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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Leandro Valle

1833-1861

Nace el 27 de febrero de 1833 en la ciudad de México. Su madre Ignacia Martínez. Su padre Rómulo Valle, un general insurgente que luchó desde 1811 con las fuerzas de Juan Álvarez y seguía militando en el campo liberal.

A los once años ingresa al Colegio Militar, durante esta etapa escribe poemas y en un periódico; además, es compañero de Miguel Miramón, con quien le une una gran amistad hasta que después de una larga reunión en que los dos amigos trataron de persuadirse uno al otro, Leandro sale de la capital de la República para unirse en Salamanca a los liberales. Miramón toma partido por los conservadores. Así, los dos jóvenes generales tienen que enfrentar sus fuerzas en varias ocasiones, pero su añeja amistad resistirá las diferencias ideológicas.

Lucha a las órdenes de Juan Álvarez contra la invasión norteamericana. En enero de 1847, Gómez Farías lo asciende a subteniente. Combate la rebelión de los “polkos”. En 1850, el gobierno de José Joaquín Herrera le otorga una beca para que estudie en Europa, pero debido a la estrechez económica por la que pasa el gobierno, no la puede disfrutar. En 1852 redacta el periódico “El Chapulín”. El 16 de septiembre de ese año se declara partidario de la Reforma y de la justicia social. En 1853 es teniente de ingenieros; levanta croquis de algunas poblaciones de Michoacán. Santa Anna lo asciende a capitán, pero en 1854, cuando su padre es apresado por los conservadores, solicita su baja.

Al triunfo de la revolución de Ayutla es agregado de la Legación de México en París. Regresa a fines de 1857, ya iniciada la Guerra de Reforma. En enero de 1858 se une en Salamanca a Parrodi, son vencidos y van a Guadalajara y pelean contra Landa. Con el grado de teniente coronel, a las órdenes de Degollado, participa en el sitio de Guadalajara. Se distingue en varias batallas y es ascendido a coronel efectivo de infantería. El 14 de marzo de 1859 derrota a los conservadores Gregorio del Callejo y a Tomás Mejía en Calamanda, Querétaro; luego, es derrotado en Tacubaya. Pelea en Michoacán y en Colima. En 1859 tiene bajo su mando la brigada de la división de Jalisco y persigue a Márquez. En Michoacán es nombrado segundo jefe de la primera división del ejército. Con Ogazón sale a Colima y cerca de Ciudad Guzmán son emboscados; perseguidos por Valdés, lo derrotan en Cocula y ocupan Colima y Manzanillo. El 24 de abril de 1860 ataca Guadalajara y es rechazado, Miramón lo persigue y lo vence.

Cuando Degollado y Zaragoza se unen con González Ortega, Miramón es derrotado en Silao, Guanajuato, el 10 de agosto de 1860. Con la división de Jalisco al mando de Ogazón, Leandro Valle regresa a Guadalajara que está sitiada y la toman a principios de noviembre. Participa en la batalla de Calpulalpan en la cual triunfan las fuerzas liberales. El 13 de marzo de 1861 es nombrado comandante militar del Distrito Federal y en mayo es ascendido a general de brigada efectivo.

Es diputado por Jalisco al Congreso de la Unión. Tras el asesinato de Ocampo y de Degollado, pide permiso para perseguir a Márquez y a Zuloaga; pero al llegar al Monte de las Cruces es emboscado y capturado. Márquez quien antes había declarado “a estos jóvenes de talento son los que necesitamos hacer desaparecer” firma la orden de su fusilamiento que ocurre el 26 de junio de 1861, por la espalda, con la frente pegada a la corteza de un árbol.

Antes de morir, Leandro Valle escribe una carta a su familia: “Papá y madre queridos, hermanos todos: Voy a morir porque ésta es la suerte de la guerra y no se hace conmigo más que lo que yo hubiera hecho en igual caso, por manera que, nada de odios, pues no es sino en justa revancha. He cumplido siempre con mi deber; hermanos chicos, cumplan ustedes y que nuestro nombre sea honrado, como el que yo he sabido conservar hasta ahora.”

Se le fusila como un traidor: “Y ordenó Márquez cuando los soldados estaban ya preparados para disparar: ¡Por las espaldas! –Yo no soy un traidor, seguí siempre una bandera-. Un ayudante dijo a Márquez: -Señor General, dice que es usted un traidor. -¡Por las espaldas!- repitió Márquez inflexible. Y sonó una descarga cerrada”. Luego, al igual que Ocampo, es colgado de un árbol en las Maromas, a los pies le ponen un letrero: “Jefe del Comité de Salud Pública”.

Escribió Juan A. Mateos (El Libro Rojo): “El rencor de los hombres tiene por límite la muerte; pero hay seres que en mala hora han venido al mundo para deshonra de la humanidad. Aquel cadáver, mutilado por el plomo, provocaba aun las iras de su asesino; no le bastaba la sangre, no; aquello era poco a la venganza; le faltaba la ostentación del crimen; ¡el alarde de la impiedad! Aquel cadáver fue colgado a un árbol que han desgajado ya los huracanes, como el pregón, no del delito de Valle, sino de la infamia de sus verdugos”.

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Su cuerpo fue recuperado y trasladado en una cureña de artillería e inhumado en el Panteón de San Fernando tres días después. Antes, se le rinde homenaje en el Palacio del Ayuntamiento. Vicente Rivapalacio pronuncia la oración fúnebre: “hijo del pueblo, vivió en la oscuridad de la honradez y nada anunciaba en él la gloria que debía perpetuar su nombre, [...] el cadáver de Leandro pendiente a un árbol, como el de un facineroso, despojado de sus vestidos y expuesto a la burla de una soldadesca desenfrenada; cuando recuerdo ese cadáver cubierto de sangre, con el cráneo despedazado, el cerebro hueco, la boca sangrienta y los ojos entreabiertos, pero sin brillo ni luz, con los brazos en la horrible posición en que fue suspendido, entonces la sangre se agolpa a mi corazón, mis nervios se estremecen, se me eriza el cabello, se me embarga la voz y siento que de mi pecho se escapa un rugido de venganza y de maldición; señores, el que no sienta hervir la sangre en sus venas, cuando hiera a su imaginación esta terrible idea, ése no es mexicano, ése no es hombre. [...] y, sin embargo, señores, honor al partido liberal; ninguno de nosotros ha titubeado, ninguno de nosotros ha sentido disminuirse el recio latido del corazón, al contemplar los asesinatos cometidos por los enemigos de la humanidad. El fanatismo es el monstruo insaciable que hizo perecer [...] al redentor de la humanidad en cuyo nombre vilmente invocado, se tala, se incendia y se asesina entre nosotros, sin recordar siquiera que ese Dios que proclaman, que esa religión que profanan, que esa doctrina que envilecen, es la doctrina de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, es la doctrina de la civilización y de la democracia. [...] feliz tú, cuya muerte ha sido la apoteosis de tu vida; por eso nosotros, pobres soldados de la libertad, confesores de la doctrina democrática, al escuchar el ruido de la losa que cierra tu sepulcro, te gritamos desde el fondo de nuestros corazones, con toda la fuerza de nuestro espíritu, con toda la fe de nuestras convicciones: hermano, amigo, nosotros te felicitamos por haber dado a tu fe republicana hasta el último aliento de tu vida, hasta el último latido de tu corazón. ¡Te felicitamos por haber sufrido, te felicitamos por haber muerto...! En 1889 será colocada su estatua en el Paseo de la Reforma. Se le considera “Mártir de la Reforma”.


Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride. Nacimiento 27 de febrero de 1833. Muerte 26 de junio de 1861.