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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


Tropas norteamericanas toman Veracruz; tratan de evitar que Huerta reciba armas de Alemania. Venustiano Carranza rechaza la intervención.

Abril 21 de 1914

Hoy martes, sin previa declaración de guerra, barcos de guerra norteamericanos, con cañones capaces de depositar en tierra 48 toneladas de explosivos cada minuto, bombardean el puerto de Veracruz. A las once y media de la mañana los primeros soldados estadounidenses inician el desembarco.

A pesar de disponer de dos batallones, dos compañías de la marina y cuatrocientos voluntarios, el ejército federal al mando del general Gustavo Maas, leal a Victoriano Huerta, ha evacuado la plaza, pero los alumnos de la Escuela Naval, alentados por el comodoro Manuel Azueta, organizan una heroica defensa, improvisan barricadas y cada cadete recibe 250 cartuchos. El fuego se generaliza a la una de la tarde. La escuela es bombardeada desde el barco Prairie y ametrallada desde las lanchas norteamericanas. A las cinco, los invasores llegan al centro de la ciudad y a las siete, la escuela es evacuada ante su avance incontenible.

Destaca la acción valerosa del teniente José Azueta, de 19 años, quien con una ametralladora enfrenta a los invasores aun herido en una pierna hasta que dos impactos más le hacen caer; así como la del cadete Virgilio Uribe, que en la lucha recibe una bala de fusil en la frente que le destroza el cráneo y muere en el Hospital de San Sebastián. Como éstos hay muchas víctimas y son muchos los actos de heroísmo también de civiles como José Gómez Palacio, Cristóbal Martínez y otros más. Después de varias horas de combate, las fuerzas invasoras comienzan a ocupar la ciudad.

Al otro día, 22 de abril, los barcos San Francisco y Chester bombardearán nuevamente la escuela naval porque ignoran que ha sido evacuada y Fletcher, enterado de que José Azueta agoniza, enviará a un cirujano a atenderlo. Pero el joven marino rechazará la ayuda: “¡que se larguen esos perros, no quiero verlos! Morirá el 10 de mayo siguiente y a su sepelio asistirá una multitud de patriotas veracruzanos.

El 24 de abril siguiente, el almirante Fletcher  se hará cargo del gobierno del puerto y asumirá la Jefatura de Policía; decretará la ley marcial, intervendrá los servicios públicos y ocupará la aduana.

Meses antes, con el pretexto de proteger a los ciudadanos extranjeros y sus bienes, el presidente Wilson propone a Venustiano Carranza que mientras dure la lucha contra Victoriano Huerta, decrete la separación del norte de México del resto del país. Carranza rechaza la intromisión, pero tampoco Estados Unidos reconoce el gobierno de Huerta, quien hace todo para lograr ese reconocimiento. Wilson envía a John Lind para convencer a Huerta que convoque a elecciones en las que él no debe ser candidato. A finales de 1913, los ciudadanos norteamericanos salen de México, pero su flota se sitúa frente a Veracruz y Tampico, junto con otros barcos de guerra de distintas nacionalidades que resguardan los intereses de sus respectivos gobiernos. Le preocupa a Washington la cercanía del gobierno de Huerta con Inglaterra y con los bancos europeos que le brindan apoyo económico.

El general federal Ignacio Morelos Zaragoza prohibió que los barcos extranjeros atracaran en los muelles para prevenir un ataque a los mismos por parte de los revolucionarios carrancistas que amagaban el puerto.

En ese ambiente tenso, el pretexto para la intervención se presenta cuando el 9 de abril de 1914 en Tampico, desembarcan en una lancha algunos marineros armados y un oficial del buque “Dolphin”, supuestamente en busca de gasolina y víveres, los cuales son detenidos por la guarnición huertista por órdenes del coronel Ramón H. Hinojosa, pero el general Morelos Zaragoza, los libera de inmediato y les ofrece disculpas.

El contraalmirante Henry T. Mayo no se da por satisfecho con las excusas que se le ofrecen y exige disculpas oficiales, castigo al autor de la detención, honores a su bandera y un saludo de 21 salvas. Huerta ordena que después de honrar a la bandera estadounidense se haga otro tanto con la mexicana; Mayo no acepta. Huerta propone solucionar el diferendo pacíficamente mediante arbitraje conforme al artículo 21 del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Wilson responde que no hay un gobierno legítimo con quien tratar un acuerdo pacífico. Queda agotada la vía diplomática.

En los siguientes días se reunió el presidente norteamericano Wilson con sus colaboradores para evaluar un posible ataque de su flota a los buques mexicanos y se trató la llegada a Veracruz del barco alemán "Ypiranga", anclado en La Habana, que transportaba pertrechos de guerra para el ejército del usurpador Huerta.

El 20 de abril siguiente, Wilson se dirige al Congreso: "Vengo a solicitarles su aprobación para que pueda usar las fuerzas armadas de Estados Unidos en tal manera y en tal amplitud que sea necesaria para obtener del general Huerta y sus adherentes el completo reconocimiento de los derechos y dignidad de Estados Unidos." La Cámara de Representantes aprueba la petición. El Senado delibera.

Entretanto, el "Ypiranga" y otros buques más, están por llegar a Veracruz con cargamentos de armas para el gobierno de Huerta. El Senado debate el sentido de la intervención: si se trata de favorecer a los revolucionarios o es una guerra contra México, que Wilson no quiere hacer abiertamente. Las horas pasan sin que haya aprobación. Finalmente la otorgará al otro día de consumada la invasión, "sólo para demandar inequívocamente la enmienda de ciertas afrentas e indignidades. [...] Estados Unidos rechaza cualquier hostilidad hacia el pueblo mexicano o cualquier propósito de hacerle la guerra a México".

A las dos de la mañana del día 21 de abril, el almirante Fletcher, comandante de la flota en Veracruz, avisa a Washington que el barco alemán "Ypiranga" está a punto de arribar a las costas veracruzanas con mil trescientas treinta y tres cajas de armamento destinado al gobierno de Victoriano Huerta, y en respuesta, recibe por telegrama la orden del secretario de Marina Daniels: "Apodérese de la Aduana. No permita la entrega de material de guerra al gobierno de Huerta o cualquier otra persona”. Es así como procede a tomar el puerto.

El hecho tratará de ser utilizado por Huerta para convocar a la unidad en defensa de la nación. Carranza rechazará la intervención extranjera en asuntos internos y enviará una nota a Estados Unidos en la que invita al gobierno de Wilson a cesar su hostilidad y a plantear sus reclamaciones por la vía diplomática.

Ante los pobres resultados políticos de la invasión, Wilson promoverá las negociaciones de paz el 25 de abril siguiente, con la mediación de Argentina, Brasil y Chile, que no reconocían el gobierno de Huerta. Se invitará a participar en las negociaciones en Niágara Falls, a huertistas y carrancistas, aunque estos últimos no participarán directamente. Las negociaciones tendrán lugar durante los meses siguientes y el 2 de julio se firmará la paz de una guerra nunca declarada, cuyo propósito real era influir en asuntos internos de México. Por eso, Carranza ni sus representantes firmarán los protocolos respectivos. El artículo II de estos protocolos dispone que los invasores "no reclamarán de forma alguna indemnización de guerra o cualquier otra satisfacción internacional". O sea que el supuesto agravio a los Estados Unidos nunca existió. Las tropas invasoras se retirarán de Veracruz hasta el 23 de noviembre siguiente.

Curiosamente, la invasión de 1914 será la acción de guerra más condecorada en toda la historia de Estados Unidos: 56 medallas de honor.

 

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.