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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


Las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo secuestran al cónsul norteamericano Terrance George Leonhardy.

4 de Mayo de 1973

El operativo rebelde tiene por objeto canjear por treinta presos políticos al cónsul de los Estados Unidos en Guadalajara. Exigen la libertad de 19 guerrilleros presos en el Distrito Federal, tres en Guadalajara, tres en Sonora, dos en Chihuahua, uno en Morelia y otro en Monterrey; asimismo, que no se actúe en su contra y que se publique un desplegado en la primera plana de nueve diarios principales de la capital y de Guadalajara. En este desplegado se acusa al gobierno de presentarlos como vulgares delincuentes y se denuncia la explotación de los trabajadores y la represión por parte del Estado. Expresan que la participación de las masas sería resultado de la acción guerrillera.

El 6 de mayo siguiente el cónsul será liberado tras setenta y cinco horas de cautiverio, porque el gobierno federal cederá a la presión de los secuestradores y los treinta guerrilleros viajarán a Cuba, en donde vivirán y estudiarán hasta 1979.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo FARP fueron organizadas en Ciudad Obregón, Sonora, por los hermanos Alfredo, Ramón y Francisco Juventino Campaña López, que se unieron al grupo denominado “Los Enfermos” de la Universidad Autónoma de Sinaloa y posteriormente, se establecieron en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en donde se fusionaron con elementos del “Frente Estudiantil Revolucionario” FER. En enero de 1972 realizaron en Chihuahua varios robos de bancos a mano armada para financiar su movimiento.

En el contexto internacional de la “guerra fría”, durante las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado, la represión a múltiples movimientos estudiantiles, campesinos, obreros, de médicos, burócratas, controladores, etc., y en general, a toda oposición que pudiera significar un riesgo serio para el establishment, así como la influencia de la revolución cubana con el guevarismo y su teoría del foco guerrillero, y de la revolución china, con la teoría maoísta de guerra popular prolongada, hicieron soñar a muchos jóvenes de esa época que para transformar a la sociedad bastaba contar con un puñado de hombres decididos a empuñar las armas para alzarse en las montañas y que una vez iniciadas las acciones armadas, irradiaría un ejemplo que sería secundado por las masas. Algunos muy audaces y decididos tomaron las armas en busca de un mundo libre de la miseria, la ignorancia y la injusticia.

La reacción del gobierno fue emprender una “guerra sucia” que practicaba igualmente el secuestro, usaba la tortura y desaparecía a las personas sin que mediaran investigaciones o procesos jurídicos. Se organizaron cuerpos paramilitares como el Batallón Olimpia y la Brigada Blanca. En algunas zonas de Guerrero, el ejército usó tácticas similares a las de “aldeas arrasadas”, puestas en práctica por los estadounidenses en la guerra de Vietnam que entonces se luchaba. Asimismo, la policía y los cuerpos de seguridad, con el pretexto de perseguir a los comandos armados, muchas veces golpearon y reprimieron a militantes de oposición de sindicatos y partidos políticos y a organizaciones campesinas o civiles democráticas. Durante los gobiernos de Luís Echeverría y José López Portillo ocurrieron 464 desapariciones reportadas por la CNDH.

Sin embargo, el aniquilamiento total de las células armadas mediante el empleo de estrategias y fuerzas policíaco-militares, resultará imposible. La sobrevivencia de militantes aislados llevará a la regeneración de círculos de simpatizantes, células de militantes, comandos armados y finalmente a la reorganización de la guerrilla. Así, después de transcurrir más de 20 años en que las visiones militaristas daban por aniquilados a aquellos grupos, éstos reaparecerán vestidos con nuevos ropajes y provistos de reinterpretaciones ideológicas, como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

En vísperas de las elecciones federales del año 2000, ex guerrilleros de las décadas de los 60 y 70 firmarán un compromiso de unidad ante organizaciones políticas y el IFE, en el que asumirán que '' trabajarán intensamente'' por lograr la paz en México, por el respeto de los derechos humanos y la consolidación de las instituciones fundamentales para la vida del país, además de que harán un llamado a los grupos armados para que dejen esta lucha. Entre los firmantes estará Jorge Poo Hurtado, quien preso en Lecumberri, fue uno de los canjeados a cambio de la liberación del cónsul estadounidense. Poo dirá que comprende y justifica la lucha del EZLN, del EPR y del ERPI: ''La razón histórica está de su parte. Lo que les demandamos a los grupos armados es establecer un diálogo con la sociedad civil, para construir puentes que permitan arribar a una nueva oportunidad pacífica, democrática y legal para buscar la solución de las causas que los llevan a adoptar la lucha armada''.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.