufrimiento y la muerte por todos los asentamientos humanos de la América indígena hasta alcanzar dimensiones de genocidio.

La destrucción del imperio azteca, tras casi doscientos años de existencia, marcará el inicio de una nueva era para la humanidad. “La exploración y conquista de la Nueva España fue un suceso de importancia universal. Junto con la de Perú, abrió la época de la minería de plata y oro y la explotación de muchos millones de amerindios y con ello dio un impulso decisivo al desarrollo del capitalismo temprano en Europa. Aumentó contundentemente los ritmos de acumulación de capital y posibilitó la conversión de la Corona española en centro de un gran imperio. Cuando cincuenta años más tarde la monarquía hispánica fundó la ciudad de Manila, en Filipinas, y llegó el primer galeón a esta ciudad, cargado de plata desde Acapulco, el virreinato de la Nueva España se constituyó en ramal del comercio mundial… (El derrumbe azteca) Transformó al África en una reserva territorial para la caza de esclavos e introdujo cambios decisivos en el mundo y en la vida de los moradores originales de la Nueva España. Para fines del siglo XVI, la Nueva España se había transformado en el principal destino de emigrantes españoles.

La conquista es el paso inicial en la creación del primer imperio colonial en la historia.” (Semo, ya citado).

En Mesoamérica, la derrota de los aztecas producirá un hondo trauma para la gran alianza de indígenas mesoamericanos, que no tardarán en comprender que su victoria sobre Tenochtitlan traerá consigo un yugo completamente nuevo, pues no sólo significará una nueva servidumbre sino la destrucción de su civilización y el sometimiento a otra nueva por completo ajena. Creerán que sus dioses no fueron capaces de defenderlos y que los vencedores tienen de su lado al verdadero Dios. Será la más brutal, profunda e importante ruptura de la historia de México. El cambio del sistema político, económico social y religioso será total. Humillados sus dioses, su gobierno hecho pedazos, su aristocracia y casta sacerdotal aniquiladas físicamente, su gloria perdida y su cultura destruida sin más límite que los intereses de los nuevos amos, el recuerdo de la conquista arraigará en el espíritu de los vencidos.

"En los caminos yacen dardos rotos,
Los cabellos están esparcidos,
Destechadas están las casas,
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
Y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas..."

(Versión de textos nahuas de: Ángel Ma. Garibay K.)

 

Ellos (los extranjeros) enseñaron el miedo,
Llegaron para marchitar las flores.
Para que su flor viviera
Ajaron y chuparon nuestras flores…

Chilam Balam de Chumayel

Con la caída de la capital mexica los españoles controlaron una parte de los antiguos territorios sometidos a la Triple Alianza; en los tres años subsecuentes, con algunas batallas y numerosos pactos, lograron sujetar a la corona de Castilla incluso los territorios que se habían mantenido independientes: Michoacán, Metztitlán, Tututepec, Tehuantepec y varias localidades de los altos de Chiapas y Guatemala. La conquista de Yucatán fue mucho más lenta y quedó inconclusa por cerca de doscientos años: el señorío de Tayasal, refugiado en el lago Petén-Itzá, no fue sometido sino en 1697. El dominio y ocupación de la Sierra Madre Occidental y del conjunto de las tierras situadas al norte de Mesoamérica, pobladas por cazadores-recolectores y algunos agricultores aldeanos, fue una tarea que no concluyó ni siquiera en los tres siglos de la historia colonial”.

 “La así llamada conquista de la Nueva España nunca llegó a ser completa y en las propias mentes de los españoles su dominio era bastante frágil, lo que producía el miedo endémico a una rebelión indígena masiva que acabaría en una matanza generalizada de españoles que existió a lo largo de toda la Colonia. Pero nunca hubo tal riesgo porque nunca existió una unidad de los pueblos originarios y, por lo tanto, el peligro de una rebelión general. Es necesario recordar que el concepto indio, creado por los conquistadores sólo sirvió para designar al Otro. En la mente indígena no había ningún elemento de conciencia, ninguna noción equivalente al conjunto de la población autóctona sobre el cual se construyera la lucha por la libertad”. ."(Semo Enrique. Ya citado).

Durante los meses siguientes a la caída del Imperio Azteca y hasta la llegada del primer virrey Antonio de Mendoza, Cortés asumirá el poder absoluto sin compartirlo con los demás conquistadores de Tenochtitlan, españoles e indígenas, a quienes irá sometiendo o asesinando. Pero su declive político se inicia con su viaje a las Hibueras para castigar la traición de Cristóbal de Olid y su poder se reduce notablemente con la llegada de las primeras autoridades reales que harán cumplir la decisión de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, de imponer el poder imperial sobre el de Cortés y de impedir que los conquistadores españoles se erijan en poderes feudales capaces de intentar su independencia de España.

