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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Dwight Whitney Morrow

1873-1931

Nació en Huntington, Cabell County, West Virginia, Estados Unidos, el 11 de enero de 1873, en el seno de una familia humilde de ocho hijos. En 1875 los Morrow se cambiaron a Allegheny, hoy parte de Pittsburg, Pensilvania. Hizo sus primeros estudios en escuelas públicas, y después asistió al Armherst College en Massachussetts, donde fue compañero de clase de Calvin Coolidge. Tras graduarse en esa escuela en 1895, se inscribió en la carrera de leyes en la Columbia Law School, en la que se tituló en 1899.

Posteriormente se dedicó a su profesión en Nueva York en el bufete Simpson Thacher & Bartlett. En 1903 contrajo nupcias con Elizabeth Reeve Cutter, su compañera en la universidad. En 1914, empezó a trabajar para el Banco de J. P. Morgan y Cía., el más poderoso banco comercial de los Estados Unidos en esa época, que apoyaba financieramente empresas tan importantes como la General Motors Company y la 3M. Ahí Morrow fue director de diversas divisiones de la compañía hasta 1927 cuando fue nombrado embajador. Uno de sus más notables éxitos fue la organización de la Kennecott Coopper Corporation.

En la Primera Guerra Mundial, el banco Morgan prestó importantes sumas a Francia e Inglaterra. Morrow fue director del Comité Nacional de Ahorro de Guerra para el estado de New Jersey; también fue asesor del Consejo de Transporte Marítimo Aliado y como miembro del Consejo Aliado Militar de Abastecimiento, fue a Francia como ayudante civil del general Pershing, comandante de las tropas expedicionarias en Europa, puesto en el que se distinguió por su talento logístico e intelectual. Después de la guerra, ayudó al gobierno cubano a solucionar sus problemas financieros.

En 1920 fue un decidido partidario de la candidatura presidencial de su antiguo compañero Coolidge. En 1925 presidió el Consejo de Aviación creado por el presidente Coolidge, encargado de formular la política nacional de la aviación civil y militar. Después, Coolidge lo designó en 1927, embajador de los Estados Unidos en México, con la misión de mejorar las relaciones de la potencia del norte con Latinoamérica. Morrow llevo a cabo su tarea con eficiencia, de modo que fue un precursor de la “política del buen vecino” que poco tiempo después plantearía F. D. Roosevelt a Latinoamérica.

Como embajador en México, Morrow lidió con serios problemas, como el conflicto entre los gobiernos de Plutarco Elías Calles y de Coolidge por la legislación del artículo 27 constitucional y sus efectos sobre propiedades de las compañías petroleras y de los terratenientes norteamericanos. Al parecer, el anterior embajador norteamericano James R.Sheffield, coludido con las empresas petroleras, había estado propiciando una invasión a México y el gobierno mexicano había demostrado a Washington la existencia de este complot y le había comunicado su intención de hacer pública la documentación respectiva. Por lo anterior, el embajador Sheffield había sido relevado.

Para resolver el conflicto, Morrow solicitó a Calles que obtuviera de la Suprema Corte de Justicia un dictamen que le permitiera reformar la Ley petrolera en el sentido de no limitar las concesiones a sólo 50 años, permitir la perforación en las zonas costeras, aceptar que las empresas disfrutaran de la protección de sus gobiernos y hacer más laxos los requisitos para demostrar derechos adquiridos antes de la promulgación de la Constitución de 1917. El 17 de febrero de 1927 la Corte dictó sentencia en el sentido solicitado y Calles envió a la Cámara de Diputados las reformas correspondientes. El conflicto quedó solucionado y sólo resurgiría diez años después.

