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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Se levanta en armas Ignacio Escalada contra las reformas de Valentín Gómez Farías en Morelia, Michoacán

26 de Mayo de 1833

Se levanta en armas Ignacio Escalada contra las reformas de Valentín Gómez Farías en Morelia, Michoacán. Pugna por sostener los privilegios del clero y del ejército con la bandera de "Religión y Fueros".

El 1º de marzo de 1833, había habido elecciones generales cuyos resultados preocupaban a los conservadores pues todo indicaba que gobernaría un presidente progresista con apoyo del Congreso; al final de ese mismo mes, el día 30, fueron dados a conocer los resultados: Antonio López de Santa Anna, sería presidente constitucional, a partir del 1° de abril de 1833, fecha en que tomó posesión; y, Valentín Gómez Farías, sería vicepresidente. Gobernarían un país cuya situación era difícil y apremiante: aún con una estructura política de carácter colonial que urgía reformar.

Gómez Farías, en su discurso de toma de posesión señaló: “No basta, es verdad, el respeto y la observancia del pacto social para hacer el bien de los pueblos; son necesarias, además leyes secundarias […]; que se adopte una economía prudente, y que haya pureza y fidelidad en el manejo de los caudales. […] la administración de justicia se halla, por desgracia, en un estado lamentable, y de este grave mal se resentirá nuestra sociedad, mientras dependa aquélla en gran parte de las leyes antiguas y modernas, inaplicables unas, y otras de difícil aplicación en nuestras instituciones […].

Santa Anna, previendo conflictos, se ausentó y quedó en su lugar Gómez Farias, quien se dio a la tarea de tratar de establecer un estado secular en medio de disputas entre liberales y conservadores -escoceses y yorkinos-, puros y moderados, federalistas y centralistas… muchas de las reformas emprendidas por Gómez Farías, encaminadas a disminuir el poder que tenía el clero en la sociedad, se relacionaban con la economía y con la educación. Así por ejemplo, el 27 de octubre de 1833 promulgó una ley que señalaba que en adelante, la entrega del diezmo que la gente daba a la Iglesia, sería voluntario y no obligatorio. En relación con los fueros militares y religiosos y, la tolerancia religiosa, en un primer momento, no se contemplaba, pues eso implicaba reformar la constitución, pese a que algunos liberales aducían “que dentro de una sociedad, supuestamente igualitaria, no era posible que existieran dos núcleos de personas, clero y ejército, que gozaran de privilegios exclusivos”.

Liberar a la gente del pago del diezmo, del cumplimiento de los votos monásticos y la secularización de las misiones, la presión a la Iglesia para que voluntariamente ayudara a los menesterosos y a los religiosos para que no participaran en asuntos políticos, son ejemplos del esfuerzo de erigir un Estado por encima de la Iglesia y de la fuerza que el gobierno iba adquiriendo poco a poco…

En cuanto a las reformas en el ejército, la situación era un tanto compleja: muchos de los que habían participado en la guerra de independencia y la consumaron, sentían que tenían derecho a privilegios y por esta razón, gozaban de fueros especiales. Eso los convertía en una amenaza constante “pues si no se cumplían sus demandas se levantaba; y por otro si se le concedían, además del poder, tenia el financiamiento para sublevarse”. Así que cualquier reforma que les afectase, tenía que ser manejada con cuidado; de manera que, Gómez Farías comenzó a fortalecer las milicias cívicas “que eran fuerzas locales o estatales formadas por civiles que no gozaban de fuero alguno, que se reunían sólo en caso necesario y que, en algunas ocasiones, se unieron inclusive para luchar contra el ejército permanente […]. Las milicias cívicas daban fuerza a los estados, pues contando éstos con sus propios recursos de defensa se hacían menos vulnerables a ataques externos además de que fortalecían el sistema federal y su soberanía, que era uno de los puntos medulares del gobierno”. Los miembros del ejército y los conservadores, se valieron de la prensa para persuadir a la gente de no unirse a ellas. La paradoja era que en esos momentos, eran las milicias las daban el real sostenimiento al gobierno, pues eran las que actuaban en su defensa en las constantes rebeliones, levantamientos y asonadas Pero fue precisamente a través de las milicias cívicas que el gobierno federal pudo mantenerse y defenderse de los levantamientos que hubo por parte de algunos sectores del ejército regular. Por otra parte, el Congreso y la prensa liberal presionaban para que el presidente en funciones redujera el número de elementos del ejército, que además, representaba una gran carga para el erario.

A principios de mayo de 1833 aparecen múltiples libelos contra las medidas reformistas y muy pronto surge la reacción esperada por los conservadores: el levantamiento de Ignacio Escalada.

La madrugada de este día 26 de mayo, en Morelia, Escalada se subleva bajo el lema de "religión y fueros", protesta defender la religión y los fueros y privilegios del clero y del ejército para lo cual se acogen a la protección de Antonio López de Santa Anna. La rebelión cunde rápidamente.

Santa Anna, que ocupa la intermitentemente la presidencia, estaba en el puesto diez días antes del levantamiento, se pone al frente del ejército después que el Congreso le ha otorgado facultades extraordinarias y Gómez Farías ocupa de nuevo la presidencia el 3 de junio. Con Santa Anna fuera, se aprovecha el momento para intentar dar un golpe de Estado a Gómez Farías, hecho que ocurriría el 7 de junio; algunos jefes del ejército serían arrestados, levantadas las milicias cívicas y la ciudad declarada en estado de sitio.

Por su parte, Santa Anna, sería invitado por los sublevados Arista y Durán para que los comandara y aparentemente se negaría y también a ser nombrado dictador, razón por la cual sería aprehendido por los insurrectos; después, se les escaparía para regresar a la ciudad de México en 17 de junio a ejercer nuevamente su mandato. El 23 de junio, decretaría la "Ley del caso", (Ver Documento) y luego la expulsión de la República, por seis años, de 51 personas “así como la de cualquiera otra que se encontrara en "el mismo caso’”.

En el ínterin, los estados de Jalisco, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Zacatecas y Durango formarían una coalición en apoyo del sistema republicano federal; y habría una similar entre los estados de Puebla, Veracruz y Oaxaca. El 10 de julio siguiente, Santa Anna volvería para combatir y pacificar definitivamente a los pronunciados, lo que lograría hasta el 27 de octubre. Mientras que, Gómez Farías, seguiría imponiendo sus reformas y Santa Anna, ya en su hacienda de Manga de Clavo se mantendría expectante para preparar su reacción según las respuestas que hubiera ante ellas.

Para evitar que el Congreso dispusiera cambios radicales, en noviembre de 1833, Santa Anna autorizó la reducción de los doce regimientos de tropas regulares a seis; así como el número de generales de división y brigadieres (a ocho y doce) y la brigada de artillería montada fue licenciada.

Posteriormente, aunque la mayoría de las reformas serían abrogadas, algunas como la supresión de la obligación civil del pago del diezmo serían mantenidas.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.