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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Se ordena a religiosos no mezclarse en política y no hablar a los fieles de materias y sistemas políticos

6 de Junio de 1833

La circular de la Secretaría de Justicia “recuerda á las autoridades eclesiásticas la vigilancia acerca de que el clero secular y regular no trate y perjudique sobre asuntos políticos”. Se menciona que dado que el objeto y deber de todo gobierno es conservar la paz y el orden público “se prohíbe á los eclesiásticos todo abuso que se dirija á turbar los ánimos con cuestiones impertinentes, doctrinas dudosas ó controvertibles, ó á saciar deseos de rivalidades... se encarga á los prelados secular y reguladores, el cuidado de que los clérigos y religiosos no digan ni prediquen en los púlpitos palabras escandalosas tocantes al gobierno público, ni de que se puedan conseguir pasiones ó disturbios en los ánimos ó cualquiera inquietud, y especialmente contra los funcionarios públicos”.

Añade que no debe hablarse a los fieles de materias y sistemas políticos, pues los clérigos deben limitarse “en sus discursos y exhortaciones á enseñarles las verdades de la moral y del Evangelio dirigidas á perfeccionar las costumbres, y hacer amable y fácil la práctica de las virtudes cristianas”.

Miguel Ramos Arizpe firma la circular en la que también se asienta: “El Gobierno ha sabido que desde el año próximo pasado y en estos últimos días se han tomado cierta licencia algunos predicadores para tratar abiertamente cuestiones políticas, no sólo con relación á las cosas sino también á las personas y corporaciones, infringiendo las referidas leyes, desnaturalizando su ministerio apostólico y desmintiendo el carácter de mansedumbre y pura caridad á que los obliga su vocación y el ejemplo y doctrina del Salvador del mundo, autor del Evangelio que deben predicar y enseñar exclusivamente”...

Días antes, en la madrugada del 26 de mayo, el capitán Ignacio Escalada se había rebelado en Morelia y aprehendido al gobernador de Michoacán para “sostener a todo trance la Santa Religión de Jesucristo y los fueros y privilegios del clero y del ejército, amenazados por las autoridades intrusas”, proclamar protector de esa causa a Santa Anna, desconocer al gobernador y nombrar un jefe político por una junta de vecinos honrados de Morelia, así como anular las últimas elecciones.

En cuanto se recibió en México la noticia, Santa Anna, que había asumido la presidencia de la República el 16 de mayo pasado, publicó un manifiesto en el que lamentó el levantamiento de Morelia: “¿Donde está ese riesgo de que sea violada la Religión Santa de Jesucristo, de que se derriben sus altares levantados por la piedad mexicana?... ¿Ha llegado á expedirse una sola ley que justifique esos temores?... las autoridades eclesiásticas están unísonas conmigo... satisfechas de que el poder en mis manos jamás ha de emplearse contra la voluntad y la conciencia de los mexicanos... ¿Son acaso más fundados los recelos de que se proyecta la disolución del Ejército?... se me hace un insulto al persuadirse que me halaga o seduce otro poder que el derivado de la ley”...

El 1º de junio pasado, se dio otro levantamiento en Tlalpan, ahora del general Gabriel Durán, lo secundó el coronel Undo en Chalco. Santa Anna rechazó los dos pronunciamientos de los militares que lo nombran dictador, tal y como lo había hecho con el primero. Ante el peligro de que más militares secunden a los alzados, el Congreso lo autorizó a mandar personalmente el ejército y Santa Anna salió de la capital a combatirlos, aunque se rumora que está en tratos con ellos y calcula la aceptación popular que tendría como dictador.

El vicepresidente Valentín Gómez Farías asumió el mando bajo las fuertes críticas de sus opositores conservadores que le apodan “Gómez Furias”. Es entonces, en este momento de gran agitación y de alto riesgo de una asonada militar, cuando el clero cree llegado el momento oportuno de predicar abiertamente su cruzada política desde los púlpitos. Ante esta nueva embestida política, el gobierno envía la presente circular recordándoles que las leyes prohíben tocar en los púlpitos cuestiones políticas.

De este mismo año es otra circular, firmada por don Andrés Quintana Roo que expresa: “Se ha advertido, que la perversión de las conciencias por el abuso que se hace del púlpito y secreto de la confesión es el origen más fecundo del extravío de las ideas en materia política y el medio que se pone en juego con éxito más seguro para sublevar a los súbditos contra las autoridades políticas”.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.