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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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La región de Aguascalientes es declarada Territorio Federal durante el gobierno interino del general Miguel Barragán

23 de Mayo de 1835

 

Se trató así, de debilitar su estructura política, ya que sus hombres se habían distinguido en la lucha federalista y liberal en contra de los conservadores que detentaban el poder. Culmina así la derrota de la rebelión zacatecana encabezada por el gobernador Francisco García Salinas. Al siguiente año, Aguascalientes será elevado a la categoría de Departamento, y finalmente, la Constitución 1857 lo declarará Estado Libre y Soberano.

Meses antes, el presidente Antonio López de Santa Anna, ante una de sus bajas de popularidad y ante el riesgo de enfrentarse al clero, el 26 de enero anterior, solicitó licencia para retirarse a su hacienda; Miguel Barragán, nombrado presidente interino, juró el 28 de enero. El vicepresidente Valentín Gómez Farías fue desconocido por la Cámara de diputados y marchó al exilio; en el camino, el Estado de Zacatecas -liberal- le acoge en su territorio.

En el ínterin, el Congreso discutía una ley sobre las milicias cívicas. Zacatecas la desaprobaría, se negaría a obedecerla y comenzaría a fortificarse. El 26 de marzo fue publicada la ley, que reduce la base de la milicia a un miliciano por cada quinientos habitantes, señala que los Estados pueden disminuir la fuerza y que el gobierno recogerá el armamento excedente de lo necesario para la fuerza miliciana que designa esta ley indemnizando al propietario. A los cuatro días, el Estado de Zacatecas expidió una circular y un decreto del Congreso local, en el que ordenan a las autoridades de su jurisdicción prepararse a la resistencia. El general Juan Pablo Anaya quedó al mando de las milicias zacatecanas, pero el gobierno de Barragán lo arrestó en San Agustín de las Cuevas (hoy Tlalpan).

El 9 de abril siguiente, las Cámaras concedieron licencia a Santa Anna para que tome el mando del ejército y salga a combatir la rebelión zacatecana; y el 18 siguiente, salió en campaña al estado que se había levantado en armas.

En Aguascalientes lo recibieron aparatosamente, estableció su cuartel en Pasillas, desde donde a las nueve de la mañana del 10 de mayo envió un oficio al gobernador de Zacatecas, Francisco García Salinas, en el que decía “Con el ejército de operaciones que el supremo gobierno de la Unión se ha servido poner á mis órdenes, debo ocupar esa capital. En manos de V. E. está elegir el modo con que deba hacerlo”. Santa Anna dio un plazo de ocho horas para responder.

A las dos de la tarde, Santa Anna recibió la respuesta de García Salinas en la que se expresaba su sorpresa “de la conducta observada contra un Estado que nunca se había separado de la observancia del pacto federal, [...] pero todavía sorprende más [] hasta el grado de hacerse inconcebible, que V. E. mismo, que tantos testimonios de benevolencia, de adhesión y de amor ha recibido de los zacatecanos, se haya convertido como por encanto en su más cruel enemigo, en instrumento de su degradación y de su ruina, y sea quien le intime del modo más fuerte y menos digno que se entreguen á discreción, ó sufran todos los males de la guerra y todas las resultas á que estaría expuesto un pueblo bárbaro ó una gavilla de ladrones.” García Salinas detalla los procedimientos que hasta entonces se han seguido “para acabar con la libertad de Zacatecas y suprimir sus milicias, baluarte de defensa de sus sagrados derechos y más caros intereses”, […] “En tal virtud V. E. hará lo que mejor le parezca, y la nación y el mundo todo harán responsable de los funestos resultados que tenga una resolución precipitada, al que fuere autor y causa de ella, lo que no dejará de suceder muy en breve y tan luego como se corra el velo y se haga pública la historia de esta ruidosa cuestión”.

A las cinco de la tarde del once de mayo, en el campo de Guadalupe, García Salinas y sus cívicos (unos cuatro mil efectivos) fueron atacados por Santa Anna con tres mil cuatrocientos hombres, según el parte oficial. Luego de un reñido combate, a las nueve de la noche, Santa Anna declaró su propia victoria; y reportó al Congreso la captura de ochocientos prisioneros, (en un segundo parte, enviado tres días después, dijo que habían sido dos mil setecientos veintitrés) y la pérdida de cien hombres, entre muertos, heridos y dispersos. Santa Anna ocupó el Fresnillo y Sombrerete en medio de gran desorden, crímenes y algunos asesinatos cometidos por sus tropas.

En castigo por su rebeldía, el estado de Zacatecas fue obligado a perder esta parte de su territorio, con la que se formó el estado de Aguascalientes.

Respecto al indigno atropello y atentado contra el Estado de Zacatecas, Bustamante –enemigo de García y de las milicias-, dijo que “La ley de reforma de la milicia cívica ó dígase su extinción total era necesaria porque causaba infinitos males: éralo igualmente la de Zacatecas porque los había producido, cooperando á la demagogia y era su principal apoyo […]. Pero era indispensable someter á un examen sus reclamaciones y no desatenderlas de todo punto, y no desecharlas é invadir de liso en llano aquel Estado por una violencia y atropellamiento imperdonables del gobierno. Era mucho de notar en este asunto la conducta del general Santa Anna, el cual debió acordarse de que la presidencia que obtenía y los triunfos que ganó por su levantamiento en Veracruz de enero de 1832, los debió á Zacatecas, y por un principio si no de justicia, siquiera de pundonor, y por no contradecirse á sí mismo, debió abstenerse de ir á batir en persona á un Estado á quien debía obligaciones de eterna gratitud individual: debió únicamente admitir el mando cuando hubiera faltado un general que desempeñase tal encargo, pues las obligaciones de agradecido deben ceder á las de ciudadano: pero estuvo tan distintamente de observar este comportamiento caballeroso, que por el contrario solicitó ahincadamente mandar esta expedición... Desengañémonos; Zacatecas humillado por las armas aparecerá en el cuadro de la historia con el decoro que no pudo quitarle la fatalidad de la guerra”.

Este día, 23 de mayo, Santa declara a Zacatecas Territorio Federal.

Como resultado de este hecho de armas y de la nulificación de otros pronunciamientos, como el de Juan Álvarez en el Sur del país, el Congreso podrá reformar la Constitución de 1824 y volver al centralismo pese a que ya había demostrado su carácter pernicioso.

Paralelamente a estos sucesos, corrieron indignados rumores en el sentido que Santa Anna fue llevado a Zacatecas por su empeño de entrar a saco la negociación del Fresnillo, cuyos minerales vendió a bajo precio á Lorenzo Carrera, Luis Castrejón, Francisco Agüero y otros. Carlos Ma. de Bustamante se opuso a estas maniobras y en la Cámara sostuvo que “esas minas eran y debían continuar siendo propiedad del Estado en que se hallaban ubicadas, sin que el gobierno general pudiese disponer de ellas, ni como castigo á la resistencia de Zacatecas á cumplir la ley de milicia cívica, ni por causa de indemnización de los gastos de la guerra que se hizo á su gobernador, máxime cuando estos gastos estaban sobradamente indemnizados con la presa que el gobierno había hecho en el armamento y equipo, importante dos millones de pesos, que halló en los almacenes de la plaza, y con las veinte mil cargas de metal precioso del Fresnillo vendidas y malbaratadas por sus agentes”.

Doralicia Carmona. Memoria Política de México.