También le correspondió atender los problemas de la deuda mexicana. Morrow fue menos duro con el gobierno mexicano porque consideró que resultaba contraproducente exigir el pago si no había capacidad para hacerlo, que lo que había que hacer era aumentar la capacidad de pago de la deuda; al efecto, debían tomarse varias medidas, entre ellas restablecer el funcionamiento normal de la economía y reducir drásticamente los gastos, especialmente, los militares; programar anualmente y restringir el gasto por expropiaciones agrarias a los fondos disponibles; detener la inversión en irrigación, carreteras y rubros similares. Asimismo, ya no obtener más créditos del exterior, sino limitar el financiamiento externo a las inversiones extranjeras directas. Una vez cumplido lo anterior, se podría definir la capacidad real de pago, y conforme a ésta, México debía cumplir, ahora sí, con sus compromisos, además de mejorar las fuentes de ingresos gubernamentales para continuar elevando su capacidad real de pago de la deuda externa. Las relaciones se tensaron, pero Calles aceptó, especialmente le fue grata la sugerencia cuyo resultado sería la desaceleración de la reforma agraria por reducción del presupuesto destinado a realizar expropiaciones y repartos de tierras. Morrow logró llevar las negociaciones a buen puerto con su política del ham and eggs, por la que se reunía con frecuencia a desayunar con el presidente mexicano. Incluso acompañó a Calles a visitar las obras de irrigación que el gobierno revolucionario estaba construyendo. Con ello logró ganarse la buena voluntad del presidente Calles, lo que suavizó las relaciones entre ellos, amén de que ambos tenían casas de descanso en Cuernavaca, lugar cercano a la capital. La proximidad fue tal, que para muchos, Morrow fue el principal consejero del gobierno de Calles.

Otra diferencia con el gobierno norteamericano era respecto a la guerra civil de Nicaragua. Calles apoyaba a Juan E. Sacasa, liberal, y Estados Unidos a Adolfo Díaz, conservador. Afortunadamente, se firmó la paz y la materia del conflicto terminó.

En 1928 Morrow fue delegado a la Sexta Conferencia Panamericana en la Habana, Cuba.

Pero la labor más importante de Morrow en México, la efectuó al año siguiente, cuando tuvo una decisiva intervención para poner fin a la sangrienta guerra cristera, que ya no convenía ni al gobierno mexicano ni al Vaticano. Morrow al apoyar a Portes Gil inclinó la balanza y el Vaticano tuvo que reconocer la importancia de este apoyo, en tratándose de un representante de la poderosa potencia. El 5 de junio de 1929, en San Luis Missouri, Morrow hizo enganchar su vagón al tren en el que viajaban Monseñor Leopoldo Ruiz y Flores, arzobispo de Michoacán y delegado apostólico y Monseñor Pascual Díaz, obispo de Tabasco, y durante el trayecto hasta la frontera mexicana estuvieron los tres preparando la negociación de paz. El 21 de junio siguiente, Ruiz y Flores y Pascual Díaz, firmaron con el presidente Portes Gil los acuerdos entre la Iglesia Católica y el Estado redactados por Morrow, en los que el clero reconocía sin pacto ni compromiso alguno del gobierno con el Vaticano, que los actos del clero se ajustarían a la Constitución y las leyes mexicanas.

Asimismo, Morrow promovió el viaje de Charles Lindbergh y su Spirit of St. Louis a México (de hecho, una de sus hijas, Anne Spencer Morrow, terminó casada con el piloto), lo que fue una muestra palpable de la buena relación que logró construir entre los dos países.

En 1930, el resultado de las negociaciones realizadas por Morrow con Calles, hicieron posible el otorgamiento de un nuevo crédito a México por 267.5 millones por el Comité Internacional de Banqueros para retitular la deuda a un plazo de 45 años. El nuevo crédito fue garantizado por los ingresos de un nuevo impuesto al comercio exterior.

Por esas fechas, Morrow asistió a la Conferencia Naval de Londres, en donde desempeñó un vital papel conciliador. El 4 de octubre del mismo año, Morrow presentó su renuncia a la embajada de los Estados Unidos en México.

Tras dejar la misión diplomática en 1930, fue senador republicano por el estado de Nueva Jersey debido a la renuncia de Walter E. Edge; también fue electo para el siguiente periodo, que inició en marzo de 1931, cargo que desempeñó hasta que falleció en Englewood, New Jersey, el 5 de octubre de 1931.

Sus restos descansan en el cementerio Brookside. Una calle de Cuernavaca, Morelos, donde se ubica la casa donde Morrow pasaba los fines de semana, lleva su nombre quizás en recuerdo del apoyo que en 1929 brindó a Diego Rivera para que pintara los murales que hoy se encuentran en el palacio de Cortés.

En una carta dirigida al diario Excélsior fechada el 28 de octubre 1935, Genaro Estrada consideró a Morrow “el mejor y el más auténticamente amistoso para México, de todos los treinta y siete representantes que el gobierno de Estados Unidos nombrara para titular de su misión en nuestro país, desde el 8 de marzo de 1825”.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efemérides: Nacimiento 11 de enero de 1873. Muerte 5 de octubre de 1931.