El propósito del dominio absoluto español será muy claro: obtener el máximo de recursos económicos para la Corona mediante el estricto control de la economía novohispana, onerosos impuestos a la extracción, producción, comercio interior, exportación e importación, así como reservar para el Rey los más redituables monopolios y estancos.

De este modo se irá conformando una colonia más parecida a una cruzada y a la idea de botín y pillaje que a un poblamiento que fuera a imagen y semejanza de los que existían en España, no obstante, el nombre adoptado de Nueva España a iniciativa de Cortés.

La sociedad de la Nueva España se organizará a partir de la extracción de la plata y su exportación a la Corona, así como de la importación de lo que no producía la economía novohispana o tenía prohibido producir, y de los productos de España cuyo consumo será forzoso en sus colonias americanas. “Todo esto ocurrió en el marco de un orden monárquico que buscaba la centralización de su poder, con una política que se ha caracterizado como un absolutismo temprano, y que colocaba a la Nueva España en el contexto de un imperio y de un sistema económico que rebasaba sus propias fronteras. (Así se creó una economía real) con la agricultura como actividad predominante y la minería como el sector estratégico para la economía monetaria y para el intercambio con el exterior”. (Kuntz Ficker Sandra. Historia mínima de la economía mexicana 1519-2010).

Durante los tres siglos de dominación colonial la riqueza extraída de la Nueva España será incalculable. Baste considerar que sólo al final del virreinato, “la revisión de las series fiscales demuestra que se extrajeron aproximadamente 250 millones de pesos de las tesorerías de la Nueva España entre 1780 y 1810 por cuenta de la Hacienda Real para ser remitidos al exterior. Este era el verdadero precio fiscal de ser colonia”. (Carlos Marichal Salinas. La economía del México Colonial).

En las décadas finales de los tres siglos coloniales, la Nueva España llegará a tener una población de seis millones, 9.1% urbana y 98% analfabeta, compuesta por 0.2% europeos, 17.9% criollos, 21.7% mestizos, 60% indígenas y 0.1% africanos, asentada en un territorio de unos cuatro millones, cuatrocientos mil kilómetros cuadrados.

La sociedad de castas establecida para imponer privilegios, facilitar la dominación y la explotación de la mano de obra en el aprovechamiento de los recursos naturales para beneficio de la Corona, los peninsulares y criollos, dará origen a una gran opulencia de las élites en la capital del virreinato y en las ciudades mineras que contrastará con una enorme desigualdad de los mestizos y sobre todo de los indígenas, que hará escribir a Alexander von Humboldt: “México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortuna, civilización, cultivo de la tierra y población”. (Se estima que el índice de desigualdad de Gini alcanzó 63.5).

Las necesidades económicas del imperio español, la defensa a ultranza del catolicismo cuestionado por la Reforma y el desconocimiento de los monarcas españoles de la situación de sus colonias de ultramar, para ellos sólo importantes para llenar las arcas reales y financiar sus guerras europeas, provocará que sus leyes sean tan ajenas a la realidad novohispana, que se hará costumbre el “acátese, pero no se cumpla”. Esta separación entre las formas jurídicas y su aplicación y vigencia reales que aún perdura en México, dará origen a la simulación y a la corrupción gubernamental y privada generalizadas.

Nueva España será gobernada por las casas reinantes de los Austrias (1521-1700) y los Borbones (1700-1821) por medio de 61 virreyes. Durante el Trienio Liberal Español será administrada por Pedro Francisco Novella y Azabal Pérez y Sicardo de facto y finalmente, sólo unos días, por Juan O’Donojú y O’Ryan, como jefe político superior.

Consumada la independencia en 1821, Francisco Lemaur de la Muraure permanecerá los dos siguientes años en la fortaleza de San Juan de Ulúa, como el último Capitán General y jefe político superior de Nueva España, hasta que el rey Fernando VII declaró nulos sus nombramientos. Esta fortaleza será el último baluarte colonial y capitulará en 1825, con lo que terminará todo dominio territorial de España en el naciente Imperio Mexicano.

México será independiente, con élites dominantes en lo interno y dominadas en lo externo. Pero como toda América Latina seguirá siendo "la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder.'' (Galeano Eduardo. Las venas abiertas de América Latina).

 

 

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.