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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Es proclamado el Plan de Agua Prieta como resultado de la pugna entre Obregón y Carranza, quien es desconocido.

Abril 23 de 1920

Al triunfo del ejército constitucionalista Álvaro Obregón y Pablo González se enfrentan por la presidencia en las elecciones de 1920.

Carranza, apoya a Ignacio Bonillas para establecer un gobierno civilista. Obregón y González se unen para derrocar a Carranza. La pugna culmina con la proclamación del Plan de Agua Prieta, (Ver documento) formulado por Luis L. León y Gilberto Valenzuela y avalado por Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón. Se les unen los zapatitas por el asesinato de Zapata.

El Plan desconoce a Carranza por haberse constituido en Jefe de un partido político y burlar el voto popular para hacerlo ganar; por suspender garantías individuales; por atentar contra la soberanía de los Estados y desvirtuar la organización de la República. De la Huerta es nombrado como jefe supremo del Ejército. Se desconoce al Ayuntamiento de la ciudad de México y a los funcionarios públicos cuya investidura tenga origen en las últimas elecciones de Poderes Locales de Guanajuato, San Luis Potosí, Querétaro, Nuevo León y Tamaulipas. Asimismo, se propone la designación de un presidente provisional de la República y la convocatoria a elecciones presidenciales. Carranza traslada su gobierno a Veracruz, pero en el camino es asesinado.

Así: "A partir de 1920 asumió el poder una clase media distinta social, política e ideológicamente al grupo carrancista, pues carecía de vínculos con el antiguo régimen. Parte del poder de estas clases medias nuevas provenía de su alianza con los sectores populares. Si bien éstos ya no aspiraban al liderazgo nacional, como lo habían hecho durante 1915 en la Convención, a cambio de su apoyo y subordinación obtuvieron concesiones políticas apreciables y sociales. Con todo, esta alianza no implicaba que el Estado mexicano posrevolucionario fuera radical, pues las clases medias ahora en el poder también habían pactado con los alzados contrarrevolucionarios, quienes representaban élites regionales... Nacido en 1920, el nuevo Estado no resultó democrático, aunque sí con identidad nacionalista; autoritario, pero ampliamente legitimado, y estable en tanto que contó con grandes apoyos populares, con la conducción de un grupo político-militar hábil y flexible, y con la aceptación, en ocasiones forzada, de Estados Unidos." (Nueva historia mínima de México).

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.