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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1914 Se inicia la Convención de generales y gobernadores constitucionalistas convocada por Carranza en la ciudad de México.

Octubre 1º de 1914

A las cuatro de la tarde, en la Cámara de Diputados se reúnen los convocados o sus representantes. Los militares no ven con agrado la presencia de civiles. Una hora más tarde hace su arribo el Primer Jefe para delegar  su representación en los generales Obregón, Pesqueira y Dávila, miembros destacados de la Comisión de Pacificación, y se retira después para dejar debatir libremente a los asistentes; sin embargo, es notorio el esfuerzo de Luís Cabrera para organizar la reunión, lo cual es recibido con suspicacia por los militares.

Al otro día, se elegirá la mesa directiva de la Convención: Eulalio Gutiérrez, presidente, Francisco Murguía y Francisco P. Mariel, vicepresidentes. Durante el proceso de aprobación de credenciales, surgirán las primeras dudas ¿era soberana la Convención o seguía sujeta a las órdenes de Carranza? y también las primeras desavenencias acerca de los méritos militares que debían de tener los acreditados, pero Cabrera desviará la discusión planteando si los civiles debían o no participar y proponiendo que en la convención, todos, militares y civiles, fueran considerados iguales.

Al tercer día, el general Eduardo Hay atacará la presencia de civiles porque no están identificados con la Revolución y más que Villa, son el verdadero peligro. La discusión derivará a que si la Convención es soberana, tanto como para depurar a sus propios miembros. Tras enredado debate, sin mayor razonamiento, será expulsado el delegado Canseco, representante del gobernador de Oaxaca, acusado de ser felicista. Finalmente serán aprobadas las demás credenciales.

Por la tarde, Carranza asistirá a la Convención, señalará que el propósito de la misma es discutir el programa político del Gobierno Provisional de la República, así como fijar la fecha de las elecciones para restablecer el orden constitucional. Asimismo expondrá las reformas que a su juicio deben realizarse antes del restablecimiento del orden constitucional: el reparto de tierras obtenidas por compra o expropiación a los propietarios; el pago en efectivo semanal a todos los trabajadores; la jornada laboral limitada, el descanso dominical, las indemnizaciones por accidentes y en general, el mejoramiento de los obreros. También informará de cuestiones hacendarias, administrativas y judiciales durante su gestión, para referirse al problema que más le preocupa: el villismo. Finalmente concluirá manifestando su obediencia a la Convención, “la única que está facultada a ordenarme, y la única ante la cual se inclinaría mi obediencia…En estos momentos no tiene Jefe la Revolución Constitucionalista… Vosotros sois, desde este momento, los jefes de la Revolución y los jefes del gobierno… sólo puedo entregarlo (el Poder Ejecutivo) y lo entrego en este momento, a los jefes aquí reunidos. Espero la inmediata resolución de ustedes…esperando que su decisión la inspirará el supremo bien de la patria.”

Al abandonar la sala Carranza, Cabrera y Hay tratarán de dirigir el debate hacia su ratificación como encargado del Poder Ejecutivo. Obregón intentará que se dé por aceptada la renuncia y otros oradores pretenderán que esa decisión se tome en Aguascalientes, cuando habrá una asistencia mayor de delegados. Paulatinamente se irá imponiendo la corriente que rechaza la renuncia de Carranza. Es entonces cuando Cabrera propondrá la votación y emitirá públicamente su voto a favor de Carranza, mientras Obregón insistirá en que el compromiso con los generales ausentes es que en Aguascalientes se tome esta decisión.  Sin embargo, Isidro Fabela logrará que se vote primero si se acepta la renuncia y después si la Convención se trasladará a Aguascalientes. Se rechazará la renuncia de Carranza por unanimidad.

Durante el cuarto día, la discusión se centrará en el traslado de la Convención a Aguascalientes y en quiénes deberán asistir, lo que reavivará el debate sobre si habrá delegados civiles o sólo militares.

Hasta la tarde del día siguiente, se iniciará una nueva sesión. Los civiles, para evitar divisiones, renunciarán a su derecho de asistir y con este motivo, Cabrera denunciará que los propósitos de Villa son reaccionarios, porque se necesita una nueva Constitución, no simplemente restablecer el orden legal. Finalmente, tras nuevos debates, el mismo Cabrera propondrá que se suspenda la sesión y se reanude en Aguascalientes, a las diez de la mañana del próximo diez de octubre. Sorprendentemente, obtendrá la aprobación unánime. Así terminarán las sesiones en la ciudad de México.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.